Álex Palou ha roto todos los moldes en el automovilismo español al lograr una victoria histórica en las 500 Millas de Indianápolis 2025. El piloto de Sant Antoni de Vilamajor, con tres títulos en la IndyCar, añade ahora la mítica prueba americana a su palmarés, convirtiéndose en el primer español en lograrlo. Este triunfo, largamente esperado, supone un hito para España en una de las competiciones más exigentes y prestigiosas del motor mundial.
La 109ª edición de las 500 Millas arrancó con incertidumbre por las condiciones meteorológicas, pues una fina lluvia provocó un retraso en la salida y ya desde la primera vuelta se vivieron momentos de tensión. La pista resbaladiza y el nerviosismo de los protagonistas dieron paso a una serie de accidentes y errores estratégicos que configuraron una carrera plagada de sobresaltos, en la que sobrevivir era tan importante como ser rápido.
De la pole a la gloria: una carrera de supervivencia
Palou partía desde la pole position y afrontaba la cita como uno de los máximos favoritos, tras un arranque de temporada impresionante. Sin embargo, la prueba puso a todos los pilotos contra las cuerdas desde el inicio. Hubo abandonos tan rápidos como el de Scott McLaughlin, que se estrelló incluso antes de tomar la salida, y otros como Marco Andretti o Alexander Rossi, cuyo monoplaza se incendió en boxes, añadiendo tensión a la ya delicada jornada.
Los incidentes se sucedieron tanto en la pista como en el pit lane, con Robert Shwartzman, el primer rookie en lograr la pole desde 1983, protagonizando un accidente que involucró a sus propios mecánicos. Las banderas amarillas y las paradas obligatorias ofrecieron a Palou oportunidades y amenazas a partes iguales. El barcelonés sorteó con temple una maniobra peligrosa con Felix Rosenqvist y esquivó el aceite de Rossi cuando lideraba.
La gestión fue fundamental: Palou nunca perdió la estela del grupo de cabeza, supo moverse con inteligencia en medio del caos y, con ayuda de su equipo, optimizó cada pit stop y la estrategia de combustible. Por momentos, los favoritos se iban cayendo debido a errores en boxes o problemas mecánicos, como le ocurrió a Josef Newgarden, ganador en 2023 y 2024, que quedó fuera después de una gran remontada lastrada por la mecánica.
Un final de infarto con estrategia y nervios de acero
La parte decisiva de la carrera llegó en el último tercio, cuando la batalla estratégica se intensificó. Marcus Ericsson, antiguo compañero de Palou en Ganassi y vencedor en 2022, encabezó el grupo en un momento clave, mientras que David Malukas y Pato O’Ward se mantenían al acecho. A falta de 14 vueltas, Palou ejecutó un adelantamiento magistral sobre Ericsson, aprovechando el rebufo de dos coches doblados para ahorrar combustible y mantener el ritmo.
El español mostró una frialdad impresionante gestionando los ataques de sus rivales y lidiando con la presión de rodar entre coches doblados. La tensión se mantuvo hasta la bandera a cuadros, especialmente con Ericsson intentando la remontada final y un accidente en la última vuelta que forzó la aparición de la amarilla y selló el triunfo del catalán.
Como marca la tradición de la Indy500, Palou celebró la victoria con la clásica botella de leche y el beso a la franja de ladrillos del ‘brickyard’, acompañado de su familia, su equipo y una afición entregada.
Un hito en la historia del deporte español
La victoria de Álex Palou en Indianápolis supone el broche de oro a la Triple Corona para los pilotos españoles, que ya contaban con victorias en las 24 Horas de Le Mans y el GP de Mónaco gracias a Fernando Alonso, Marc Gené y Miguel Molina. Ahora, Palou se suma a este selecto club, culminando décadas de intentos españoles en la legendaria carrera americana, donde figuras como Fernando Alonso y Oriol Servià se quedaron a las puertas.
Con cinco victorias en las seis primeras citas del campeonato, Palou refuerza su liderato en la IndyCar, con más de 100 puntos de ventaja sobre sus perseguidores y un dominio que no se veía desde los años 60. La regularidad y talento del barcelonés auguran un posible cuarto título de la IndyCar y abren la puerta a nuevos retos internacionales, incluyendo posibles opciones en la Fórmula 1.
Su gesta quedará grabada en la historia del motor y, especialmente, en el imaginario de los aficionados españoles, que ven cómo uno de los suyos conquista por primera vez el templo de Indianápolis. Un logro construido a base de trabajo, inteligencia y sangre fría en uno de los escenarios más difíciles del automovilismo.