Era cuestión de tiempo (de poco tiempo, de hecho) que los vehículos chinos, alguna vez considerados no fiables o de baja calidad (y comparado con los productos baratos de bazares multiprecio), dieran el gran paso a la primera fila de seguridad, como lo demuestran las recientes pruebas realizadas por NCAP.
En la última década, los coches chinos se han convertido en la cenicienta de la industria en lo que respecta a pruebas de deformación y seguridad en accidentes. Coches como el Brilliance BS6 y el Landwind X6 fueron evaluados con uno y cero estrellas respectivamente, haciéndolos imposibles de homologar en el mercado Europeo.
Estas malas calificaciones, junto a emisiones por encima de lo permitido, han sido los dos mayores obstáculos en el camino de las empresas chinas que desean vender coches en Europa y en Estados Unidos, por lo que la industria automovilística de la segunda economía del mundo se planteó una serie de mejoras que parecen haber dado sus frutos: en la última ronda de las pruebas de colisiones EuroNCAP tanto en el Geely Emgrand EC7 como el MG6 obtuvieron una calificación de cuatro estrellas, colocándolos a la par con otros modelos de compañías bien establecidas: el Fiat Panda, Jeep Grand Cherokee, Jaguar XF, y el plug-in ZE Renault Fluence, los cuales fueron testados en la misma ronda de pruebas.
Según Michiel van Ratingen, Secretario General de Euro NCAP, los resultados obtenidos “marcan un hito para la industria automotriz china” por demostrar que los fabricantes de este país están construyendo una sólida plataforma de control de seguridad de los vehículos.