Hace treinta años arrancaba la historia de un modelo que ha dejado huella en el mundo de los deportivos descapotables: el BMW Z3. Fue en el año 1995 cuando la firma bávara sorprendió a propios y extraños lanzando un roadster compacto, destinado a marcar una nueva era en el segmento y a reforzar la imagen de BMW como fabricante de vehículos con personalidad propia. Desde entonces, el Z3 es una referencia y, llegado a este aniversario, buena parte del público lo considera un auténtico clásico moderno.
El mítico Z3 no solo supuso una novedad por su propuesta, sino que rompió moldes al ser el primer modelo de la firma fabricado en Estados Unidos, en la planta de Spartanburg. Una apuesta estratégica que respondía a la demanda creciente de vehículos deportivos en este importante mercado. Y no solo eso ya que a la postre resultó ser todo un acierto: las cifras avalan su éxito, con cerca de 300.000 unidades producidas entre 1995 y 2002. Y si no lo conocías te contamos todos sus secretos…
Un estreno de película y éxito inmediato…
El lanzamiento del BMW Z3 llegó acompañado de un golpe de efecto mediático de lo más efectivo: su aparición en la película ‘GoldenEye’, de la saga James Bond, en manos de Pierce Brosnan. El estreno de la cinta en noviembre de 1995 catapultó la notoriedad del roadster, que logró algo poco habitual, convertirse en objeto de deseo incluso antes de llegar a los concesionarios. La presencia del Z3 en el universo cinematográfico del agente 007 no solo sirvió como escaparate mundial, sino que tuvo consecuencias inmediatas en las ventas.
La marca alemana lanzó en EEUU una edición limitada bajo el nombre ‘James Bond Edition’, inicialmente prevista para solo 20 ejemplares. Sin embargo la demanda fue tal que la producción se amplió a 100 unidades. De hecho, a comienzos de 1996, BMW ya había vendido toda la producción anual prevista para ese año, unas 15.000 unidades, superando de lejos sus propias expectativas. Pero su éxito en los EEUU no sería flor de un día a lo que habría que sumar la repercusión que ya lograba en Europa.
Diseño: herencia, atrevimiento y sello propio…
Lo que diferenciaba al BMW Z3 no era solo su condición de descapotable biplaza. El diseñador Joji Nagashima fue el creador de unas líneas que mezclaban modernidad y ciertos guiños al pasado. La inspiración en modelos clásicos como el mítico BMW 507 de los años cincuenta se hacía patente en el largo capó, la zaga compacta y en detalles como las branquias laterales, que a partir de entonces se convertirían en seña de identidad de la gama Z.
El coche reunía los principales ingredientes de los roadsters de la marca: capó prolongado, habitáculo retrasado y voladizos cortísimos. Además, su presencia juvenil e impactante ayudó a hacerlo atractivo tanto para nostálgicos como para nuevos aficionados. Con el tiempo, la estética del Z3 ha sido reconocida como un ejemplo de diseño atemporal, logrando conservar frescura incluso entre los coleccionistas actuales.
Un abanico mecánico a la altura de su leyenda
En sus primeros meses a la venta, el BMW Z3 se ofrecía con dos motores de cuatro cilindros: 1.8 de 115 CV y 1.9 de 143 CV. Estas opciones, aunque no brillaban por prestaciones, permitían disfrutar del espíritu descapotable y un tacto de conducción muy genuino. Sin embargo, la gama se amplió con la llegada de las versiones de seis cilindros: en abril del año 1997, el Z3 estrenó el 2.8 de 193 CV, un propulsor que elevó notablemente las prestaciones y convirtió al coche en un verdadero deportivo.
La guinda llegó poco después con la presentación del Z3 M Roadster y Coupé, equipados con el motor 3.2 de 321 CV, el mismo que montaba por entonces el BMW M3 E36, y más adelante con el S54B32 de 325 CV, ya al final de la vida comercial del modelo. En 1999, coincidiendo con el restyling, el Z3 sumó también nuevos motores a la oferta: un 1.9 de 117 CV (el último de cuatro cilindros), junto a los nuevos seis cilindros de 2.0 litros (150 CV), 2.2 (170 CV) y 3.0 litros (231 CV). Su variedad aseguraba opciones para todo tipo de gustos, desde quienes buscaban un cabrio disfrutable a diario hasta los que querían un bólido de fin de semana.
Rediseño y evolución: 1999 marca un punto de inflexión
El rediseño de 1999 supuso un pequeño punto de inflexión en la vida comercial del Z3. Estéticamente, se reforzó la musculatura de la trasera, se incorporaron ópticas traseras de nueva factura y el frontal ganó personalidad gracias a unos faros con cerco cromado. La actualización coincidió con el hito de alcanzar cerca de 170.000 unidades fabricadas, lo que reflejaba el excelente momento del modelo.
Mecánicamente, la actualización ofreció más opciones al cliente. Además de la mencionada gama de motores, BMW apostó por versiones especiales y paquetes de equipamiento que aumentaban tanto el atractivo visual como la deportividad. Así, la Serie Sport Edition ofrecía llantas de 17 pulgadas (modelos Style 42 y Style 78), una suspensión rebajada 1,5 cm respecto a los Z3 convencionales, diferencial autoblocante trasero y detalles específicos en el interior, incluyendo asientos deportivos y elementos inspirados en la división M.
El Z3 Coupé: un capricho de culto
Más allá del roadster, la variante Z3 Coupé debutó en verano de 1998 como una de las propuestas más atrevidas y poco convencionales de la época. Su peculiar silueta, con una trasera abombada y carácter de ‘shooting brake’, se inspiraba en el histórico BMW 328 Sportcoupé que triunfó en la Mille Miglia de 1940. Solo disponible con motores de seis cilindros (193, 231, 321 y 325 CV en las versiones M), del coupé se fabricaron unas 18.000 unidades pasando a ser un coche de culto.
Entre sus particularidades, cabe recordar que el Z3 M Coupé llegó a ser el coche de seguridad de MotoGP en el año 2000, un detalle que refuerza su aura deportiva y exclusiva. Además, dentro de la gama coupé, hubo series especialmente singulares, como la unidad «Millenium Edition», sorteada entre los lectores de una publicación alemana, y variantes Individual con combinaciones cromáticas y acabados personalizados.
Versiones, curiosidades y rarezas
El BMW Z3 no estuvo exento de ediciones limitadas y unidades totalmente únicas. Además de la versión James Bond mencionada anteriormente, la gama incluyó ediciones Individual con nombres tan evocadores como «British Traditional», «Dakkar» o «Kyalami», y otras más accesibles como las Sport Edition, que a día de hoy siguen siendo las más codiciadas por los aficionados. La Sport Edition se puede encontrar en los Z3 1.9i, 2.2i y 3.0i, siempre con paquete deportivo y un aspecto más agresivo.
No menos llamativo fue el ejercicio de ingeniería y técnico realizado por BMW al montar un motor V12 en el vano delantero de un Z3 M Roadster. Esta singular unidad, equipada con un propulsor de 326 CV, nunca tuvo finalidades comerciales, sino que sirvió para comprobar la capacidad del espacio destinado al motor. Fue uno de los muchos ejemplos del espíritu innovador y experimental que caracterizó la vida del Z3.
Fin de una era y legado actual
La producción del BMW Z3 cesó el 28 de junio de 2002, después de fabricar casi 300.000 unidades (297.087, según cifras oficiales). La última unidad sigue hoy en día en exposición en el museo de la planta de Spartanburg, señuelo de culto para los entusiastas de la marca y símbolo de una época dorada para BMW en el segmento de los deportivos compactos.
Con el paso del tiempo, el Z3 se ha consolidado como una pieza clásica, valorada tanto por su historia como por su diseño y sensaciones al volante. Hoy, goza de una comunidad activa de aficionados y numerosos clubes repartidos por todo el mundo, que celebran tanto el disfrute de la conducción descapotable como la estética icónica del modelo.
Fuente – BMW
Imágenes | BMW