El olor que sale de los escapes, ese olor cuando estás repostando… no es ningún secreto que el olor a combustible gusta, o suele gustar a muchas personas. Pero, ¿alguna vez te habías preguntado por qué gusta el olor a gasolina? Aquí te damos las claves sobre esta curiosidad.
La ciencia ha analizado este fenómeno para dar respuestas. Te animo a seguir leyendo para que puedas conocer los motivos, y también resolver otras dudas relacionadas, como si es perjudicial para la salud oler estos elementos o si no lo es…
El olor a gasolina
La gasolina, ese líquido que impulsa nuestros vehículos, es en realidad una compleja mezcla de sustancias químicas. Entre sus componentes encontramos, sobre todo, una multitud de hidrocarburos aromáticos. Uno de estos hidrocarburos, el benceno, es el responsable de ese característico olor que tanto nos atrae.
Desde una perspectiva mecánica, el benceno se añade a la gasolina para mejorar el rendimiento y la eficiencia del motor. Sin embargo, es su impacto en nuestros sentidos lo que resulta verdaderamente fascinante. El benceno es una molécula aromática intensa que nuestro olfato detecta con facilidad, incluso en pequeñas concentraciones.
Este aroma tan distintivo está relacionado con las moléculas llamadas terpenos, presentes en una amplia variedad de plantas, como la lavanda, el cannabis, los pinos y el mango. Estas sustancias son las responsables de los olores característicos de la naturaleza. Curiosamente, nuestro cerebro parece tener una predilección especial por los aromas derivados de los terpenos, incluyendo el del benceno en la gasolina.
La explicación radica en la estrecha conexión entre el olfato y la memoria. Nuestro cerebro almacena recuerdos asociados a determinados olores, y cuando volvemos a percibir ese aroma, se activan esas memorias de manera casi instantánea. Es lo que se conoce como «recuerdo olfativo».
En el caso de la gasolina, es probable que hayamos asociado su olor a experiencias positivas de nuestra infancia, como viajes en coche durante las vacaciones, paseos por el campo o simplemente momentos compartidos con seres queridos. Este vínculo emocional entre el aroma y la memoria hace que el olor de la gasolina nos resulte agradable y nostálgico. No obstante, no a todos les pasa, existen personas que opinan que el olor a estos combustibles es desagradable…
Más allá de la nostalgia evocada por el aroma, existe otra teoría científica sobre por qué nos gusta el olor a gasolina. Y es que el benceno también ejerce un impacto directo sobre nuestro sistema nervioso. Al inhalarlo, este hidrocarburo produce un efecto similar al de otras sustancias como el alcohol: una sensación temporal de euforia.
¿Cómo ocurre esto? El benceno tiene la capacidad de adormecer nuestros nervios, lo que desencadena una respuesta en el cerebro. Esta respuesta se centra en el sistema de recompensa, una región cerebral asociada con el placer y la motivación. Cuando nuestros receptores olfativos detectan el benceno, el cerebro libera dopamina, una neurotransmisor vinculado a la sensación de bienestar. Este mecanismo de recompensa es el mismo que se activa con sustancias adictivas.
Benceno más allá de los combustibles
El benceno está presente en otros muchos productos, no solo en los combustibles. También lo tenemos en algunos plásticos y resinas sintéticas, además de en ciertos tipos de goma, lubricantes, pinturas, tintes y disolventes, detergentes, explosivos, pegamentos, pesticidas, humo de los cigarros, o las propias emisiones de los escapes de los vehículos pueden contener pequeñas cantidades de benceno. En el pasado incluso se llegó a usar como medicamento, aunque se retiró por son alta toxicidad.
Benceno y la salud
Es importante destacar que, aunque el aroma de la gasolina puede evocar emociones positivas, el benceno es una sustancia tóxica y cancerígena. Por lo tanto, es fundamental tomar precauciones para evitar la inhalación de sus vapores. Por ejemplo, la inhalación de benceno, incluso en pequeñas cantidades, puede tener graves consecuencias para la salud humana, como:
- Efectos a corto plazo:
- Sistema nervioso central: mareos, somnolencia, dolores de cabeza, confusión, pérdida del conocimiento.
- Sistema cardiovascular: aceleración del ritmo cardíaco, arritmias.
- Sistema respiratorio: irritación de las vías respiratorias, dificultad para respirar.
- Otros: náuseas, vómitos, irritación de la piel y los ojos.
- Efectos a largo plazo:
- Sistema hematopoyético: el benceno es un potente agente cancerígeno. La exposición crónica puede causar leucemia y otros tipos de cáncer en la sangre.
- Daño en la médula ósea: disminución de la producción de glóbulos rojos, lo que lleva a anemia.
- Daño en el sistema inmunológico: aumenta la susceptibilidad a infecciones.
- Efectos reproductivos: puede afectar la fertilidad y aumentar el riesgo de malformaciones congénitas.
Poca broma, así que, aunque guste ese aroma, es mejor evitarlo cuando sea posible. Y siempre deberías ventilar la habitación si vas a trabajar con este tipo de combustibles cuyos vapores pueden contener sustancias peligrosas como el benceno, además de evitar que se concentren vapores volatilizados que puedan causar inflamación ante una chispa.
¿Es una droga?
Sí, el olor a benceno puede tener un efecto narcótico en altas concentraciones. Esto puede producir efectos similares a otras drogas, como:
- Somnolencia: el benceno puede provocar una sensación de somnolencia o adormecimiento.
- Mareos: la inhalación de benceno puede causar mareos y pérdida de equilibrio.
- Confusión: el benceno puede afectar las funciones cognitivas y causar confusión.
- Pérdida del conocimiento: en casos graves, la exposición a altas concentraciones de benceno puede llevar a la pérdida del conocimiento.
Por tanto, no es nada positivo. Desde AM no te animamos a oler estos productos, y mucho menos ingerirla o llevársela a la boca como vemos en algunos actos de supuestos faquires, ya que la ingestión puede ser realmente peligrosa, e incluso llevar a la muerte…
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