El fabricante automovilístico General Motors (GM) ha experimentado recientemente un notable revés financiero como consecuencia directa de los aranceles impuestos por el gobierno de Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump. Durante el segundo trimestre, la compañía contabilizó 1.100 millones de dólares menos en sus beneficios debido a estos gravámenes sobre vehículos y componentes importados, lo que ha generado inquietud entre los analistas e inversores sobre el futuro inmediato de la empresa.
Pese a la presión ejercida por los aranceles, GM logró superar las expectativas del mercado gracias, sobre todo, a la buena salud de sus ventas de camionetas y SUV a gasolina en Norteamérica, su segmento más rentable. Las ventas en Estados Unidos aumentaron un 7% respecto al año anterior, lo que permitió compensar parcialmente el impacto negativo de la política comercial estadounidense. Sin embargo, los ingresos trimestrales descendieron casi un 2%, situándose cerca de los 47.000 millones de dólares, y el beneficio por acción ajustado cayó hasta los 2,53 dólares, en contraste con los 3,06 dólares registrados hace un año.
Muchos millones que dejan de entrar por culpa de los aranceles de Trump
El efecto arancelario no solo ha reducido las ganancias de GM sino que también ha tenido un efecto en su cotización bursátil. Las acciones del grupo cayeron con fuerza tras la publicación de resultados, ante la preocupación de que la compañía mantuviera sin cambios su previsión anual y no anunciara una mejora pese a la sólida evolución operativa en EE.UU. De acuerdo con las cifras facilitadas, el resultado operativo ajustado se mantiene en el rango de 10.000 a 12.500 millones de dólares para el conjunto del año, una estimación ya rebajada para reflejar la presión de los gravámenes comerciales.
El equipo directivo, encabezado por Mary Barra, ha subrayado la intención de tomar medidas para contrarrestar al menos un 30% del impacto de los aranceles a lo largo del ejercicio. Estas estrategias incluyen la inversión de 4.000 millones de dólares en plantas de ensamblaje en Michigan, Kansas y Tennessee, así como el traslado de la producción de algunos modelos emblemáticos, como el Cadillac Escalade y el Chevy Blazer, a territorio estadounidense.
La exposición de GM a importaciones sigue siendo considerable, ya que aproximadamente la mitad de los vehículos que vende en Estados Unidos proceden de plantas en México y Corea del Sur. Pero la compañía ha mantenido los precios finales al alza y, de momento, ha preferido absorber el coste de los aranceles en lugar de repercutirlo al consumidor. Aun así, los analistas advierten que, si la presión persiste, podría verse obligada a recortar proyectos o buscar nuevos ahorros para proteger el margen operativo.
El resto del sector también se ve afectado…
El contexto sectorial es igualmente desafiante, con otros fabricantes como Stellantis y Ford sufriendo también el efecto de los aranceles. Stellantis, responsable de marcas como Jeep, anticipa un impacto de 300 millones de euros solo en el primer semestre, y una pérdida neta superior a los 2.000 millones. Ford, por su parte, observa una presión creciente sobre sus márgenes y flujos de caja.
Más allá del impacto directo de las medidas comerciales, GM ha tratado de reafirmar su compromiso con el largo plazo en EE.UU., apoyándose tanto en la tradicional fortaleza de sus pickups y modelos SUV como en la apuesta por el mercado de vehículos eléctricos. La empresa mantiene la visión de que el futuro será eléctrico, aunque reconoce que el ritmo de crecimiento de la demanda de estos modelos se ha moderado, especialmente tras el anuncio de la retirada de incentivos fiscales para la compra de eléctricos en el país.
…aunque las ventas norteamericanas siguen fuertes
Mientras el debate político y comercial sigue abierto, General Motors se esfuerza por adaptar su producción y su estructura de costes a una realidad cada vez más incierta. La empresa se ha convertido en el segundo mayor vendedor de coches eléctricos en Estados Unidos y, pese a las adversidades, sus principales marcas (Chevrolet, GMC, Cadillac y Buick) han mostrado resistencia en el mercado. La forma en que evolucione la política arancelaria y la capacidad de GM para mantener su liderazgo serán determinantes para su futuro sin traspasar la carga financiera a sus clientes.
El último trimestre ha sido paradigmático para GM: la fortaleza comercial en el mercado estadounidense ha mitigado parte de los efectos negativos derivados de la tensión arancelaria. Sin embargo, el impacto financiero sigue siendo evidente y la compañía necesita ajustar sus inversiones y redefinir sus prioridades estratégicas para afrontar un entorno cada vez más volátil generado por la política económica de Washington.