La saga Gymkhana vuelve a colocarse bajo los focos con una nueva entrega que cambia por completo de escenario y de protagonista mecánico. En Aussie Shred, Travis Pastrana se pone al volante de un Subaru Brat radicalizado hasta el extremo para firmar una de las producciones más agresivas y espectaculares de Hoonigan hasta la fecha, con Australia como telón de fondo y la sensación de estar asistiendo a un cierre de etapa.
Más que un simple vídeo de derrapes, la película combina acrobacias imposibles, narrativa visual muy cuidada y un homenaje directo a la cultura del motor australiana. Desde el árido interior del país hasta el mítico circuito de Bathurst, pasando por la bahía de Sídney, el metraje se apoya en localizaciones icónicas y en un coche construido casi sin límites para mantener la tensión al máximo de principio a fin.
Un Subaru Brat de 1978 convertido en el Brataroo

El verdadero protagonista de Aussie Shred es el Subaru Brataroo, una reinterpretación extrema del clásico Subaru Brat de 1978. Lejos de ser un simple restomod, se trata de una máquina creada desde cero por Subaru of America y Vermont SportsCar, con chasis específico de competición, carrocería de fibra de carbono y aerodinámica activa diseñada para soportar aterrizajes violentos, impactos y apoyos laterales muy por encima de lo habitual en un coche de rally.
Bajo el capó se esconde un motor bóxer turboalimentado de 2.0 litros, construido a mano, que entrega unos 670 CV y cerca de 1.000 Nm de par, capaz de girar por encima de las 9.500 rpm. Esa mecánica se combina con una caja de cambios secuencial de seis relaciones, un sistema de tracción total con diferenciales de especificación de competición y un esquema de suspensiones adaptado para soportar saltos de varias decenas de metros y pasos por agua a alta velocidad.
Desde Hoonigan y Subaru Motorsports USA describen al Brataroo como el coche más extremo que se ha construido para una Gymkhana. Cada componente se ha dimensionado para afrontar un rodaje en el que el coche debe dejar dos ruedas colgando en un muelle portuario, surcar estanques como si fueran charcos de rally y volar sobre un cañón equivalente a un edificio de diez pisos, aterrizando sobre la caja de un camión de carretera típico del outback australiano.
Australia como patio de juegos: del Outback a la bahía de Sídney
La película arranca en pleno desierto australiano, en un entorno que recuerda al universo Mad Max, donde Pastrana acelera a fondo y utiliza un tren de carretera como rampa improvisada para ejecutar uno de los saltos más llamativos de la saga. El Brataroo despega por encima del camión y de un cañón de gran profundidad, un truco que se rodó con múltiples cámaras para captar tanto la escala del salto como la reacción de Pastrana en el interior del coche.
Desde allí, el metraje se desplaza a un pequeño pueblo perdido, donde se recupera el humor clásico de las primeras Gymkhana: donuts al milímetro alrededor de un personaje disfrazado de canguro sobre un Segway, humo de neumáticos cubriendo la escena y referencias visuales a los vídeos que hicieron famosa a la franquicia. Hoonigan utiliza estos guiños para conectar con los seguidores veteranos sin renunciar a una puesta en escena más cuidada y actual.
El recorrido continúa hacia el litoral y el puerto de Sídney, donde se rueda una de las escenas más tensas de la película: Pastrana lleva el Brataroo hasta el límite del muelle, jugando con el borde del agua mientras realiza cambios de dirección bruscos y derrapes con apenas unos centímetros de margen. La combinación de luces nocturnas, reflejos en el mar y el eco del escape entre estructuras portuarias aporta un tono casi cinematográfico que se aleja del aspecto más crudo de las Gymkhana originales.
Mount Panorama: Gymkhana se cuela en el templo del V8
Uno de los momentos clave de Aussie Shred se desarrolla en el circuito de Mount Panorama, en Bathurst, escenario emblemático del campeonato de Supercars australiano. Mientras una parrilla completa de turismos V8 disputa una carrera real, Pastrana irrumpe en pista con el Brataroo, deslizándose de lado entre los coches como si estuviera en un videojuego y no en una competición oficial.

En este tramo, la realización alterna tomas a pie de pista con planos aéreos de la montaña, buscando mostrar la velocidad real de los Supercars y, al mismo tiempo, el margen de maniobra que permite el Subaru. Hay pasadas muy próximas a los muros, cambios de rasante ciegos y una recta final en la que el Brataroo se empareja con un Chevrolet Camaro de carreras, subrayando el contraste entre un prototipo de Gymkhana y los coches de circuito más representativos del país.
El cameo en Bathurst no solo funciona como despliegue técnico; también es un gesto hacia la afición australiana, que ve cómo uno de sus templos del motorsport se convierte en escenario de un contenido global. Para los seguidores europeos, acostumbrados a ver a Pastrana en trazados norteamericanos o en ubicaciones urbanas, este tipo de unión entre competición real y espectáculo coreografiado resulta especialmente llamativa.
Un rodaje pensado al milímetro para subir el nivel visual
En el plano estético, Aussie Shred se distancia de entregas anteriores apostando por planos más abiertos, una fotografía de alto contraste y un uso muy marcado del color. El Outback, con su mezcla de ocres, rojos y cielos limpios, se convierte en un personaje más, enmarcando los derrapes del Brataroo y potenciando la sensación de velocidad incluso en las secuencias sin grandes saltos.
Buena parte del impacto del vídeo llega también desde el interior del habitáculo. Las cámaras in-car se centran en el cuadro de instrumentos futurista del Brataroo y, sobre todo, en la mirada de Pastrana, que pasa de la concentración absoluta al susto y al alivio en cuestión de segundos. Sus ojos muy abiertos, las respiraciones entrecortadas y los comentarios espontáneos durante las acrobacias ayudan a transmitir lo exigente que es cada maniobra, al margen de lo controlado que pueda parecer desde fuera.
El resultado final, según el propio equipo creativo de Hoonigan, es una pieza más cercana a una producción cinematográfica de acción que a un simple vídeo de drift. Se ha trabajado especialmente la continuidad entre las distintas localizaciones, de forma que la transición del desierto a la ciudad o del circuito a la zona portuaria no rompa el ritmo y mantenga la sensación de viaje continuo por Australia.
Guiños a la cultura del motor australiana y cameos de lujo
Aussie Shred también se apoya en una batería de referencias directas a la cultura automovilística local. Desde la presencia de un V8 Interceptor al más puro estilo Mad Max hasta la aparición de coches clásicos australianos, el vídeo está plagado de detalles que los aficionados del país reconocen de inmediato y que ayudan a conectar con el público internacional a través de iconos compartidos del cine y el motor.
Entre los cameos destacan figuras como Toby Price, referencia del Dakar, el ex piloto del Mundial de Rallyes Chris Atkinson y varios participantes del campeonato de Supercars, que se miden al Brataroo en aceleraciones improvisadas en la famosa Conrod Straight de Bathurst. Marty y Moog, del canal Mighty Car Mods, también se dejan ver, aportando el toque de cultura popular y comunidad que tanto caracteriza a la escena australiana.
Estos invitados, junto a la presencia de deportistas vinculados al universo Nitro Circus, convierten el metraje en un punto de encuentro entre distintas disciplinas del deporte de motor y de acción. Para el espectador europeo, acostumbrado a ver estos nombres en competiciones dispersas, verlos reunidos en un único proyecto facilita entender el peso que tiene Australia como epicentro de la cultura del riesgo sobre ruedas.
De la negativa inicial al rodaje más ambicioso
La elección de Australia como escenario no es casual. Brian Scotto, cofundador de Hoonigan y responsable creativo de la saga, ha explicado que el país llevaba años en la lista de destinos soñados para una Gymkhana. En su momento, él y Ken Block intentaron rodar allí una de las entregas anteriores, pero se toparon con un veto debido al clima de leyes antihurto y a las restricciones sobre conducción temeraria en espacios públicos.

Una década después, el contexto ha cambiado: las autoridades australianas han adoptado una postura más abierta hacia un rodaje controlado, y la producción ha podido acceder a zonas que hasta ahora parecían imposibles. Scotto reconoce que esta mezcla de cuentas pendientes y la intención de despedir a Pastrana de la saga con un proyecto especial sirvió como motor para elevar el listón: más recursos, mayor planificación de seguridad y un nivel de riesgo calculado muy superior al de otros rodajes.
Este cambio de criterio también refleja, en cierta medida, la evolución de la percepción pública sobre este tipo de contenidos. Lejos de ser vistos solo como exaltación de la conducción irresponsable, se entienden ahora como producciones altamente reguladas, con cierres de carreteras, permisos específicos y un fuerte componente de promoción turística y de imagen de país. Australia, que en su día cerró la puerta a Ken Block, se exhibe ahora como anfitriona de uno de los proyectos más compartidos del universo Gymkhana.
La última Gymkhana de Pastrana y el legado de la saga
Aussie Shred tiene además una dimensión simbólica: es la última Gymkhana con Travis Pastrana como piloto principal. Después de sus apariciones anteriores con Subaru en 2020 y 2022, esta tercera participación se plantea como un cierre de ciclo para un deportista que ha sabido trasladar su experiencia en motocross, rally y deporte extremo a un formato audiovisual con millones de seguidores.
La muerte de Ken Block dejó un vacío evidente en la saga, pero la figura de Pastrana ha permitido mantener vivo el espíritu original con un enfoque propio, más cercano al show de acción y con un punto de desenfado que encaja bien con el público actual. Aussie Shred recoge ese legado al mezclar guiños a las primeras Gymkhana con un nivel de producción claramente más elevado, preparando el terreno para una posible nueva etapa con otros pilotos y otros escenarios.

En este contexto, el Brataroo se convierte en algo más que un coche de una sola película. Funciona como carta de presentación de lo que Subaru y Vermont SportsCar pueden hacer cuando no existen prácticamente límites reglamentarios, y como escaparate tecnológico que, aunque no tenga una traducción directa a modelos de calle en Europa o España, sí refuerza la imagen de la marca en términos de ingeniería, tracción total y capacidad para aguantar maltrato extremo.
El resultado de todo este despliegue es una entrega de Gymkhana que combina acrobacias de alto riesgo, localizaciones muy reconocibles y un enfoque visual más cinematográfico que nunca. Aussie Shred sirve a la vez como homenaje a Ken Block, despedida de Travis Pastrana en la saga y demostración de fuerza de Subaru y Hoonigan, envolviendo el conjunto en una carta de amor a la cultura del motor australiana que, vista desde Europa, ayuda a entender por qué estas producciones siguen generando tanta expectación año tras año.

