Sí compensa un híbrido para la ciudad. Comparamos Mazda Xedos 9 con Lexus GS 450h (I)

De la mano de Matías F. Picó os traemos una más que interesante comprativa en la que podemos observar como un vehículo híbrido, como es el caso del Lexus GS 450h puede compensar para un uso en ciudad (siempre y cuando el conductor también ponga de su parte, como veremos a continuación).

Para la prueba se ha empleado un Mazda Xedos 9 y el citado Lexus. Ninguno de los coches ha sido/es barato y sabemos que no todos los mortales pueden permitirselos, pero todo esto podemos aplicarlo a coches asequibles en lo que podría ser una especie de comparativa entre un Mitsubishi Galant GLS y un Toyota Prius. Por mi parte dejo de daros la chapa y os dejo con el fantástico análisis que desde aquí aprovecho para agradecer a Matías.

Si hay un avance en la automoción que marcará las dos primeras décadas del siglo XXI ése será sin duda la irrupción de los vehículos híbridos.

Hace no mucho tiempo, yendo de pasajero en un taxi, le comentaba yo al atareado conductor las ventajas de un vehículo movido por gasolina y electricidad conjuntado por una caja de cambios que lo hacía todo por él, mientras escuchaba atónitamente iba pisando el embrague, metiendo marchas y aguantando el traqueteo de su motor de gasóleo intentado mantenerlo lo más bajo posible de vueltas. Quizás lo que más le hizo mella fue cuando le dije que durante el tiempo que están en la típica parada habitual en línea de ciudad esperando un pasajero, llegan a arrancarlo más de cinco veces para ir avanzando conforme se van yendo sus compañeros, y que con un híbrido eso era sin ponerlo en marcha en ningún momento.

No han debido pasar ni dos años de ello y puedo comprobar como los taxis híbridos van ganando puestos día a día.

Conforme esta tecnología va irrumpiendo en los distintos segmentos del mercado, llega el momento de hacer una comparativa entre dos vehículos del segmento E, un Mazda Xedos 9 y un Lexus GS 450h.

He de puntualizar que aunque el mercado está viendo nacer a diferentes modelos con el apellido “híbrido”, debemos distinguir claramente entre los que la fuerza eléctrica es una ayuda al estilo de los KERS en la Fórmula 1 de la temporada 2009 –y venideras-, y los “Full Hybrid” o híbridos al 100% que permiten que sus motores eléctricos y de combustión trabajen tanto alternativamente como a la par en función de las necesidades, y que hoy por hoy casi son coto de una marca que guarda celosamente la patente.

Para la prueba se ha utilizado dos berlinas cuyas principales características son:

Modelo de gasolina: Mazda Xedos 9 con motor V6, 2,5 litros de cilindrada, 163 CV, par motor 21,6 mkg, peso en orden de marcha en la prueba 1.660 kilos, 4,88 metros de longitud, consumo homologado en ciclo urbano 14,2 litros, emisiones medias 256 gramos/kilómetro.

Modelo híbrido: Lexus GS 450h con un propulsor V6, 3,5 litros de cilindrada, 296 CV, par motor 37,5 mkg, motor eléctrico de 199 CV, 28,1 mkg, potencia combinada 340 CV, peso en orden de marcha en la prueba 2.055 kilos, 4,85 metros de longitud, consumo homologado en ciclo urbano 9,1 litros, emisiones medias 180 gramos/kilómetro.

Lo primero que nos llama la atención es la diferencia de peso entre ambos, que quedaría justificada por mitades debido a las baterías por un lado, y al equipamiento de seguridad añadido por otro.

La prueba fue realizada sobre un recorrido cien por cien urbano de 9,2 kilómetros que recorremos cada día de casa al trabajo, a la misma hora, bajo las mismas condiciones de tráfico, eliminando de todos los recorridos realizados los de resultados extremos de los mismos. La forma de conducir es siempre la misma, no ya para la prueba, sino hace años que siempre se realiza igual, tratando de circular de la forma más económica que redunde en el mayor de los silencios y suavidad de marcha posible en aras de una menor repercusión del estrés en el tiempo que dura el traslado.

El trazado, además de ser totalmente urbano y salpicado de decenas de semáforos, algunos sin sincronizar, tiene un perfil en dientes de sierra que castiga el consumo final de manera ostensible, por lo que hemos considerado interesante incluir los distintos desniveles y cómo afectan al guarismo parcial en cada momento.

Vamos con el gasolina.

Temperatura exterior: 27ºC, el sol ya ilumina suficientemente nuestro recorrido, por tanto, climatizador a 24ºC y faros apagados.

Arrancamos, un cuarto de vuelta de motor y ha cobrado vida, ni una vibración, ni un decibelio que moleste, no en vano estamos ante la que todavía ostenta el segundo puesto de berlina más silenciosa del mundo. Un breve movimiento en L para salir de su aparcamiento y ya estamos circulando tan sólo con el empuje del convertidor sin pisar ningún pedal, mientras tanto aprovechamos para que se vaya abriendo la puerta de salida a la calle y no gastar gasolina en balde.

Los primeros cientos de metros trascurren por una zona mixta “peatonal-vehículos” que no se debe superar los 20 kilómetros/hora, como así hacemos.

Consideramos muy importante tomar una primera nota al primer kilómetro recorrido, donde el motor de combustión ya ha tomado temperatura de funcionamiento –dado que ambos son íntegramente de aluminio- y que se estabilizará a partir de dicho momento el flujo de combustible inyectado para mantenerlo simplemente en marcha cuando sea necesario.

Sin sorpresas, el dato asciende a 22,2 litros de media, no hemos superado las 2.000 revoluciones, cifra que durante toda la prueba se convertirá en nuestro techo, tan sólo un semáforo nos ha detenido. A partir de aquí comienza el constante sube y baja del trazado.

Primer “puerto”, alcanzamos la cima en el kilómetro 1,7 y nuestro consumo aunque cuesta arriba comienza a descender hasta unos “esperanzadores” 21,8 litros.

A partir de este momento rodamos durante un kilómetro en trazado plano y comienzan un descenso, en la cota más baja hemos conseguido llevarlo hasta 15,6 litros.

De nuevo vuelta a subir la segunda “dificultad montañosa” de la jornada, la pendiente media es del 3,8%, con sus semáforos y vehículos salpicando el trazado, seguimos procurando mantener el límite legal y no molestar en ningún momento la circulación con arrancadas excesivamente pausadas tras una parada en un semáforo. Llegamos a la pancarta de “puerto de montaña”, 14,5 litros nos indican que pese a las condiciones, estamos cerca del consumo homologado por la marca, eso significa que lo estamos haciendo muy bien.

Durante dos kilómetros estamos en continuo descenso, antaño bajábamos este tramo sin ninguna preocupación, sabiendo que sólo hay una intersección semafórica en el mismo con visibilidad plena a distancia, y que si superábamos el límite legal de 50 km/h. al llegar a la “llanura” el vehículo por su propia inercia circularía de nuevo al límite legal, pero los tiempos cambian y un precioso radar dispuesto a recaudar las veinticuatro horas del día nos espera en el punto óptimo, así que nos toca frenar y perder unas décimas que nos vendrían de perlas. Total, que aún así marcamos 12,7 litros.

Llega la última dificultad montañosa de la jornada, otra vez con una pendiente media de más del tres por ciento y salpicada con rotondas que obligan a parar por completo el vehículo puesto que ¡no tienen visibilidad alguna! debido a un muro de hormigón. Hay que hacerlo muy bien o arruinaremos irremisiblemente nuestra cifra en este tramo. Coronamos con 13,6 litros.

Tan sólo queda un rápido descenso que debemos hacer frenando y los últimos 700 metros totalmente planos que nos guardan una última sorpresa. Al final del mismo llegamos a nuestro destino, un aparcamiento en un segundo sótano que alcanzaremos mediante un elevador, que hará que nuestro consumo medio se disparé dado que tenemos que esperar a que llegue a superficie, abra su puerta, además de que una verja metálica nos deje acercarnos a él. Puro desperdicio de gasolina en ese minuto y pico que tardamos en toda la operación. Llegamos a nuestra plaza asignada, el valor final ha sido de 14,2 litros, esto significa que hemos igualado el consumo homologado por el fabricante, lo que en realidad supone que en las mismas condiciones de homologación lo hubiéramos bajado ostensiblemente. De hecho, en los centenares de ocasiones que hemos realizado esta prueba, hubo una ocasión que conseguimos todos los semáforos en verde, climatizador apagado y no estaba el comentado radar, lo que nos llevó a promediar 10,1 litros, pero claro, una vez nada más.

Hemos cumplido el recorrido en veintidós minutos, sin atascos, lo que arroja una velocidad media 25 km/h, lo que indica que prácticamente el 30-35% del tiempo estamos detenidos ante un semáforo.

¿Estos han sido los resultados del Xedos 9, qué nos deparará Lexus? Lo sabremos en la segunda y última entrega.

Texto y fotografías de Matías F. Picó


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