El Abarth 500 en circuito
Llego al circuito de Miranda de Ebro y apenas puedo hacerle unas fotos de las ganas que tengo de entrar a pista. Este tipo de circuitos le viene como anillo al dedo al Abarth 500: pequeño, ratonero y con continuos cambios de apoyo (ver la descripción del circuito durante la prueba del Abarth Grande Punto).
Tras un par de vueltas a ritmo bajo para ir viendo las reacciones del pequeñín en este circuito, paso a apretarlo un poco más. El botón Sport pulsado y el TTC desconectado obligan al control de tracción a funcionar más de la cuenta, aunque no resulta muy intrusivo. El ABS funciona correctamente y permite corregir la trayectoria aunque entres pasado y el ESP no funciona nada más que en un “salto”, donde inevitablemente la trasera se sale de la trayectoria y justo has de encarar una curva en sentido contrario (ver video).
Accionó el TTC y la mejora es notable: el control de tracción no funciona nunca (casi dudo de que no quede desactivado) y puedes acelerar despiadadamente sin miedo a que el sistema frene el coche. Resulta curioso ver como arrastras las dos ruedas en plena aceleración y el coche va por donde le mandas…milagros de la electrónica, supongo.
Otro de las curiosidades del Abarth es que puedes frenar tan intensamente que las ruedas chirrían y el ABS aún no ha entrado en funcionamiento. Si empiezas a girar o cambias el apoyo rápidamente comienza la regulación: “cla, cla, cla, cla, cla”. Esto indica que el ABS está muy bien calibrado para funcionar exclusivamente cuando el bloqueo es inevitable: ¡me gusta! También añadir que el encendido de los warnings nos acompañará a poco que frenemos con decisión, tanto en carretera como en circuito. Resulta irritante, debería haberse calibrado para frenadas más fuertes.
Al cabo de varias vueltas la suspensión tipo tabla, los duros backets y el continuo golpeteo del casco con el techo me invitan a tomarme un descanso. Miro de reojo la aguja del combustible y me doy cuenta de que me he cargado medio depósito. El consumo medio marca 25 litros/100 km, el tope que puede indicar el marcador así que la cifra está por encima de ese valor. No me sorprendo en absoluto, viendo como anda el pequeño Abarth.
Resumiendo, el Abarth 500 pasa con mi buena nota nuestra prueba en circuito. La diversión que puede obtenerse a sus mandos es enorme. El coche se muestra rapidísimo de reacciones y tiene un gran tacto deportivo, propio de coches mucho más potentes (y caros). En cambio, el consumo es muy elevado para tratarse de un motor de 1.4 litros de cilindrada y 135 CV (posiblemente sean más). Igualmente, la postura de conducción (amén de la altura del techo de cristal) no es excesivamente cómoda y la dureza de los asientos pasan factura, pero…¿quien puede reparar en eso cuando sales con una sonrisa de oreja a oreja de la pista?