Asistimos a la presentación del BMW i8 en Sevilla

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BMW ha querido que su novísimo deportivo híbrido, el BMW i8, reciba el trato adecuado para su presentación en sociedad, y ha recorrido los concesionarios BMW i de España en un periplo que les ha traido hasta Sevilla, donde San Pablo Motor, perteneciente al grupo andaluz CATSA, nos ha invitado a asistir para comprobar en primera persona el despliegue de luces, sonido y sensaciones capaces de poner en valor todo lo que la firma muniquesa simboliza, plasmado en su interés y desarrollo por la eficiencia energética.

Cubierto por una lona blanca, sumido en una estudiada penumbra con iluminación azul que oportunamente se funde entre los últimos reflejos dorados que regala el ocaso, el BMW i8 aguarda a ser presentado mientras los invitados van llegando al recinto. Una selección de clientes, potenciales compradores y comunicadores del sector se dan cita, aprovechando muchos para familiarizarse con las remozadas instalaciones de la concesión. Ese momento de tranquilidad me permite un primer contacto de cerca con la silueta del BMW i8.

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Porque es precisamente eso lo que se ve, o se intuye, su silueta. Un ejercicio de sugestión cuya primera imagen genera la sensación habitual que debe generar cualquier vehículo marcadamente deportivo, y recalco, de-por-ti-vo: es bajito y muy ancho, como debe ser. Se adivina una línea de cintura muy pronunciada desde atrás, los pasos de rueda no se pueden disimular bajo la tela. Hay miradas furtivas desde otros puntos de la sala, pero pocos curiosos que se acerquen… ¿demasiado familiar a estas alturas?, ¿el cóctel de bienvenida es muy bueno?

No puedo evitar fijarme en las impresiones del público, son importantes. Como también lo son las cifras de ventas para la marca, y para la ocasión, sendos BMW i3 están dispuestos como antesala, para aquellos clientes que centren su mirada en la eficiencia del día a día. Quien quiera información del vehículo, la tiene, y para ello están Chema y Juan Antonio pendientes de todo. Clara y sus compañeras hacen lo propio en la recepción. Todo está orquestado y coordinado, y en este punto, también es de agradecer el interés puesto por San Pablo Motor.

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Llega el momento del «destape», lo antecede un breve comentario por parte de Luis Javier Álvarez, gerente de la concesión. Suena música orquestada y una violinista irrumpe en escena aportando el punto dramático que toda presentación requiere. El BMW i8 se descubre y ya es el centro de atención, el protagonista. Veo caras de sorpresa, otras de familiaridad, de viejo conocido al que volvemos a ver. Muchos lo inmortalizan con su teléfono, esperando que alguien rompa el hielo, se acerque y lo abra para curiosear. Oigo comentarios acerca de su aspecto, de su apariencia. Poco acerca de su tecnología híbrida. Es momento de ojear sus detalles, su diseño.

La primera impresión se vuelve a reafirmar: es ancho, impone, aunque la parte trasera es en este sentido algo más agresiva que la delantera. Visto de lado se suaviza mucho, pierde fuerza. Desde ciertos ángulos me recuerda fugazmente al BMW M1, a las líneas de Giugiaro, es algo en lo que coincido con un par de aficionados mientras hablamos allí. Son solo pinceladas, el resto del coche es otro mundo. Ganarme en el plano estético no lo tendrá fácil, es transgresor, pero no puedo evitar pensar en cómo envejecerá… Es un futuro clásico, para mí, eso también cuenta.

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Las nervaduras de la carrocería dejan detalles constructivos a la vista, como cuando abres las puertas. Puertas que por cierto dan sensación de ligereza al levantarlas, hasta que reparas en el enorme amortiguador que lo permite. La fibra de carbono asoma en los marcos de puerta, en los pliegues. Allá donde nadie mira centro yo mis pesquisas: este coche debe ser muy caro de fabricar, ¿será realmente rentable para BMW? No es la primera vez que un fabricante «pierde» dinero con un vehículo, con tal de reforzar su imagen de marca. No olvidemos que el i3 sí que se vende…

Con lo que no transijo de su exterior es con los detalles de color azul. Sé que son parte de su «identidad» híbrida, venden una imagen. Juegan con los sentidos y transmiten limpieza, pero a ratos sobrecargan, cansan. ¿Se podrá prescindir de ellos? Las llantas también juegan un punto crítico. Son enormes en diámetro (20 pulgadas) pero estrechas para lo que acostumbramos a ver. Nunca he defendido el exceso de neumático, así que en el apartado técnico, me parece fantástico optar por una anchura tan «conservadora». Del acabado brillante tampoco estoy convencido, ¿muchos clientes chinos? Tal vez…

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Casi todos los curiosos se han sentado ya en su interior, empieza a reinar cierta calma. A muchos invitados (e invitadas) les ha costado sentarse, pero aún más les ha costado salir del coche de forma mínimamente decorosa. Es un espectáculo en sí observar las contorsiones que hacen. Yo no me libro, para sentarme en el asiento del pasajero casi me doy un cabezazo. Ya que estoy dentro, toqueteo, toqueteo por todas partes. Hay calidad percibida, pero calidad típicamente BMW.

¿Y eso qué significa? Que los ajustes y acabados se antojan sólidos, bien terminados, pero no hay un solo detalle que hable de LUJO en mayúsculas. Esperas un interior más cercano al de un BMW Individual, o i-ndividual, lo mismo me da. Hay apliques del interior iluminados en azul. Sí, más azul, quizás por eso noto cierta frialdad de sensaciones. Me voy al asiento del conductor. Aquí mejora, vuelvo a encontrar un habitáculo orientado al conductor. Piernas estiradas, asiento muy bajo y volante vertical. «Si me arrancas te pediré guerra» parece que te susurra…

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Pero no hay nada que arrancar. Ésta es una unidad de pre-serie, y hay que conformarse con una «prueba» estática. Quizás por eso haya detalles que tal vez puedan pulirse. Uno de ellos es la regulación de la columna de dirección. ¿Tantos euros juntos en su factura y sigue siendo manual? El i-Drive, tan intuitivo como siempre, una delicia pese a mis reticencias. Reparo en un detalle, la pantalla no se ve desde la lente polarizada de mi cámara, «desaparece». ¿Sucederá igual con gafas de sol polarizadas durante la conducción?

Tampoco me transmiten sensación de solidez las levas del cambio, ancladas al volante. Son más propias de una videoconsola que de un coche. No hacen un «click» serio, lo hacen como en dos tiempos, como sin ganas. Son ese tipo de detalles que en conducción te aportan una conexión extra con el vehículo, una sensación de precisión meridiana. Pulsar una leva y sentir que haces «algo importante», no un simple trámite. Espero que en las unidades de serie mejore, a falta de poder conducirlo. Precisamente por eso, centro mis críticas en las sensaciones.

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Todo en el interior habla en un lenguaje menos «futurista» que el exterior. BMW ha jugado una baza más conservadora, quizás pensando en que la convivencia con el coche se hace ahí, en el asiento del conductor, y el «cliente BMW» está muy acostumbrado a habitáculos de trato familiar. Sabes dónde se encuentran todos los mandos en los primeros cinco minutos, y eso también es identidad de marca. Hay costuras de cuero rematando cada rincón, pero sigo sin sobrecogerme. Y yo quiero que un coche así me sobrecoja en todo momento. ¡Nos acabamos de conocer!

Un señor muy alto toma asiento después de mi. Tal vez mida un metro noventa. Regula a su posición final la longitud de la banqueta, pero no consigue estirar las piernas lo conveniente, y quedan en un ángulo donde sus rodillas chocan con el volante. «Este coche no es para mí», bromea, pero tampoco está muy falto de razón, es cierto que así no podría conducir. Yo con mis 171 centímetros de altura sí podría convivir con el i8, aunque no dispongo de los 126.900 Euros que requiere desembolsar. Unos por altura y otros por dinero, ¡qué cosas!

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Y es que si de sensaciones hay que hablar, podría explayarme aún más. En general el BMW i8 me parece un ejercicio excelso de ingeniería automovilística. También me genera reparos, empezando por su manera de envejecer. Ya lo he dicho, es un futuro clásico, pero a diferencia de un BMW M1, cuyo mantenimiento no es secreto para un mecánico más allá de la abultada factura, BMW tiene en su mano que el i8 pase a la historia como un hito de la tecnología, o como un quebradero de cabeza para sus dueños.

Hay algunos detalles más que destacar, como el de la aplicación para móvil My BMW Remote App, que te permite conectarte a tu coche para conocer en todo momento autonomía, nivel de carga o lo eficiente de tu conducción, entre otros muchos parámetros. También la atención prestada por el concesionario BMW San Pablo Motor, que no dudó en poner a nuestro servicio sus instalaciones para facilitar la labor fotográfica y técnica. Conviene recordar que BMW también conserva su familia BMW M, así que el i8 tiene buenos argumentos para triunfar, pues viene a ampliar la oferta de vehículos prestacionales, no a sustituirla.

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