El Mercedes-Benz Clase G EQ, la versión eléctrica del icónico todo terreno alemán, ha llegado al mercado con la ambición de revolucionar el segmento de los todo terreno premium de lujo, pero la realidad está siendo muy diferente a lo deseado por Mercedes-Benz. Tras casi un año desde su lanzamiento, los datos evidencian que el interés por este modelo es bastante bajo y, lejos de lo que cabría esperar de un producto de la estrella, las cifras de ventas no acompañan al proyecto.
La acogida entre el público y los propios concesionarios es tibia y, según varias fuentes internas, es incluso dramática. El propio diario económico alemán Handelsblatt cita declaraciones de altos cargos de Mercedes-Benz en las que admiten que el Clase G EQ está actuando como «plomo» en los concesionarios, permaneciendo parado en las exposición y viéndose incapaz de captar la atención del cliente habitual de este vehículo.
Comparativa de ventas: eléctrico frente a combustión…
Durante su primer año en el mercado, el Clase G EQ apenas ha logrado la matriculación de unas 1.450 unidades en Europa hasta la primavera de 2025. Si extendemos la mirada a nivel global, los resultados no son mejores: en China, el principal mercado mundial de coches eléctricos, solo se han contabilizado 58 ventas, y en Corea del Sur, 61. En EEUU, donde el Clase G tradicional sigue siendo símbolo de prestigio, no consta ninguna unidad entregada. Por contra, las variantes de gasolina y diésel siguen arrasando, sumando casi 9.700 matriculaciones en el mismo periodo en Europa, lo que refleja un interés mucho mayor por las versiones tradicionales.
El desajuste entre el éxito de las versiones tradicionales y el escaso rendimiento del G580 EQ es tan marcado que varios directivos han reconocido abiertamente el problema. Aunque la compañía sostiene de manera oficial que las cifras «entran dentro de lo previsto», ningún responsable ha querido concretar el objetivo real, lo que alimenta la percepción de que las cosas no marchan como se anticipaba.
Factores que explicarían el escaso éxito…
- Precio elevado: El coste del Clase G eléctrico parte desde los 142.600 euros y puede superar los 160.000 euros en algunas versiones, situándose claramente por encima de los modelos diésel y de gasolina, que ya se mueven en cifras elevadas, restando atractivo al comprador tradicional del modelo.
- Autonomía limitante: Aunque homologa 473 kilómetros bajo ciclo WLTP, en condiciones reales apenas supera los 350 kilómetros, lo que representa una oferta poco competitiva para un vehículo de su categoría y precio.
- Funcionalidad recortada: El coche pesa más de 3.000 kilos, lo que reduce la carga útil a solo 415 kilos y elimina la opción de instalar un gancho de remolque, dos características que son clave para los usuarios más aventureros o profesionales.
- Plataforma no optimizada para eléctricos: Mercedes optó por adaptar la estructura de chasis tradicional del Clase G, insertando la batería en el bastidor, en lugar de usar una arquitectura eléctrica específica. Esto penaliza el aprovechamiento del espacio interior y añade sobrepeso, en contraste con lo que ofrecen los eléctricos puros.
- Desalineación con el perfil del cliente: La clientela habitual del Clase G busca sensaciones clásicas, como la respuesta de un motor de seis u ocho cilindros y la experiencia de conducción tradicional. La versión eléctrica, por mucho que intente emular el carácter del original, todavía no logra transmitir esa esencia para sus usuarios más fieles.
Impacto en la estrategia futura de Mercedes-Benz
La baja demanda del G580 EQ ha generado debate interno en la marca sobre el rumbo a seguir con este modelo. Ejemplo de ello es el proyecto “Little G” previsto para 2027: inicialmente concebido como un modelo exclusivamente eléctrico, sus responsables ahora barajan seriamente la opción de ofrecer variantes híbridas o incluso de combustión interna, gracias a arquitecturas modulares como la MMA. Los ingenieros y responsables reconocen que, para satisfacer la demanda real del segmento, pueden ajustar el diseño para admitir motores tradicionales si las cifras así lo requieren.
Este cambio estratégico refleja una tendencia más amplia en la industria, ya que la demanda de eléctricos de lujo crece mucho menos de lo que se preveía. En mercados como China, el grueso de ventas lo acaparan los modelos eléctricos de acceso, no los de lujo, lo que explica que rivales chinos estén triunfando donde marcas europeas están enfrentando dificultades.
Todo lo experimentado con el Mercedes-Benz Clase G EQ evidencia que la electrificación, aunque inevitable, debe tener en cuenta las verdaderas necesidades y expectativas de los usuarios. Los pasos atrás de la marca, al reconsiderar motores de combustión o híbridos para futuros productos, reflejan una mayor sensibilidad hacia el mercado y sus preferencias, señalando que en el segmento premium, la transición al coche eléctrico no es tan sencilla ni inmediata como se estimó.
Fuente – Handelsblatt
Imágenes | Mercedes-Benz