El reciente cambio de imagen de Jaguar ha generado un intenso debate en la industria automotriz y entre el público general, especialmente a raíz de las declaraciones de Donald Trump. El presidente estadounidense no ha dudado en expresar abiertamente su descontento con el nuevo rumbo de la marca británica, calificando su última campaña de ‘estúpida’ y ‘desastrosa’, además de asegurar que Jaguar atraviesa un momento de ‘confusión absoluta’.
La polémica surgió tras la presentación de la nueva identidad visual de Jaguar, donde la firma dejó atrás su icónico logotipo felino para optar por un diseño más geométrico y minimalista. Este cambio coincidió con una campaña publicitaria que incluye modelos alejados de los cánones tradicionales, con atuendos llamativos y lemas centrados en romper moldes y celebrar la diversidad. Para Trump, esta apuesta comunicativa supone «un desastre total», llegando a preguntarse quién querría comprar uno de estos coches tras ver el anuncio.
Una transformación polémica en medio de retos internos
Jaguar Land Rover inició una ambiciosa estrategia de reestructuración bajo la hoja de ruta Reimagine con el objetivo de reposicionar a Jaguar como una marca premium y 100% eléctrica para 2026. Para ello, la empresa detuvo la fabricación de sus modelos tradicionales, como el XE, XF, F-Type, I-Pace y E-Pace, dejando a los concesionarios prácticamente sin vehículos disponibles y generando una caída del 97% en sus ventas en Europa. A pesar de las críticas externas, la marca defiende que esta drástica bajada en las cifras responde a la transición de producto y no a la acogida de la nueva imagen.
En este contexto, la salida de Adrian Mardell como CEO ha alimentado el debate sobre el impacto real de estas decisiones estratégicas. Mardell, tras más de tres décadas en la compañía y una etapa reciente como máximo responsable, deja su puesto mientras la empresa afronta la renovación más radical de su historia reciente. Su sustitución por PB Balaji, que asumirá el cargo en noviembre de 2025, se ha anunciado como un movimiento planificado, desvinculando públicamente su marcha de la polémica.
Trump intensifica la polémica con sus declaraciones
Las reacciones a la nueva Jaguar no se han hecho esperar y Donald Trump ha sido especialmente vehemente. Utilizando su plataforma Truth Social, el presidente comparó la situación de Jaguar con otras marcas estadounidenses que, según él, sufrieron consecuencias negativas por campañas similares. Trump insistió en que la compañía estaba «sumida en el caos» y animó a Jaguar a reflexionar sobre el ejemplo de otros casos controvertidos, como Bud Light, reforzando su mensaje habitual contra iniciativas inclusivas en la publicidad.
Entre las frases más destacadas, Trump llegó a decir: «¿Quién querría comprar un Jaguar después de ver ese anuncio tan bochornoso?» y definió la decisión de abandonar el logo clásico en favor de otro más abstracto como «incomprensible«. Además, atribuyó la salida del CEO al fracaso de esta campaña y al rechazo del público tradicional de la marca.
Repercusiones en ventas y estrategia de futuro
El drástico descenso en las ventas en Europa —un 97,5% menos— ha sido aprovechado por los críticos para afirmar que la nueva dirección de Jaguar no está conectando con el público. Sin embargo, la propia compañía insiste en que este desplome se debe a la detención temporal de la producción y no al contenido de sus anuncios o a la nueva estrategia visual. El fabricante recuerda que su prioridad es centrarse en la electrificación y en reposicionarse como un referente de lujo sostenible.
¿Quién tendrá razón? Lo veremos en los próximos años…