La guerra comercial que hay abierta entre Estados Unidos y China podría causar problemas serios, y duraderos, en la economía mundial. El sector del automóvil es uno de los que mayor perjuicio podría sufrir, pues ambos países son parte importante a nivel mundial y si se lían a «leches» los demás saldrán escaldados. Sin embargo, parece que esta tensión está comenzando a disminuir, y más, tras el último anuncio que ha realizado el país asiático.
Según ha comunicado el Ministerio de Finanzas chino, la presión fiscal sobre los automóviles nuevos que entren en el país se verá reducida. Actualmente, el impuesto (o arancel comercial) que cobra China a los vehículos que llegan desde terceros países es del 25 por ciento sobre su valor. Sin embargo, tras este anuncio, la presión se rebajará en 10 puntos porcentuales, dejando la carga impositiva en un más «discreto» 15 por ciento.
Con esta reducción impositiva China parece que quiere abrir su sector del automóvil al mundo. La razón de ello, es que hace unos días anunció que retiraría la limitación de propiedad de las empresas extranjeras sobre empresas locales. No obstante, aún les queda un largo camino que recorrer para que su sector del automóvil sea «parecido» al de los grandes actores a nivel mundial.
El principal ejemplo tiene que ver (de nuevo) con la carga impositiva, pues con un 15 por ciento, todavía sigue siendo el país más caro de los más importantes a nivel mundial. A día de hoy, Estados Unidos aplica un arancel del 2,5 por ciento sobre el precio de los vehículos que entran en el país, por el 1o por ciento que aplica la Unión Europea por la misma transacción comercial.