Cierto es que hay cambios automáticos muy buenos, otros normales o aceptables, y alguno que otro que debería mejorar. Las principales ventajas de los cambios automáticos son que nos olvidamos totalmente del pedal izquierdo y que prácticamente solo movemos la palanca de transmisión para decir al coche si queremos ir hacia delante o hacia detrás; en algunos modelos incluso se prescinde de la palanca y esta orden se da mediante botones. Una pregunta: ¿dónde usamos más el embrague y la palanca de cambios en un coche manual? Lógico, en la ciudad.
Hay personas que cuentan que una vez pruebas un coche con cambio automático no quieres volver a conducir uno con transmisión manual. No seré yo quien diga que las transmisiones automáticas no son cómodas o aburridas. En buena parte de Europa, y especialmente en España, tenemos cierto reparo a este tipo de cambio y, en frío, es fácil pensar que una gran proporción de clientes no hacen las cosas del todo bien cuando compran un vehículo manual para moverse exclusivamente por la ciudad.
Entonces puede ser difícil de entender por qué la mayoría de vehículos automáticos que compramos en España son coches potentes, de grandes dimensiones y carácter tranquilo, los cuales habitualmente se utilizarán para viajar. También muchas de las variantes automáticas que compramos corresponden a vehículos medios en versiones de ciertas aptitudes deportivas, en los que, personalmente, creo que es preferible un cambio manual por aquello de recibir más sensaciones por parte del coche.
La verdad es que lo lógico sería que la mayoría de vehículos se vendieran con transmisión automática. La gran mayoría de vehículos que hoy en día se comercializan en nuestro mercado carecen de sensaciones de conducción y están plenamente orientados confortables por lo que, ¿para qué un cambio manual en un coche tranquilo y enfocado al confort? Pensándolo en frío, puede que la única razón clara para comprar un coche “normal” con cambio manual sea el menor coste económico, tanto en la compra como en el mantenimiento.
Por otro lado, y aunque a los más puristas les pueda sentar tremendamente mal, marcas tan míticas y pasionales como Ferrari ya se han olvidado de lo que es vender uno de sus productos con transmisión manual. La bajísima demanda del cambio manual ha hecho a los del “cavallino rampante” dejar de comercializar productos con tres pedales. También BMW deja de lado los cambios manuales en los M5 y M6. Porsche, sin embargo, y aunque la gran mayoría de sus productos se vendan con transmisión automática, sigue ofreciendo varios modelos con cambios manuales, como el Porsche 911R, por ejemplo.
Otro gran ejemplo es el del mercado de Estados Unidos. Allí, siempre han sido muy de cambios automáticos, entre otras cosas, porque su geografía es mucho más llana, sin tantas montañas y cambios de altura como tenemos aquí. Además, por norma habitual, sus propulsores son de grandes cilindradas y alto par motor. En 1992 solo el 25 % de los coches se vendían con cambio manual, unas cuotas muy distintas a las europeas.
Al contrario que en este lado del Atlántico, en Estados Unidos es más típico ver un cambio manual en un coche de altas prestaciones que en un vehículo de diario, aunque en los últimos años el porcentaje de cambios manuales ha menguado considerablemente. A través de Los Angeles Times, hemos podido saber que actualmente solo el 27 % de vehículos comercializados en el mercado estadounidense se ofrecen con cambio manual, mientras que en 2006 el porcentaje era del 47 %. Sin embargo, más sorprendente aún es conocer que solo el 3 % de los coches allí vendidos actualmente son manuales.
Lo peor de todo, para los puristas residentes en Estados Unidos, es que probablemente el cambio manual desaparezca totalmente, y más pronto que tarde, en aquel lado del “gran charco”. Una demanda de solo el 3 % (y una clara tendencia a la disminución) no hace rentable para la mayoría de fabricantes el hecho de desarrollar, ofrecer y producir coches con cambios manuales.
Volviendo a este lado del Atlántico, puede que nos preguntemos por qué ahora se ven más coches automáticos en Europa que hace algunos años. La respuesta probablemente sea que el tipo de transmisiones automáticas que se demandan en el viejo continente ya están más logradas. Los gustos europeos son diferentes a los americanos. Aquí, por norma general, no nos gusta demasiado el cambio de tipo “variador”. Esa sensación de resbalamiento y la no sincronización del ruido del motor con la aceleración que ofrece el vehículo sí parece gustar en Estados Unidos, pero no en Europa.
Los fabricantes que comercializan en el mercado europeo apuestan por los cambios robotizados (como el DSG del grupo Volkswagen) o la simulación de marchas mediante gestión electrónica que, a fin de cuentas, transmite al conductor una sensación de cambio robotizado. Además, mediante el modo secuencial, permite al conductor gestionarlo cuando y como le apetezca en determinados momentos. Las levas, similares a las de un coche de competición, también pueden haber influido bastante en este aspecto ya que hasta un vehículo económico, como puede ser un Citroën C4 Cactus automático, cuenta con ellas.
Por otro lado, las cajas de cambio automáticas o robotizadas actuales resultan más asequibles, en comparación con el precio del coche, que hace varios años y ofrecen un funcionamiento más conseguido y mucho más inteligente que hace una o dos décadas. También es cierto que cada vez nos damos cuenta de que olvidarse por completo del pedal izquierdo es una ventaja en prácticamente todas las condiciones de marcha.
En resumen, el cambio automático ofrece muchas más ventajas que el cambio manual, aunque también es cierto que disponer de un tercer pedal en coches de ciertas prestaciones deportivas es una auténtica delicia para los más puristas. Este tipo de conductores prefieren ser parcialmente más lentos en una jornada de “track day” pero ser ellos quienes manejen las revoluciones de su motor, el acoplamiento del embrague y disfrutar realizando la complicada maniobra del punta tacón.
Por cierto, y para terminar, incluso en determinados compactos deportivos es relativamente complicado encontrar un trío pedalier que permita hacer este “juego de pies” con una mínima comodidad. ¿Será que los fabricantes se han olvidado de los conductores más pasionales aunque vendan productos deportivos?
Fuentes – Motor1 y Los Angeles Times