Cuando conocimos la primera generación del Skoda Octavia todos teníamos muy claro cuál era su posición en el mercado. Sin embargo, nadie esperaba que fuera a ser un éxito de ventas y con las sucesivas evoluciones mejoró y subió de categoría. Ahora, ha pasado de ser considerada una «simple» berlina compacta a meterse de lleno en el segmento D, donde pesos pesados como el Peugeot 508 o Volkswagen Passat se baten el cobre mes a mes.
El punto negativo que ha traído esta evolución repercute en su precio de venta, que ya no es tan bajo como antes. Sea como fuere, estamos ante el mejor Octavia de la historia de la marca y sus responsables quieren sacar el mayor partido de ello. Por tanto, no se lo han pensado y han decidido introducir un nuevo acabado que hasta ahora no había estado presente en este modelo. Nos referimos al Skoda Octavia Sportline, el hermano menor del RS.
El Skoda Octavia Sportline ofrece una imagen más dinámica y deportiva
A nivel estético, el Skoda Octavia Sportline mantiene las líneas de diseño que conocemos. Los cambios que recibe su fisonomía se limitan a elementos decorativos en tono negro. A destacar tenemos el spoiler delantero, el marco de la parrilla y los logos de Skoda y Octavia del portón. El difusor trasero también está acabado en el mismo tono. Además, la variante con carrocería familiar Combi aporta un toque deportivo extra con un alerón superior.
De puertas adentro, siguiendo el esquema del exterior, cuenta con sutiles novedades. Podemos distinguir al nuevo Skoda Octavia Sportline por el volante deportivo multifunción de tres radios o los asientos deportivos con reposacabezas integrados y tapizado ThermoFlux. A modo de adorno cuenta con varias insignias Sportline por el volante o los umbrales de las puertas. Además, como detalle extra añade un puerto USB-C en el espejo retrovisor