Prueba Infiniti Q50 2.2d 170 CV, diseño exterior e interior

Prueba Infiniti Q50 diésel diseño

Ser joven y llegar a Europa es difícil. Llegar convencido y querer triunfar, más. Sólo con las armas adecuadas y una buena puesta en escena esto es posible, o al menos la forma más inteligente. Estamos hablando de un desembarco, el de Infiniti en Europa, una apuesta extremadamente arriesgada con el Infiniti Q50 como líder.

Esta semana salimos de Alemania, de Europa, para conocer al japonés que pretenderá conquistar el corazón del Viejo Continente. Esta semana probamos el Infiniti Q50, un nuevo rival para las berlinas premium alemanas con el que, por fin, dicen haber dado con la fórmula de la conquista. Vamos a conocerlo.

Diseño, su primera baza

El diseño es una de las barreras que separan a Europa del resto de mercados. Muchos han sido los que han fracasado por diseños poco acertados, pero para el Infiniti Q50, éste será uno de sus puntos fuertes. No cae en el exotismo exagerado, pero tampoco aboga por la simpleza. El Q50 es simplemente único.

Prueba Infiniti Q50 diésel diseño

Se aleja de la sobriedad de líneas de sus rivales alemanes. El frontal presenta trazos muy rectilíneos que le confieren un aspecto tremendamente agresivo. Los grupos ópticos, que quieren simular los ojos de un ser humano, forman parte de la personalidad del coche. Y es que el Q50 te mira y te pide que sigas descubriéndolo.

Entonces es cuando quedas sorprendido. Ninguno de esos trazos rectos aparece en su zaga. Aquí todo es curvo, más “rechoncho”, ofreciendo una imagen más elegante y sofisticada con unos pilotos horizontales de gran tamaño. El estilo deportivo llega de la mano de la puerta del maletero, con un abultamiento en su parte final a modo de discreto alerón, y de dos colas de escape. Perdón, dos enormes colas de escape.

El empaque de este Infiniti Q50 es superlativo, pero no todo es culpa del diseño, sino de su tamaño. Es más grande que sus rivales, de hecho cuenta con la mayor batalla de entre ellos. Mide 4,78 m de largo, 1,82 de ancho y 1,44 de alto. Es por ello que se acerca peligrosamente a medidas del segmento superior, algo parecido a lo que ocurre con el Mazda6. Esto interfiere en su planta, pareciendo más coche de lo que es, tanto en el plano estético como en el dinámico.

Prueba Infiniti Q50 diésel diseño

Para cerrar el conjunto se ofrecen distintos paquetes que, en nuestro caso, con el paquete GT Sport, instala un paragolpes delantero de aspecto más deportivo y unas llantas de 19 pulgadas en acabado brillante.

Interior tecnológico

El interior del Infiniti Q50 destaca por varias cosas, pero sobre todo por su dotación tecnológica. El diseño es un punto y aparte, en cierto modo, respecto al diseño típico japonés. Aquí hay formas más elaboradas, detalles más frescos pero, sobre todo, un agradable toque de color que anima la imagen premium de esta berlina.

El diseño cuenta con un alto nivel de fluidez, fundiendo perfectamente la parte central del salpicadero con la consola central. Una consola, por cierto, muy voluminosa que separa claramente ambas plazas delanteras. En ésta se instalan el selector del modo de conducción, el mando para el sistema de infoentretenimiento y el selector del cambio, por cierto, en una situación exquisita.

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El negro brillante acompaña la parte central de esta pieza donde se sitúan, en la parte más elevada, las dos pantallas táctiles de gran tamaño que caracterizan a este Q50. Son de serie en todas las versiones. La superior se utiliza casi exclusivamente para visualizar el navegador, mientras que la inferior hace las funciones de visualizador del ordenador de a bordo, del sistema de infoentretenimiento e incluso del climatizador. Como curiosidad, cuenta con un gráfico de fuerzas G. La respuesta táctil es algo lenta y poco fluida, pero todo se ve compensado por un manejo bastante intuitivo.

Si hablamos de calidades, también tenemos que hablar de un paso adelante frente al típico interior japonés. Se sitúa a la altura de sus rivales alemanes, con un tacto de materiales muy agradable y piezas forradas en cuero como los bordes de la consola central. La parte superior del salpicadero se forma de plástico mullido y hay que bajar mucho para encontrar piezas más duras.

Prueba Infiniti Q50 diésel diseño

Por otro lado, el cuadro de mandos se diseña de forma simple pero efectiva. Cuenta con dos esferas de fácil lectura con un agradable fondo azulado. En la parte central, una pantalla digital de tamaño adecuado para visualizar los datos más relevantes durante la conducción como las indicaciones del navegador o el consumo.

Grande por fuera, grande por dentro

Como hemos dicho, el Infiniti Q50 es un coche grande, más grande que sus rivales, lo que repercute en una mayor batalla. Esto se nota en el interior, y es que pocos serán los problemas que nos plantee el espacio. Las plazas delanteras quedan formalmente separadas, y ofrecen un espacio más que adecuado. Además, los asientos rozan la perfección, el del conductor completamente regulable, con un apoyo cómodo y una sujeción lateral efectiva.

Prueba Infiniti Q50 diésel diseño

Las plazas traseras gozan de mucha cantidad de espacio. Las piernas irán cómodas en ambos asientos laterales, prácticamente para cualquier tamaño. La plaza central, sin embargo, no tiene forma, es dura y cuenta con un voluminoso túnel central. Es, sin duda, muy poco aprovechable. Por otro lado, la anchura no será problema, como tampoco lo será la altura para la cabeza a menos que pasemos de 1,90 m de altura aproximadamente.

Los huecos portaobjetos no brillan pero tampoco son escasos. En las plazas delanteras contamos con dos posavasos, un interesante hueco con tapa delante del selector del cambio y un hueco grande con tapa donde se encuentran las conexiones multimedia entre los dos asientos. La tapa hace las veces de apoyacodos, pero desafortunadamente no es regulable de ninguna forma.

500 litros de maletero

Llegamos a la parte trasera del Infiniti Q50, donde tendremos que levantar la tapa del maletero para descubrir un habitáculo de 500 litros de capacidad. Se trata de una excelente cifra que se ve mermada por unas formas demasiado caprichosas. La boca de carga es amplia pero el maletero se va estrechando gradualmente hasta el fondo, teniendo que jugar con la posición del equipaje.

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Los asientos traseros son abatibles en proporciones 60:40, aunque el hueco entre los respaldos de las plazas traseras y el maletero es muy estrecho y no queda plano con el suelo de carga. Para abatir los asientos tendremos que accionar unos tiradores desde el maletero, aunque habrá que abatirlos de forma manual.

Cerramos por hoy nuestra prueba del Infiniti Q50 para dar paso, mañana, a la prueba dinámica. Infiniti sabe que para vender en Europa necesita un motor diésel, y será mañana cuando veamos qué tal se comporta el bloque diésel de 170 caballos en asociación con la caja automática de 7 relaciones.


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