El mercado europeo de automóviles atraviesa una etapa de cambio y tensión, donde la falta de modelos asequibles y de tamaño pequeño se ha convertido en motivo de preocupación tanto para consumidores como para marcas. La referencia recurrente es clara. En Japón los kei car siguen siendo un fenómeno de ventas con un 40% de cuota de mercado gracias a su reducido tamaño, precios competitivos y beneficios regulatorios. En cambio, Europa observa con cierta envidia este modelo, preguntándose si será posible implantar una fórmula similar en el viejo continente.
La presión para adaptar el modelo de los kei car a Europa ha ido en aumento en los últimos meses, especialmente tras las intervenciones de figuras como John Elkann, presidente de Stellantis, o Luca de Meo, CEO del Grupo Renault. Ambos han insistido públicamente en la necesidad de crear una categoría europea de vehículos urbanos eléctricos inspirada en los kei car japoneses, con el argumento de que la movilidad accesible está en riesgo por culpa de normativas demasiado exigentes y una falta de incentivos fiscales. En sí no sería una solución descabellada y más cuando el grueso de la población no recorre más de 50 kilómetros al día y lo hacen, mayoritariamente, en entornos urbanos….
¿Qué es realmente un kei car?
La categoría kei car se define en Japón por unos límites muy estrictos. Miden menos de 3,4 metros de largo, 1,48 metros de ancho, una cilindrada máxima de 660 cm3 y una potencia de hasta 64 CV. Estas limitaciones facilitan la reducción de impuestos, seguros más baratos y una movilidad ágil, sobre todo en entornos urbanos. En España y otros países europeos, varios expertos subrayan que este tipo de coche tendría mucho sentido en grandes urbes, donde el tamaño y la eficiencia marcan la diferencia a la hora de aparcar y moverse.
Además del tamaño, el éxito fiscal de los kei car radica en descuentos y bonificaciones fiscales a la hora de adquirir y mantener el vehículo. Esta estrategia ha propiciado un mercado dinámico y atractivo en Japón, con más de 1,7 millones de unidades vendidas anualmente.
¿Por qué no se venden en Europa?
La principal barrera para traer los kei car a Europa es la diferencia en los procesos de homologación entre ambas regiones. Adaptar los vehículos japoneses a la normativa europea dispararía los costes de producción, anulando así la ventaja competitiva del precio bajo que caracteriza a estos modelos. Elkann y otros directivos lo tienen claro: la regulación europea obliga a añadir equipamientos costosos, como avanzados sistemas de asistencia o botones de emergencia obligatorios, que elevan el precio final incluso de los coches más sencillos.
En 2019, los europeos podían elegir entre casi 50 modelos de coches por debajo de los 15.000 euros. Hoy, solo queda una opción y las ventas han descendido notablemente, reflejando el impacto directo de la falta de opciones asequibles en el mercado.
Posibles soluciones: coches eléctricos compactos y legislación favorable
Ante este panorama, se han alzado voces en la industria que proponen crear una nueva categoría de vehículos eléctricos de tipo urbano, los llamados «E-Cars» europeos, que heredaría la filosofía de los kei car japoneses. La clave, según los fabricantes, reside en una reglamentación diferenciada que permita producir coches compactos, eficientes y baratos, prescindiendo de parte de la tecnología que no aporta valor real en trayectos urbanos y que solo añade costes.
La ACEA (Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles), a través del propio De Meo, aboga por ventajas fiscales, menores peajes y acceso facilitado a zonas céntricas para este tipo de vehículos, medidas que ya se aplican en Japón y han demostrado su eficacia.
¿Qué están haciendo los fabricantes?
Aunque hoy en día los kei car no están presentes en Europa, algunos modelos y prototipos buscan acercarse al concepto. Honda ha mostrado en Reino Unido un prototipo, el Super EV Concept, que recoge la tradición de los kei car pero adaptando su propuesta al gusto y necesidades europeas. El objetivo es ofrecer coches eléctricos urbanos, ágiles, con personalidad y, sobre todo, con un precio más accesible. Otros fabricantes, como Stellantis, ya cuentan con cuadriciclos eléctricos como el Citroën Ami, pero su uso y prestaciones todavía no cumplen todos los requisitos que demanda el consumidor promedio.
El reto de la competitividad internacional y la sostenibilidad
El riesgo de no actuar a tiempo, según estudios y voces del sector, es doble. Por un lado, Europa podría perder competitividad frente a fabricantes asiáticos que ya están posicionando vehículos eléctricos urbanos a precios muy bajos en el continente. Por otro, la sostenibilidad puede verse comprometida, ya que sustituir vehículos antiguos y contaminantes por modelos eléctricos urbanos y ligeros es, según los expertos, más eficaz en la reducción de emisiones globales que apostar solo por eléctricos grandes y caros.
Mientras tanto, los datos muestran una desaparición progresiva de los coches baratos de pequeño tamaño en el mercado europeo. Esta situación ha puesto sobre la mesa la necesidad de repensar la estrategia industrial, la regulación y los incentivos para favorecer la movilidad eléctrica verdaderamente democrática. La situación actual deja claro que existe un mercado potencial muy grande para vehículos urbanos eléctricos asequibles en Europa.
Para que los conductores puedan beneficiarse de modelos similares a los kei car japoneses, será necesario crear un nuevo marco legal y fiscal adaptado, además de una apuesta decidida por parte de los fabricantes. Si se logra, el panorama de la movilidad urbana podría transformarse radicalmente en los próximos años, reactivando la industria, mejorando la sostenibilidad y ofreciendo a los usuarios opciones de compra verdaderamente económicas. Ya lo veremos…