Todo sobre los Sensores de O2 y su Funcionamiento en los Coches

  • El sensor de oxígeno ayuda a regular la mezcla de aire y combustible.
  • Existen diferentes tipos de sensores, como el convencional, planar y de banda ancha.
  • Un sensor defectuoso puede causar aumento de consumo y fallos en el motor.
  • El cambio de sensor se recomienda cada 100.000 km y su precio varía entre 60-250€.

sensor de o2 o sensor de oxígeno

El sensor de oxígeno o sensor O2, también conocido como sonda lambda, es una de las piezas más importantes en el sistema de emisiones de los vehículos modernos. Su función principal es ayudar a regular la cantidad de oxígeno presente en los gases de escape, lo que influye directamente en la eficiencia del motor y la reducción de emisiones contaminantes. Este pequeño dispositivo puede marcar una gran diferencia en el rendimiento del coche, y aunque no siempre se le da la atención que merece, un mal funcionamiento puede generar serios problemas en el motor.

En el mundo del automóvil, conseguir el equilibrio perfecto entre la mezcla de aire y combustible es clave para un buen rendimiento y para cumplir con las normativas de emisiones. Es aquí donde el sensor de oxígeno juega un papel fundamental, ya que permite ajustar esta mezcla para que el motor funcione de manera óptima. A lo largo de este artículo, vamos a profundizar en qué es exactamente este sensor, cómo funciona, los diferentes tipos que existen y los posibles problemas que puede presentar cuando falla.

¿Qué es el sensor de oxígeno o sonda lambda?

El sensor de oxígeno es una pieza que mide la cantidad de oxígeno en los gases de escape. Se la suele llamar también sonda lambda, un nombre que deriva de la letra griega «lambda» que en este contexto hace referencia a la relación aire/combustible ideal en un motor de combustión interna. Este dispositivo envía la información recogida a la unidad de control electrónica (ECU) del vehículo, que ajusta la cantidad de combustible que entra en los cilindros para lograr una combustión eficiente y reducir las emisiones.

Todos los motores a gasolina modernos están obligados a cumplir con estrictas regulaciones de emisiones. Un motor produce varios gases y partículas, algunos de ellos nocivos. Por ejemplo, si hay demasiado combustible en la mezcla, el motor produce altas cantidades de monóxido de carbono e hidrocarburos no quemados. Por el contrario, una cantidad insuficiente de combustible genera óxidos de nitrógeno (NOx). El sensor de oxígeno evita estos extremos al asegurar que la mezcla sea la correcta para obtener la mejor combustión posible.

¿Cómo funciona el sensor de oxígeno?

sensor de oxígeno o2

El funcionamiento del sensor de oxígeno es relativamente sencillo en teoría, pero bastante sofisticado en su ejecución. Este sensor mide la proporción de oxígeno en los gases de escape en comparación con la cantidad de oxígeno en el aire atmosférico. Dependiendo de esta comparación, el sensor genera una señal de voltaje que es enviada a la ECU.

Cuando hay una mezcla rica (con exceso de combustible), la cantidad de oxígeno en los gases de escape es baja, lo que hace que el sensor envíe una señal para reducir la cantidad de combustible. Si la mezcla es pobre (con poco combustible), ocurre lo contrario: la cantidad de oxígeno en los gases es mayor, y entonces la ECU añade más combustible para equilibrar la mezcla.

Tipos de sensores de oxígeno

Existen diversos tipos de sensores de oxígeno dependiendo de su estructura y funciones. Los más comunes se dividen en:

Sensores de oxígeno convencionales

Este tipo de sensor puede tener entre 1 y 4 cables y es el más común en los coches modernos. Los sensores que tienen calefactores internos permiten al sensor llegar a su temperatura de funcionamiento en menos tiempo, lo que evita que el coche funcione con una mezcla ineficiente durante los primeros minutos tras el arranque.

Sensores de banda ancha

Este tipo es más avanzado y mide una mayor gama de proporciones aire/combustible. Por ello, se utilizan principalmente en vehículos que requieren una precisión más alta, como coches deportivos o aquellos con motores de alto rendimiento.

Sensores tipo planar

Los sensores planar están construidos de manera diferente para lograr un calentamiento más rápido, en unos 15 segundos, lo que permite un funcionamiento más eficiente del motor en menos tiempo. Son empleados generalmente en coches que buscan reducir al máximo las emisiones desde el arranque.

¿Por qué pueden fallar los sensores de oxígeno?

Con el tiempo, el sensor de oxígeno se desgasta debido a su constante exposición a gases calientes y contaminantes. Las principales causas de fallo suelen ser:

  • Una mezcla rica de combustible que genera depósitos de carbono en el sensor.
  • Contaminación por aceite o refrigerante debido a fugas en el motor.
  • Temperaturas extremadamente altas.

Además, el uso de combustibles de baja calidad o ciertos aditivos pueden afectar al rendimiento del sensor. En casos más graves, el sensor puede incluso quemarse o dañarse por completo si se sobrecalienta durante demasiado tiempo.

Síntomas de un sensor de oxígeno defectuoso

Silenciador de tubo de escape

Cuando un sensor de oxígeno falla, los síntomas son bastante evidentes. Algunos de los más comunes son:

  • Luz de check engine: la luz de advertencia del motor en el tablero se activa cuando hay un problema relacionado con las emisiones.
  • Aumento en el consumo de combustible: un sensor defectuoso puede hacer que la mezcla aire/combustible sea menos eficiente, lo que produce un aumento en el consumo.
  • Rendimiento irregular del motor: el motor puede experimentar ralentí inestable o incluso fallos de encendido debido a una mezcla incorrecta.

¿Cuándo y cómo cambiar el sensor de oxígeno?

La mayoría de los fabricantes de automóviles recomiendan cambiar el sensor de oxígeno cada 100.000 kilómetros. No es una pieza que requiera mantenimiento constante, pero revisar su estado cuando se presenta un problema de emisiones o realizar una revisión periódica es fundamental.

Si el sensor está sucio, puede limpiarse con productos adecuados, pero en muchos casos el reemplazo es la mejor opción. El coste de reemplazo del sensor varía entre los 60 y 250 euros, dependiendo del modelo del vehículo y la ubicación del sensor, ya que algunos están más accesibles que otros.

Imágenes | Canva


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