Prueba Renault Mégane TCe 130 CV, motor, conducción y consumos (con vídeo)

Ayer comenzamos con la prueba del Renault Mégane 2014. El compacto francés se renovaba con un pequeño restyling para mantener fresca su figura hasta la llegada, dentro de pocos meses, de la cuarta generación del modelo. Sin embargo, la madurez del producto no ha evitado que Renault lo haya ido actualizando de forma inteligente.

Así, nuevas mecánicas más eficientes se han ido sumando al catálogo, entre las que se encuentra el motor 1.2 TCe de gasolina con 130 caballos de potencia. Es la versión que probamos hoy, una alternativa clara a las mecánicas diésel con un consumo a priori contenido y un refinamiento más conseguido.

Una interesante gama mecánica

La gama de motores del Renault Mégane berlina resulta bastante interesante, centrándose en lo más vendido y con motores de última generación. La oferta gasolina se completa con 2 alternativas, un mismo bloque 1.2 TCe con 115 caballos y 130 caballos para el más potente que probamos.

La oferta diésel queda compuesta por el sempiterno y poco sediento 1.5 dCi con potencias de 95 y 110 caballos. Más arriba se sitúa la apuesta más potente en este combustible, un motor 1.6 dCi ahora con 130 caballos de potencia.

1.2 TCe 130 caballos

Nuestro Renault Mégane se configuraba como la opción más potente de la gama en 5 puertas, también como el motor de gasolina más capaz. Para ello la marca del rombo ha recurrido a un motor 1.2 de 4 cilindros con sobrealimentación, contando con 130 caballos de potencia y 205 Nm de par.

Arrancar significa poner en marcha un motor que destaca, por encima de cualquier otra cosa, por refinamiento. Es realmente elogiable el trabajo de Renault en este sentido creando un coche en el que el motor parece ajeno al coche, en vibraciones y sonido, especialmente en este último apartado. El motor no se hará notar en prácticamente ningún momento dentro del rango completo de revoluciones.

A su vez, Renault ha conseguido crear un motor con un funcionamiento bastante similar a un diésel, con una parte baja y media del cuenta vueltas bastante llena para su pequeña cilindrada. Sí es cierto que por debajo de unas 1.500 vueltas el coche es más perezoso, pero a partir de ahí el motor responde firmemente a pesar de unas relaciones de cambio casi eternas. Aun así, consigue moverlas con bastante solvencia.

A partir de 2.000 vueltas el coche se muestra mucho más vivo y contundente, aunque con una respuesta extremadamente lineal. No hay zona buena concreta, y tal vez la mayor pega venga de parte de una respuesta al acelerador con cierto lag hasta que el turbo consigue reaccionar. En todo caso la respuesta es sumamente suficiente como para no calificar de problema esta pequeña laguna.

Por otro lado tenemos una caja de cambios con unos desarrollos muy largos buscando el mínimo consumo. Lo cierto es que el motor consigue moverlos bien, aunque es recomendable bajar una marcha, o dos, para salir del apuro rápido. El tacto de la caja, por cierto, es curioso. Mientras que es bastante preciso, la palanca apenas ofrece resistencia al moverla. Es muy cómoda, aunque algunos echarán de menos un tacto algo más mecánico.

Y llegamos a los consumos, zona de riesgo cuando comparamos estos motores gasolina frente a sus homólogos diésel. Nosotros en un recorrido mixto de cerca de 500 kilómetros hemos registrado una media de 6,7 l/100 km (bastante alejado del homologado). Se trata de una media bastante interesante si tenemos en cuenta, sobre todo, el refinamiento que nos ofrece este motor frente al dCi. En carretera es capaz de hacer unas medias muy interesantes de en torno a los 5,5 l/100 km. En ciudad es donde es más complicado bajar de 8-9 l/100 km. Cuenta, además, con sistema Start/Stop. Funciona correctamente aunque no nos importaría una mayor rapidez al arrancar.

Rutero

El Renault Mégane es un coche de gran masa y, por tanto, un coche que debe satisfacer a un gran público. La comodidad es una condición indispensable, y el Mégane consigue colocarse en un buen lugar en este apartado. Sin embargo, consigue también ofrecernos un comportamiento ciertamente dinámico, con un chasis bien puesto a punto que flaquea en muy pocas cosas.

Consigue un compromiso entre dinámica y confort de lo más acertado. En zonas de curvas los balanceos de la carrocería son mínimos, con unos asientos, además, con una sujeción muy correcta. A alta velocidad, como autovía, proporciona un rodar muy asentado y filtra muy bien las imperfecciones. De hecho sorprende cómo es capaz de filtrar atendiendo a lo plana que consigue llevar la carrocería en zonas reviradas.

La dirección, por otro lado, me ha gustado en precisión y dureza, con un claro tacto deportivo. Pero sigue cayendo en el fallo de prácticamente todas las direcciones actuales, pecando de filtrar demasiado lo que ocurre en las ruedas. En todo caso me parece, a diferencia de otros modelos Renault, una dirección muy conseguida.

Rodando se muestra un coche suave y rutero en todas sus facetas. Es cómodo en largas distancias, con una insonorización bastante lograda. En ciudad, afortunadamente no se ha rendido todavía a las medidas exageradas de algunos compactos actuales, y la dirección, aquí blandita, nos facilitará la tarea de estacionamiento. No encontraremos un sistema de aparcamiento avanzado pero los sensores nos ahorrarán el tener que estar controlando firmemente los retrovisores.

Se trata, por tanto, de un compacto de lo más polivalente. Mientras que ofrece un alto grado de confort, no se olvida de una dinámica en absoluto torpe, todo lo contrario. Sin olvidar un motor, en nuestro caso, completamente ajeno a nosotros por vibraciones y sonoridad, aunque el consumo frente a las versiones diésel es sensiblemente mayor.

Cerramos por hoy nuestra prueba del Renault Mégane 2014 para mañana arrancar con el repaso a su gama, su equipamiento y su precio, para terminar con una breve valoración final.