Por mucho que nos duela, el verano se ha acabado y con el otoño comienzan a llegar las lluvias a la península. Tras unos meses en los que prácticamente no hemos conducido sobre suelo mojado, no está demás repasar algunos conceptos y consejos para conducir con lluvia de forma segura.
Aunque el mantenimiento y la preparación de nuestro vehículo para la temporada de invierno es muy importante, en este artículo nos vamos a centrar en la conducción en sí, partiendo de la base de que ya tenemos el coche convenientemente revisado y puesto a punto. Aquí os dejamos cinco consejos fundamentales para la conducción en lluvia.
Como verás a continuación, son consejos básicos, pero es muy fácil olvidarnos de ellos y pasarlos totalmente por alto. Si siempre los tenemos en cuenta, incrementaremos notablemente nuestra seguridad cuando conduzcamos con lluvia. Si te fijas, rápidamente comprobarás que son sentido común, aunque estarás conmigo en que no siempre se llevan a cabo por todos los conductores.
Distancia de seguridad
Como todos sabéis, el límite de adherencia con el suelo mojado es muy inferior a cuando el asfalto está seco. Por tanto, y aunque nuestros coches ya cuentan con ABS para impedir el bloqueo de las ruedas en una frenada, la física dicta que la distancia de frenado aumenta considerablemente con el suelo mojado.
Hoy por hoy, la única fórmula para asegurar que en caso de frenazo brusco del vehículo que nos precede no terminaremos con nuestra parte delantera “besando” su retaguardia es incrementar la distancia de seguridad. Por supuesto, la distancia de seguridad debe aumentarse tanto en circulación urbana como en vías rápidas.
Anticipación a los movimientos (nuestros y del resto de usuarios)
Podríamos decir que, con lluvia, los vehículos tienen un comportamiento más “torpe”. Por supuesto, tanto el nuestro como los de los demás. Es por ello por lo que conviene anticipar los movimientos y prepararnos antes de cuando lo haríamos con el asfalto seco y un sol reluciente para hacer maniobras como un simple cambio de carril o tomar un cruce.
Con esto nos referimos a consultar con mayor frecuencia y con más antelación nuestros espejos retrovisores, señalizar con los intermitentes nuestras intenciones con anterioridad y tomar otras precauciones como asegurarnos aún más a la hora de salir de un Stop o al realizar una maniobra de adelantamiento. Mejor pecar de paciente que de arriesgado.
Suavidad en los mandos (dirección, acelerador y freno)
Este apartado está directamente relacionado con el anterior, refiriéndonos a la anticipación de movimientos. Para conducir con seguridad en lluvia debemos ser suaves con los mandos del coche, es decir, con el volante, el acelerador y el freno, y para ello lo mejor es tener claro qué maniobra vamos a hacer, qué nos podemos encontrar unos segundos más tarde y cuáles son las intenciones del resto de usuarios.
En lo que a nosotros respecta, trataremos de conducir acelerando y frenando suavemente para no sobrecargar de trabajo a nuestros neumáticos -recuerda lo que te comentaba en el primer punto de la adherencia- y tampoco crear inercias en la carrocería. Con la dirección del coche ocurre lo mismo. Lo mejor es girar poco a poco, de forma constante y sin volantazos bruscos para no comprometer la adherencia lateral, combinándolo con una velocidad adecuada.
Evitar, en la medida de lo posible, las señales pintadas en el asfalto
Por mucho que nos digan que la pintura utilizada en la señalización horizontal sobre el asfalto es antideslizante, lo cierto es que la adherencia se reduce notablemente cuando pisamos dicha pintura. Aunque los más perjudicados en este sentido son los usuarios de las dos ruedas (motos y bicis), también debemos tenerlo en cuenta cuando conducimos un coche.
Si conducimos con cautela y siguiendo los consejos vistos anteriormente, no debería preocuparnos especialmente este apartado, pero sí debemos tenerlo en cuenta. Para garantizar un plus de seguridad, lo mejor es evitar frenar bruscamente sobre las líneas que delimitan los carriles, así que no hay nada como intentar no pisarlas en la medida de lo posible.
Mantener la calma y no conducir con prisas
Por último, pero no por ello menos importante, hay que intentar mantener la calma. Muchos conductores se estresan cuando la lluvia les sorprende al volante y, como os podéis imaginar, los nervios no son buenos compañeros de viaje. Todo ello es fruto de la menor visibilidad y, por supuesto, de ser conscientes de que las capacidades de nuestro vehículo se ven alteradas.
En esta época es recomendable echar un vistazo a las previsiones meteorológicas la noche anterior, algo que podemos hacer simplemente con nuestro smartphone. Si las previsiones nos dicen que el día siguiente amanecerá con lluvia, es recomendable madrugar un poquito más para salir antes y tener más tiempo de margen, lo que reducirá nuestro estrés y evitará que conduzcamos con prisas para intentar llegar a tiempo a nuestro destino.