Prueba Audi A5 Coupé 2.0 TDI, motor, conducción y consumos

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Después de analizar el sex appeal del Audi A5 Coupé, tengo la impresión de que las cualidades atractivas de éste, no han hecho más que aumentar. Este Don Juan es todo un veterano de la pasarela pero… ¿solo es una cara bonita? Su diseño exterior e interior convence, ¿hará lo propio su motor? Llave en mano, comprobémoslo.

Despertar este propulsor de 2 litros TDI con 177 CV te hace dudar… ¿dejo las llaves en el bolsillo y aprieto el “Start” o mejor la introduzco en la ranura? Que tenga que hacerme esta pregunta me gusta. Soy de esos extraños conductores que odian conducir con los bolsillos llenos, por lo que por supuesto, elijo la segunda opción. Parecerá un nimio detalle, pero lo cierto es que no. La modernidad ha impuesto el arranque sin llave, y si no la dejas a buen recaudo en tus pantalones, te arriesgas a que si sales un momento del coche con él aún encendido, cuando quieras volver sus puertas se hayan cerrado a cal y canto y tu cara se parezca a la de la obra El Grito del genial Edvard Munch.

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Soltad amarras, desplegad las velas y ¡a navegar!

Sin más dilación, mi alter ego y yo nos ponemos a rodar. Mover la desmesurada palanca de cambio S-Tronic te hará sentir como un capitán tripulando un gran navío, su diseño es espectacular. La suavidad se apodera de mí en los primeros metros que conduzco. En marcha por ciudad, parece que ruedo sobre algodones con una insonorización correcta y un tacto en la dirección, asistida electrónicamente, más delicado que un avión de papel. Pese a su tamaño y la escasa visibilidad en la luna trasera, no resulta complicado de gobernar, una primera etapa que se salda con un consumo de 7 l/100 km.

Este aspirante a aristócrata, busca darle a todos los palos. Por el momento, recorriendo el largo camino hacia casa, la autovía me revela que el motor que monta esta unidad, es una opción muy interesante. Estamos ante el cuatro cilindros diesel más potente, la alternativa al TDI V6, una mecánica con una cuadra con suficientes caballos y un gasto, presuntamente, más contenido. Un acomodado Audi A5 al que buscaré las cosquillas más adelante y el que me deja, tras abandonar la A-5, nombre que viene que ni pintado para la ocasión, unos 5.5 l/100 km, cifra extraordinaria.

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Cómodo sí pero… ¿desmelenado?

La combinación entre confort y deportividad, ese famoso cliché, será el examen final de nuestro huésped. El escondite perfecto para ponerlo a prueba, el Monasterio de Tentudía, una de las maravillas mudéjar de España, herencia del siglo XIII, situado al sur extremeño. Pero antes del ascenso, el recorrido por carretera nacional hasta los pies de esta colina, ha sido de los más revelador. Con el modo de conducción «efficiency» activado, una herramienta que agarra del cuello al motor y no lo deja respirar, el navegador marca 5.0 l/100 km, escasamente 0.3 l. por encima de lo que oficialmente la marca alemana declara.

Records de consumos aparte, ahora solo hay hueco para la adrenalina. Con el S-Tronic en posición secuencial, y mis manos bien amarradas al aro, pisemos la pala. El primer giro nos susurra que el Audi A5 se aferra al asfalto como lo hace un gato a las cortinas. Las sensaciones que me transmite la tracción Quattro, son similares a las que podrías sentir a lomos de un toro bravo que empuja con todas sus fuerzas para embestir, y que, pese a poder resbalar con la arena del albero, tiene claro cuál es su objetivo. En nuestro caso, la potencia no es tan abismal, el animal no es una fiera, pero los 380 Nm de par que produce, son suficientes para pegarte al asiento como lo hace un chicle al asfalto.

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El apuesto teutón no es precisamente ligero. Los 1.650 kilogramos que estructuran todo el conjunto le restan agilidad y te explican qué es el subviraje si entras en una curva demasiado bravucón. Una pequeña contrariedad que olvidamos por la finura del chasis y la dura suspensión que, aunque no peca de ser más dura que el sonido del despertador a las cinco de la mañana, si es bastante sólida. Con un ancho de vías de 1590 mm delante, y 1577 mm detrás, el Audi A5 rueda de sobra aplomado incluso sobre mojado. Con él, conseguirás trazar las curvas como si las estuvieras dibujando con un lápiz.

Control total del trote

Las siete velocidades de la caja de cambio me regalan, una tras otra, de manera precisa y bien secuenciada, un poco más de esencia de este coupé. No es un pura sangre, por supuesto que no lo es, para eso tendrás que juntar más monedas y pensar en una de las potentes opciones gasolina o, si disfrutas de una desahogada economía, en el S5. Pero si podrá alegrarte el día con un propulsor con coraje, que desde bien abajo del cuentarrevoluciones, saca su genio. Una visita a las nubes tras subir los más de 1.110 metros de altura que nos deja, a parte de un buen sabor de boca, instantáneas como esta. Corre el telón con nosotros mañana en la última parte de la prueba del Audi A5 Coupé 2.0 TDI S-Tronic Quattro.

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Más información – Prueba Audi A5 Coupé 2.0 TDI, diseño exterior e interior


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