La amenaza de cierre de fábricas de Stellantis ha encendido de nuevo las alarmas en la industria automovilística europea. El grupo, que engloba marcas tan conocidas y míticas como Peugeot, Lancia, Fiat, Opel, Citroën y DS ha reiterado que la imposibilidad de cumplir con los exigentes objetivos de reducción de emisiones de CO2 marcados por la Unión Europea podría obligarles a tomar medidas drásticas en los próximos meses. Todo, ante la cerrazón del ente europeo de ajustarse a la realidad técnica y no utópica…
La situación se ha agravado recientemente, ya que el ritmo de ventas de vehículos eléctricos y furgonetas eléctricas está muy por debajo de lo requerido. Apenas un 9% de cuota para los vehículos industriales eléctricos, cuando Bruselas exige cerca de un 24% para 2027, dejando al grupo ante el riesgo de millonarias sanciones si no logra acelerar la transición. Esta situación, que podría ser única y exclusiva de Stellantis, también está poniendo contra las cuerdas a Renault. Sí, porque todas van en el mismo barco…
Una encrucijada para la industria europea…
Durante una visita a la planta de Hordain (Francia) y en una reciente comparecencia en el Parlamento italiano, Jean-Philippe Imparato, director europeo de Stellantis, ha sido claro: «Si tenemos que pagar esta multa, será inevitable cerrar fábricas». Esta advertencia pone sobre la mesa una realidad incómoda para los trabajadores. El grupo se enfrenta a la posibilidad de tener que reducir drásticamente la producción de vehículos diésel y gasolina, afectando a aquellas plantas especializadas en comerciales ligeros.
Entre las instalaciones en mayor peligro destaca la planta de Sevel, en Atessa (Italia), considerada la mayor fábrica de furgonetas de Europa. Allí, unos 6.400 empleados ensamblan a diario modelos tan populares como la Fiat Ducato, Citroën Jumper y Peugeot Boxer. Otras fábricas como la de Vigo en España, también están en la cuerda floja, al concentrar una parte sustancial de la producción europea del grupo.
Presiones y demandas de la industria
El directivo francés ha insistido en que duplicar las ventas de eléctricos en unos 2 a 3 años es una meta imposible con las condiciones actuales del mercado, marcada por una demanda insuficiente y una infraestructura de carga aún por desarrollar. Jean-Philippe Imparato ha mostrado su preocupación por la falta de flexibilidad en la normativa europea, que obliga a las firmas a realizar una transición acelerada, a riesgo de perder competitividad global y destruir empleo en el viejo continente.
No es una postura aislada. Otros gigantes del sector, como Volkswagen, Porsche o Audi, han reclamado más tiempo y gradualidad para adaptarse al nuevo marco ambiental. Incluso piden una revisión sobre la prohibición total para los motores de combustión ICE prevista para el año 2035. En este contexto, Alemania y Francia ya han sugerido que los híbridos enchufables podrían mantenerse como opción transitoria.
Un futuro en manos de Bruselas…
Stellantis ha dejado claro que la única vía viable para evitar un ajuste de plantilla y cierres es que la Unión Europea reconsidere sus objetivos y facilite una transición más realista. De momento, la industria ha conseguido posponer hasta 2027 la entrada en vigor de las multas más duras. Sin embargo el fondo del problema persiste. Las ventas de vehículos eléctricos crecen, pero no lo suficiente como para compensar la caída de los diésel y gasolina.
Mientras tanto, Stellantis advierte que, de no cambiar la regulación en los próximos meses, tendrá que priorizar la producción de eléctricos y recortar los modelos térmicos, lo que inevitablemente pondría en riesgo fábricas y miles de empleos. Las marcas afectadas incluyen no solo a las de comerciales ligeros sino también a turismos que dependen aún de la demanda de motores térmicos tradicionales.
La tensión interna se hace palpable, y la falta de soluciones inmediatas para incrementar la demanda eléctrica —como mayor apoyo a la red de recarga y ayudas a la compra— agrava la incertidumbre. El sector automovilístico europeo, que aporta millones de empleos y es clave en la economía de países como España, Italia y Francia, vive su momento más delicado en décadas ante la aceleración regulatoria y el lento despegue del mercado eléctrico.
El pulso entre fabricantes y Bruselas continúa. De los próximos meses dependerá que gigantes como Stellantis mantengan su nivel de producción y empleo en Europa, o se vean forzados a tomar decisiones drásticas que afectarían al tejido industrial y social del continente.
Fuente – Automotive News
Imágenes | Stellantis – Citroën – Peugeot – Opel – DS