Uber lleva varios años trabajando en el desarrollo de sus propios coches autónomos. Sin embargo, el gigante de transporte con VTC da el salto de las cuatro ruedas a los vehículos con solo dos. Sus scooters y bicicletas eléctricos serán capaces de conducir por sí solos.
El encargado de realizar esta tarea es el Grupo de Tecnologías Avanzadas de Uber. Que está trabajando para integrar la tecnología de conducción autónoma en sus bicicletas eléctricas y scooters. Así lo ha hecho público el CEO de 3D Robotics, Chris Anderson, durante el evento DIYRobocars que tuvo lugar el fin de semana pasado.
Ellos van donde hace falta
Las bicicletas y scooters autónomos de Uber podrán dirigirse por sí solos hasta los lugares donde haya mayor demanda de vehículos. Actualmente, esta tarea requiere del uso de camiones o furgonetas para su distribución por un área urbana. La conducción autónoma eliminaría ese requisito, reduciendo el coste de mano de obra y el gasto de combustible.
Uber ha creado toda una nueva división dentro de la empresa para desarrollar estas bicicletas y scooters. Su nombre es MicroMobility Robotics, y formará parte del grupo Jump, que fue adquirido por Uber el año pasado. Jump es una empresa especializada en flotas de bicicleta y scooters eléctricos para compartir mediante una aplicación para móvil. Un modelo de negocio que desarrollan en España otras empresas como Acciona, Coup, eCooltra o Muving.
Hace unos meses Uber ya anunció mejoras significativas en sus bicicletas eléctricas Jump. Si bien todavía no tienen una conducción autónoma, estas bicicletas tienen una serie de funciones automáticas, en su mayoría relacionadas con el autodiagnóstico y las funciones de reparación.
Las dificultades que tendrá Uber
A pesar de que este tipo de movilidad con vehículos compartidos crece de forma acelerada en grandes ciudades, las bicicletas y scooters autónomos tendrían que enfrentarse a muchas dificultades antes de ser una realidad. La primera dificultad serían las leyes locales y nacionales en cuanto a la conducción autónoma. Especialmente en entornos urbanos, que es donde se suelen encontrar estos vehículos.
La segunda es que estos vehículos autónomos tendrían que ser capaces de detenerse y arrancar por sí solos. Algo para lo que necesitarían giroscopios y otros mecanismos que encarecerían el vehículo. Y por último, tendrían que enfrentarse a una conducción autónoma en la que el pasajero debe participar de los giros del vehículo con el balanceo de su cuerpo, al igual que en cualquier moto. Con las consiguientes dificultades de entendimiento entre la bicicleta o scooter y el usuario.