Prueba Infiniti Q50 2.2d 170 CV, equipamiento, precio y conclusiones

Llegamos hoy al final de nuestra prueba de la semana. Una prueba en la que hemos hablado de diseño, de tecnología, de calidad y de dinámica, cualidades del Infiniti Q50 que estamos analizando. Ahora toca conocer su equipamiento y su precio, con una gama muy sencilla y, por ahora, sólo dos motores.

El Q50 parte de 34.900 euros, un precio muy similar al de sus rivales a igualdad de motor, aunque jugando con una importante carta, no hay versión básica como tal, sino que ya de serie se ofrece una buena cantidad de equipamiento dejando muy pocas opciones para que el cliente escoja.

4 niveles de acabado

El Infiniti Q50 ofrece 4 niveles de acabado, ofreciendo desde el principio una dotación de equipamiento bastante adecuada. El Q50 estándar cuenta de serie con elevalunas eléctricos, control de crucero, cámara de visión trasera, Infiniti Drive Mode Selector, climatizador dual, retrovisores de ajuste eléctrico o las dos pantallas que tanto hemos mencionado en nuestra prueba.

Por encima se sitúa el Q50 GT, que añade a lo anterior algunos elementos como llantas de 17 pulgadas, además de dar la opción a elegir paquetes como los sensores de luz y lluvia o los sensores de aparcamiento. El acabado GT Premium sigue sumando ahora con faros principales LED, retrovisor interior antideslumbramiento, sensores de aparcamiento, asientos delanteros calefactados, sensores de lluvia y luces, tapicería de cuero o navegador.

Por último se encuentra el acabado GT Sport, el que nosotros hemos probado y el que ves en imágenes. Cuenta de serie con suspensión deportiva, asientos delanteros Sport y de ajuste eléctrico, acceso sin llave, paragolpes delantero deportivo, pedalier en aluminio, equipo de audio BOSE con 14 altavoces, o llantas de 19 pulgadas.

Aún quedan algunos paquetes opcionales por elegir, y es que podemos equipar nuestro Infiniti Q50 con techo solar, avisador de cambio involuntario de carril, avisador de ángulo muerto, avisador de tráfico trasero transversal, asistente de luces de carretera, cámara de visión periférica, faros direccionales o control de crucero inteligente. Todo esto se consigue en forma de paquetes.

Gama Infiniti Q50

El Infiniti Q50 parte de 34.900 euros en su versión base con motor diésel. También se ofrece una variante híbrida, y más adelante llegará un motor de gasolina y 211 caballos para situarse entre el diésel y el híbrido. La gama Infiniti Q50 queda de la siguiente forma:

•  Q50 2.2d 170 CV 34.900 euros
• Q50 2.2d 170 CV Aut. 37.675 euros
• Q50 2.2d 170 CV GT 38.850 euros
• Q50 2.2d 170 CV GT Aut. 41.475 euros
• Q50 2.2d 170 CV GT Premium 42.250 euros
• Q50 2.2d 170 CV GT Premium Aut. 44.875 euros
• Q50 2.2d 170 CV GT Sport 46.150 euros
• Q50 2.2d 170 CV GT Sport Aut. 48.775 euros
• Q50 Hybrid 364 CV Aut. 53.900 euros
• Q50 Hybrid 364 CV GT Sport Aut. 58.075 euros
• Q50 Hybrid 364 CV GT Sport Aut. AWD 61.120 euros

Nuestro veredicto

El Infiniti Q50 es un coche con una ardua tarea por delante. Debe enfrentarse a un difícil mercado como el europeo, más difícil aún en un mercado de berlinas medias de capa caída. Se inmiscuye directamente en el segmento premium donde las marcas alemanas tienen copadas las primeras posiciones.

El Q50 es un coche con muchas cualidades para triunfar en Europa, y sólo peca de ser una marca joven y desconocida. Por ahora, han sabido interactuar con el mercado ofreciendo una versión diésel intermedia muy interesante y esa, por ahora, es su principal baza.

Pero hay muchas más, y es que el Q50 es un coche cargado de novedades. Una de ellas reside en el interior, y es su sistema multimedia. Las dos pantallas táctiles de gran tamaño aseguran una imagen tecnológica en el habitáculo, amén de ser bastante intuitivas. No soy seguidor de las pantallas táctiles en los coches, pero sería inútil negar que es el camino a seguir, y aquí el Q50 tiene mucho terreno ganado.

En la otra mano tenemos el sistema de dirección drive by wire. Tenía ganas de probarlo y casi tenía una respuesta prefijada para él. Un no. Pero ha bastado con poner las manos sobre el volante y rodar unos kilómetros para comenzar a ver las ventajas. Es cierto que no copia la carretera, pero eso vamos a dejárselo a modelos más pasionales y deportivos. Me quedo, sin duda, con la capacidad de configuración, y es que si queremos una dirección dura y directa la tenemos, y si queremos una dirección blanda y desmultiplicada también. Todo con un solo toque de botón.

Por otro lado, ofrecer una mecánica diésel es la idea más acertada. No es un propulsor especialmente refinado o prestacional, pero cuenta con un consumo casi ridículo para su potencia. Lo mejor de todo es que no hay que buscarlo. La caja de cambios sí que nos deja algo fríos. Es muy suave y efectiva, pero cuando llega la hora de jugar con las magníficas levas de magnesio nos damos cuenta de que su rapidez de reacciones no acompaña.

Si tuviera que escoger un Q50 iría a por este diésel de 170 caballos, ya que el híbrido, a pesar de ofrecer 364 caballos, acaba siendo un alto desembolso. Si escoger caja manual o automática es algo que aún no puedo decir, pues no hemos probado la caja manual. En cuanto a acabados, la versión básica cuenta con un equipamiento suficiente, pero trataría de llegar al GT o GT Premium. El GT Sport es muy interesante por imagen y dinámica, y me quedo con él por equilibrio dinámico, aunque suponga un desembolso significativamente mayor. No se aleja, sin embargo, se sus competidores a igualdad de equipamiento.

Un regusto muy dulce es el que nos ha dejado este Infiniti Q50. Tras una llegada poco próspera al Viejo Continente, la marca vuelve con lo que parecen las claves bien aprendidas. Sólo le falta, como antes mencionábamos, un poco de madurez en el mercado.