Cuando un modelo sufre un restyling, o, coloquialmente, un “lavado de cara”, no siempre tiene porque ser “la cara” la parte que más cambie. El objetivo es mantener el nivel de ventas, seguir en la lucha como suelo decir, y hace falta una buena lista de argumentos para ganar en este mercado del automóvil cada día más competitivo.
El nuevo Opel Meriva es un ejemplo. Su diseño se mantiene recibiendo una finísima capa de maquillaje, tomando el protagonismo en esta nueva edición la gama mecánica y el sistema de info-entretenimiento. El llamado Intelillink, pudimos analizarlo ayer, así que basta de introducciones y despertemos de una vez el motor 1.6 CDTi de 136 CV que se esconde bajo el capó del monovolumen compacto alemán.
Más viajero que urbano
Esta opción no está de estreno. Pudimos conocerla montada en su hermano mayor, el Zafira, y ahora, es el pequeño quien la recibe. Fabricado en aluminio, este motor empuja con un par de 320 Nm, y en menos de 10 segundos, alcanza los 100 km/h. Sus 136 CV parecen potencia más que de sobra para un vehículo de estas características… sin más demora, arrancamos.
Por supuesto, no hace falta recordar que el fin del Opel Meriva no es sacarnos una sonrisa de oreja a oreja al pisar su acelerador, sino más bien, al viajar con él. El confort es su valor destacado, y no la adrenalina que pueda llegar a correr por nuestras venas. En ese sentido, está mecánica debe ser ante todo, cómoda de llevar y con unas cualidades que hagan de nuestro trayecto un camino placentero.
En la ciudad, el Opel Meriva debe dar también el do de pecho. En su descripción se cuela la palabra compacto, por tanto la caótica urbe no debería ser un problema. Lo cierto es que no lo es, aunque he de deciros que he echado de menos más suavidad en la dirección. Para arreglarlo, unos consumos que rondan los 7 l/100 km, cifra alejada de la declarada pero bastante correcta si has callejeado intensamente.
Fuera de este entorno a veces tan arduo, el hijo de Rüsselsheim se desenvuelve bastante bien. Pisar autovía se le hace fácil incluso cuando el aire azota como si el mismísimo Zeus estuviera soplando velas. El balanceo, enemigo de la mayoría de los vehículos pesados o con más altura de lo normal, y en general, invitado de casi todos los monovolumen, enseña solo el flequillo. Me gusta el aplomo del que disfruta y lo que refleja el navegador, 5,5 l/100 km tras 450 km a la velocidad máxima legal.
Un gran conjunto
Pero un motor también ofrece comodidad, cuando no debes preocuparte si una “manada” de camiones te sorprenden en plena carretera nacional. Aquí es cuando las virtudes del 1.6 CDTi de 136 CV comienza a asomar. Y es que diría que incluso esta mecánica corre más de lo que cualquier cliente del Meriva necesitaría. Mover los 1.518 kg que señala la báscula se le hace sencillo y a la hora de adelantar se nota.
El conjunto que ocupa las entrañas del familiar convence, la entrega de potencia es rápida prácticamente en cualquier punto del cuentarrevoluciones. Pero es que la relación que mantiene con la transmisión, también es provechosa. Según cuenta la marca, la caja de cambios es de baja fricción y tras probarla he de decir que la suavidad es una de sus bondades.
Como mandan los canones, la comodidad reina a la hora de conducirlo. La suspensión permite que el viaje sea placentero y, aunque no puedes exigirle entonces que haga cambios de apoyo con la firmeza de un OPC, tampoco deja que la cubierta se tambalee como las caderas de Shakira. Un control en el que echa una mano la dirección transmitiendo buenas sensaciones.
Sin sobresalientes pero con todo notable
La llegada a la gama mecánica del 1.6 CDTi de 136 CV alegra la lista. Este motor, una de las principales novedades de la nueva edición del modelo, convence gracias a una correcta entrega de potencia a cualquier rango y unos consumos ajustados. Un aprobado que no le garantiza pasar el examen hasta que saquemos conclusiones mañana en la última parte de la prueba del Opel Meriva. ¡No os la perdáis!
