Prueba Audi A3 Sedán 1.4 TFSI 140 CV, motor, conducción y consumos (con vídeo)

Audi A3 Sedán

Era el momento de arrancar el Audi A3 Sedán. Mi pie derecho pisaba el pedal del freno y mi mano, instintivamente, buscaba el botón de arranque.  Tras el análisis a su diseño exterior e interior, preguntas aún sin responder invadían mi mente. A primera vista, seguramente sería el novio perfecto. Aparenta ser un tipo tranquilo, un tipo ordenado. No es fortachón, pero tampoco parece ser delicado. Pero, ¿y si buscaras un tipo más pasional? ¿Más atrevido?

Esta figura, protege un gran habitáculo, tanto por dimensiones, como por calidad. Y es que la piel del alemán, también cubre una mecánica TFSI de 1.4 litros y 140 caballos de potencia que estaba esperando un roce de mis dedos para comenzar a trabajar. El motor de gasolina, de serie, incluye el sistema COD capaz de desconectar dos de sus cuatro cilindros si la ocasión lo permite. ¿Será capaz de hacérnoslo pasar bien, a la vez que nos reduce el número de visitas a la gasolinera? Basta de pensar.

Compacto, no urbanita

Rompía el silencio del ralentí colocando el selector de cambio de la caja automática S-Tronic en D. El objetivo de siempre, salir de la bella y caótica capital española, permitía las presentaciones. Sutil en su rodar, y sencillo de gobernar. El Audi A3 Sedán, con menos de 4,5 metros de longitud, nos hace sencilla esta tarea.

Pese a ser compacto, su meta no es conquistar la ciudad. Adentrado en los constantes giros que exige la urbe, la dirección, de cremallera, y asistida electrónicamente, la notaba algo más dura de lo que podría ser a velocidades bajas. Más difícil de percibir, resulta la desconexión de cilindros, suave y casi inapreciable. Solo si estás en una situación que exija rapidez, podrás sentir esa perdida y posterior retorno de potencia.

Equilibrado incluso en consumos

El día no era para salir a tomar un helado, aunque sí lo era para practicar surf. Todo tiene su parte buena y su parte mala. Y esta última, la iba sufriendo en autovía con constantes azotes de una ventisca que parecía no mitigarse. Situación peligrosa que el Audi A3 Sedán no temía con un buen aplomo y una carrocería bien armada, pero que se reflejaría en los consumos. Aún así, 6,4 l/100 km a unos rigurosos 120 km/h después de más de 400 kilómetros. No está nada mal…

Audi A3 Sedán

Los días de esta semana que de aros trataba, iban concluyendo. Todavía no conocía el genio, si lo tenía, del teutón, pero sí conocía sus cualidades en poblado. Calles, semáforos, acelerador, freno. Parecía no inquietarle. El Start-Stop, buen aliado en estas circunstancias, respondía sin apenas lagunas, y el gasto de carburante se paseaba entre los 7,9 y 8,7 l/100 km. Por otro lado, y en general, la luna trasera permite buena visibilidad.

Un destino cualquiera, y lo importante, una típica carretera nacional. Ciento cincuenta kilómetros por delante, y la posición D iluminada junto a la palanca S-Tronic, una de las mejores transmisiones automáticas del mercado en mi opinión. Sin demasiados sobresaltos, el Audi A3 Sedán conseguía plasmar en el ordenador 4,7 l/100 km, bastante menos de lo que podría haber esperado.

Fiesta hasta las doce

Pero la situación se complicaba y tocaba adelantar.  Un leve toque del selector, ponía en marcha la opción Sport que incitaba al germano. El 1.4 TFSI de 140 ahora se mostraba más ágil, enseñaba su genio, sus dientes, y lo hacía de una manera formidable teniendo en cuenta la potencia barajada y su par de 250 Nm. Unos dotes que hasta el momento, se escondían bajo la alternativa D, excesivamente serena, y es que era como escuchar a un tenor cantar de repente las notas más agudas, sin saber que lo era.

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Dicen que lo mejor, siempre está por llegar, y para animar la fiesta aparecían un reguero de giros con claras intenciones de buscar las cosquillas al nuevo de la familia. Otro «empujoncito» más al cambio, esta vez hacia la derecha, dejaba todo el trabajo en mis manos. Era una pena que esta unidad no equipara levas al volante, pero era una contrariedad que ni mucho menos iba a aguar la fiesta.

Las siete velocidades de esta doble embrague, la DSG de Volkswagen, exprimen de buena manera el jugo de la mecánica que, desde cerca de las 2.000 vueltas, empuja con contundencia hasta cerca de las 5.000. Excitación que las ruedas delanteras asumían correctamente con ausencia de subviraje en la adición violenta de gas.

No cabeceaba, pero es que tampoco sobreviraba. El chasis y la suspensión fijaban al A3 Sedán en cada curva, manteniéndolo muy estable en el manoteo de enlazadas. Sus 1.325 kg. de peso, nos dejan una ligera berlina con la que es fácil disfrutar. Si bien es cierto que este conjunto no permite que el alemán se balance, pero si muestra rápido sus límites. Los muelles, no se olvidan de dotar al vehículo de confort, y se sitúan justo en medo de esa línea que divide lo deportivo y lo confortable.

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Un motor con capacidades que sorprenden, envuelto en una dinámica precisa, pero no tan deportiva como esperaba. La prueba del Audi A3 Sedán concluye su segunda parte, y espera la conclusión final. Mañana hablaremos de su precio, su equipamiento, y pondremos todas las cartas sobre la mesa. ¿CLA o A3 Sedán?

Más información – Prueba Audi A3 Sedán, diseño exterior e interior


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