Cada vez es más complicado disfrutar de nuestros vehículos por carreteras abiertas al tráfico. Por un lado, porque los deportivos de hoy en día son tan eficaces en curva que, para disfrutar y acercarse tímidamente a sus límites hay que alcanzar velocidades muy altas; y por otro, porque es fácil encontrarte con un helicóptero o un trípode que está ahí para velar por tu seguridad. A eso hay que añadir que cada vez son menos los deportivos de verdad a precio asequible.
El caso es que, por fortuna, todavía quedan algunos vehículos de precio relativamente asequible con los que pasarlo bien en carreteras secundarias sin necesidad de ir a ritmos de retirada del carnet de conducir. Sí, son pocos, pero alguno queda. El caso es que, como hemos comprobado durante estos días, podemos obtener ese placer tanto en cuatro ruedas como en dos, probando un Mazda MX-5 y una BMW R nineT Racer. ¿Qué os parecen?
Antes de nada, quiero dejar claro que no se trata de una comparativa prestacional entre dos modelos concretos, sino más bien de una comparativa de sensaciones, ventajas e inconvenientes que nos ofrece un coche deportivo y descapotable, como el Mazda MX-5, en comparación con una motocicleta, como la BMW R nineT Racer. Pero repito, no queremos centrarnos concretamente en los modelos que nos acompañan, sino en los conceptos.
Hablamos de dos formas de sentir la carretera y de disfrutarla al máximo sin tener que recurrir a vehículos muy potentes o, directamente, a alquilar unas tandas en circuito. Si hoy en día tuviera que comprar un coche pasional, deportivo, divertido y con un precio de adquisición y mantenimiento aceptables, apostaría claramente por un concepto como el del Mazda MX-5. Y es que, por algo es el roadster más vendido del planeta. Eso sí, por gustos, no optaría por el techo duro retráctil (MX-5 RF), sino por el de lona, la variante SF.
De todos modos, y como dicen los moteros, ningún coche es capaz de transmitirte esas sensaciones tan puras que sientes al rodar en moto. Más adelante veremos si podemos confiar rotundamente en esa afirmación, pero por el momento te puedo asegurar que la relación precio y diversión, o precio y sensaciones, como lo quieras llamar, claramente cae en favor de la moto. Mientras que por un MX-5 tienes que pagar unos 25.000 euros de partida, una moto cercana a los 100 CV que ya ofrezca mucha diversión cuesta aproximadamente un tercio de esa cuantía.