Bruselas afloja el veto a los coches de combustión en 2035

  • La Comisión Europea rebaja del 100% al 90% el objetivo de reducción de emisiones en 2035, permitiendo un margen de ventas de vehĆ­culos de combustión.
  • Los fabricantes deberĆ”n compensar el 10% restante con crĆ©ditos ligados a acero bajo en carbono y combustibles renovables como e-fuels y biocarburantes.
  • Se impulsan pequeƱos coches elĆ©ctricos fabricados en Europa con ā€œsupercrĆ©ditosā€ y ayudas, y se suavizan objetivos para furgonetas y vehĆ­culos pesados.
  • La decisión divide a los Estados miembros y al sector, con Alemania e Italia al frente de la flexibilización y EspaƱa defendiendo mantener el veto total.

La decisión de Bruselas de suavizar el veto a los coches de combustión a partir de 2035 marca un giro importante en la hoja de ruta climÔtica europea para el automóvil. Lo que estaba planteado como una prohibición casi total de las matriculaciones nuevas con motor térmico pasa ahora a ser un escenario de flexibilidades, condicionadas a objetivos muy estrictos de reducción de emisiones.

En lugar de un corte en seco, la Comisión Europea abre la puerta a que sigan vendiéndose vehículos con motor de combustión después de 2035, aunque en proporciones limitadas y bajo un complejo sistema de créditos ambientales. El mensaje al ciudadano es claro: el motor térmico no desaparece de un día para otro, pero queda relegado a un papel mucho mÔs pequeño y vigilado.

Del veto total a una reducción del 90% de emisiones

La normativa aprobada en 2023 fijaba para 2035 una reducción del 100% de las emisiones de COā‚‚ de los turismos y furgonetas nuevos respecto a los niveles de 2021, lo que equivalĆ­a en la prĆ”ctica a una prohibición total de la venta de vehĆ­culos de combustión, incluidos los hĆ­bridos. Con la revisión presentada ahora, el objetivo se rebaja al 90%, dejando un 10% de emisiones residuales permitidas.

Ese 10% no es un cheque en blanco: las emisiones deberĆ”n compensarse mediante crĆ©ditos. Los fabricantes podrĆ”n obtenerlos usando acero bajo en carbono fabricado en Europa y recurriendo a combustibles renovables sostenibles, como los electrocombustibles (e‑fuels) y los biocarburantes. TambiĆ©n se amplĆ­a el catĆ”logo de tecnologĆ­as aceptadas como parte de la transición, desde hĆ­bridos enchufables hasta motores de combustión muy eficientes.

Zona Bajas Emisiones - Madrid - Coches que no pueden entrar en la zbe de Madrid 2

En tĆ©rminos prĆ”cticos, Bruselas ya no mira solo a cada coche de forma individual, sino al promedio de emisiones de toda la gama de un grupo automovilĆ­stico. El umbral de 2035 se sitĆŗa en torno a los 11 gramos de COā‚‚ por kilómetro de media sobre la flota vendida, una cifra que obliga a que la inmensa mayorĆ­a de las matriculaciones sean de cero emisiones.

QuƩ coches podrƔn seguir vendiƩndose tras 2035

Con el nuevo planteamiento, varias tecnologías que iban camino de quedar fuera del mercado europeo ganan tiempo. La Comisión Europea ha detallado que, siempre dentro del límite global de emisiones, podrÔn seguir desempeñando un papel:

  • Los hĆ­bridos enchufables (PHEV) de nueva generación, con mayor autonomĆ­a elĆ©ctrica.
  • Los elĆ©ctricos de autonomĆ­a extendida, que combinan un motor elĆ©ctrico principal con un propulsor de combustión que actĆŗa como generador.
  • Los hĆ­bridos suaves y microhĆ­bridos, que reducen consumos pero mantienen el motor tĆ©rmico como base.
  • VehĆ­culos de combustión compatibles con biocombustibles y e‑fuels de bajas emisiones.
  • Soluciones tĆ©rmicas de alta eficiencia, siempre que la media de la flota respete el objetivo.

SegĆŗn cĆ”lculos internos del sector, por cada turismo de gasolina o diĆ©sel que emita en torno a 100 g/km de COā‚‚ serĆ” necesario matricular unos nueve elĆ©ctricos puros para cuadrar cuentas y evitar sanciones. Es decir, el coche elĆ©ctrico seguirĆ” siendo la columna vertebral del mercado, pero ya no serĆ” la Ćŗnica opción posible en los concesionarios.

El papel clave de los crĆ©ditos y el ā€œacero verdeā€

El corazón del nuevo sistema es el mecanismo de créditos. Los fabricantes podrÔn compensar hasta un 10% de sus emisiones de escape a través de diferentes vías, siempre controladas por Bruselas. Los principales canales previstos son:

  • Acero europeo bajo en carbono: su uso en la producción de vehĆ­culos permitirĆ” compensar hasta alrededor de un 7% de las emisiones, creando un mercado preferente para el acero ā€œlimpioā€ fabricado en la UE.
  • Biocarburantes y combustibles sintĆ©ticos: contribuirĆ”n a la descarbonización del transporte por carretera como crĆ©ditos adicionales, pudiendo cubrir hasta un 3% del objetivo de referencia.
  • Compra de crĆ©ditos de COā‚‚ entre marcas: una compaƱƭa que no alcance el 90% podrĆ­a comprar excedentes a otra que supere ampliamente los objetivos, con marcas como Tesla bien posicionadas para hacer negocio vendiendo esos derechos.

Las autoridades comunitarias insisten en que, si se suman las reducciones directas de los vehĆ­culos elĆ©ctricos y las compensaciones vĆ­a combustibles renovables y acero verde, el sistema permite mantener la senda hacia la neutralidad climĆ”tica en 2050, aunque con una transición ā€œmĆ”s pragmĆ”ticaā€ y gradual.

MƔs tiempo y menos exigencias intermedias

La revisión no afecta solo a la meta de 2035. Los objetivos intermedios tambiĆ©n se suavizan. Para los turismos, el recorte previsto de emisiones frente a 2021 se mantiene, pero se da algo mĆ”s de margen temporal para cumplirlo, aproximando el horizonte de plena adaptación del 2030 al periodo 2030‑2032.

En el caso de las furgonetas y vehĆ­culos comerciales ligeros, Bruselas reduce el objetivo de reducción de COā‚‚ para 2030 del 50% al 40%. La propia Comisión reconoce que la electrificación en este segmento ā€œha sido estructuralmente mĆ”s difĆ­cilā€ por costes, autonomĆ­a y necesidades de uso. Para la industria espaƱola, y en particular para plantas como la de Stellantis en Vigo, centradas en furgonetas, esta rebaja se interpreta como una vĆ”lvula de alivio regulatoria.

Para los vehƭculos pesados tambiƩn se anuncian mƔs mƔrgenes en los objetivos de 2030, dentro de una hoja de ruta que seguirƔ imponiendo reducciones graduales pero menos abruptas de lo previsto inicialmente.

Impulso a pequeƱos elĆ©ctricos ā€œMade in EUā€

En paralelo a la mayor flexibilidad para la combustión, la Comisión quiere acelerar la popularización de pequeños coches eléctricos asequibles, fabricados en el propio continente. Para ello se crea la nueva categoría M1e: turismos de menos de 4,20 metros, producidos en Europa y con requisitos técnicos simplificados.

Estos vehĆ­culos disfrutarĆ”n de un ā€œsuperbonusā€ con un coeficiente de 1,3 en el cĆ”lculo del COā‚‚ de la gama durante un periodo de diez aƱos. En la prĆ”ctica significa que, si un fabricante vende 10 coches de esta categorĆ­a, se le computarĆ” como si hubiera vendido 13 elĆ©ctricos a efectos de emisiones, un incentivo potente para sacar al mercado urbanos y utilitarios elĆ©ctricos mĆ”s baratos.

Bruselas recomendarÔ, ademÔs, que los Estados miembros refuercen las ayudas específicas para estos modelos compactos: subvenciones a la compra, descuentos en peajes, recargas a precios reducidos y otras ventajas. El objetivo es que el precio final se sitúe en una horquilla de unos 15.000 a 20.000 euros, una cifra mÔs asumible para la clase media europea que los actuales eléctricos, que en muchos casos superan con holgura los 25.000 euros.

Plan de apoyo industrial: baterĆ­as y ā€œBattery Boosterā€

El paquete regulatorio viene acompañado de medidas de impulso a la industria europea, con la batería en el centro de la estrategia. Bruselas ha presentado el denominado Battery Booster, un plan que contempla 1.500 millones de euros en créditos a interés cero dentro de un paquete de 1.700 millones para nuevas inversiones en gigafactorías, innovación y cadenas de suministro.

La Comisión subraya que las baterías serÔn el núcleo de los vehículos del futuro y que Europa necesita reforzar su competitividad frente a China y Estados Unidos. En paralelo, el Ejecutivo comunitario trabaja en la Ley de Aceleración Industrial, pensada para priorizar la producción europea de tecnologías limpias, aunque su tramitación se ha retrasado hasta finales de enero de 2026, dejando en el aire algunas referencias a cuotas y preferencias de contenido local.

AdemÔs, se prevé introducir objetivos nacionales para aumentar el peso de los vehículos de cero o bajas emisiones en las flotas corporativas. Cuanto mÔs crezca este parque de empresa, mÔs vehículos eléctricos e híbridos enchufables acabarÔn llegando también al mercado de ocasión, abaratando el acceso a la movilidad limpia para el comprador medio.

División política: Alemania e Italia frente a España y Francia

El giro de Bruselas no se entiende sin el intenso pulso político entre los principales países fabricantes. Alemania, apoyada por Italia y varios socios de Europa Central y del Este, lleva años defendiendo una transición mÔs gradual, muy consciente de que sus grandes grupos dominan todavía el negocio de la combustión y de los híbridos enchufables.

El canciller alemĆ”n, Friedrich Merz, ha sido tajante: ā€œEn 2035, 2040 y 2050 seguirĆ” habiendo millones de coches con motor de combustión en el mundoā€. BerlĆ­n ha reclamado desde el inicio un ā€œespectro tecnológico mĆ”s amplioā€, que incluya combustibles sintĆ©ticos y biocarburantes, y que no limite el futuro de la movilidad europea solo al elĆ©ctrico puro y al hidrógeno.

En el otro lado se sitúan Francia y España, que oficialmente han defendido mantener intacto el horizonte de 2035 como referencia para un parque de nuevas matriculaciones sin emisiones. Sin embargo, estos países también han pedido flexibilidad en forma de supercréditos ligados a contenido europeo, incentivos a materiales locales y mecanismos para blindar a la industria frente a la avalancha de eléctricos chinos baratos y los altos costes energéticos.

Francia ha terminado acercÔndose parcialmente a la postura alemana, aceptando la posibilidad de vender algunos coches de combustión mÔs allÔ de 2035 siempre que tengan al menos un 75% de componentes fabricados en Europa. España, en cambio, se ha mantenido mÔs firme: el presidente del Gobierno, Pedro SÔnchez, y la vicepresidenta tercera, Sara Aagesen, han reclamado por carta a Ursula von der Leyen que no se relajase el veto original y que se preservasen los objetivos de cero emisiones para 2035, pidiendo al mismo tiempo mÔs apoyo a la producción europea y al uso de acero verde.

Presiones de la industria y del Partido Popular Europeo

La rectificación se explica tambiĆ©n por la presión organizada del sector automovilĆ­stico y del Partido Popular Europeo (PPE). Grandes grupos como Volkswagen o Stellantis, agrupados en la patronal ACEA, veĆ­an venir una ā€œtormenta perfectaā€: caĆ­da de la demanda de coches nuevos, retrasos tecnológicos, competencia agresiva de fabricantes chinos de elĆ©ctricos mĆ”s baratos y la incertidumbre regulatoria en plena transición.

El presidente de ACEA, Ola KƤllenius (CEO de Mercedes‑Benz), ha insistido en que la clave pasa por flexibilidad, apertura tecnológica y polĆ­ticas especĆ­ficas para coches, furgonetas, camiones y autobuses, con el fin de retomar la senda de la transformación verde sin sacrificar competitividad ni empleo.

Desde el plano polĆ­tico, el lĆ­der del PPE, Manfred Weber, ha sido uno de los mĆ”s beligerantes. Ya adelantó que la prohibición de los motores de combustión serĆ­a corregida, calificando el plan inicial de ā€œgrave error de polĆ­tica industrialā€. Para este bloque, la nueva propuesta supone una victoria: el veto total desaparece y se sustituye por un sistema de medias y crĆ©ditos que otorga margen a las tecnologĆ­as de combustión mejoradas.

Reacciones en EspaƱa: apoyo del sector y crƭticas ecologistas

Aunque el Gobierno español ha defendido una postura mÔs estricta, el tejido empresarial de la automoción en España ha acogido con buenos ojos la flexibilización. Asociaciones como Anfac (fabricantes), Faconauto (concesionarios) o Ganvam (distribuidores) destacan que el nuevo marco permite compatibilizar reducción de emisiones con competitividad industrial y mantenimiento del empleo.

Estas patronales valoran positivamente el paquete de medidas de Bruselas, aunque insisten en que los objetivos solo serÔn alcanzables si se acompañan de herramientas concretas: incentivos fiscales a la demanda, un despliegue mÔs rÔpido de infraestructuras de recarga, marcos fiscales estables y mecanismos de flexibilidad que den oxígeno a los fabricantes mientras la electrificación gana volumen.

Desde el lado ambiental, en cambio, las organizaciones ecologistas han reaccionado con dureza. Entidades como Transport & Environment consideran que la UE ā€œha optado por la complejidad en lugar de la claridadā€, y que cada euro destinado a hĆ­bridos enchufables es un euro que no va a vehĆ­culos elĆ©ctricos puros mientras China avanza a toda velocidad. Temen que rebajar el objetivo del 100% al 90% se traduzca en millones de coches contaminantes adicionales circulando mĆ”s allĆ” de 2035 y en una pĆ©rdida de liderazgo climĆ”tico frente a Asia.

GeopolĆ­tica, coches chinos y guerra comercial

La Comisión no esconde que el contexto geopolĆ­tico pesa en esta decisión. El comisario de Clima, Wopke Hoekstra, ha reconocido que Europa se encuentra ā€œen medio de una enorme transiciónā€, con China compitiendo agresivamente en vehĆ­culos elĆ©ctricos y baterĆ­as mientras Estados Unidos mantiene una ventaja en productividad e innovación en varios sectores clave.

En los últimos años, los fabricantes chinos de eléctricos han ganado cuota de mercado en Europa, incluso pese a los aranceles impuestos por la UE. Algunos grupos europeos pierden terreno en China frente a las marcas locales, y al mismo tiempo sufren la llegada de modelos chinos mÔs asequibles en casa. A ello se añaden las tensiones con EE. UU., incluidos aranceles a determinados vehículos y componentes, lo que complica aún mÔs la planificación estratégica de las marcas europeas.

En este contexto, Bruselas intenta cuadrar tres objetivos: clima, competitividad e independencia industrial. El nuevo paquete se presenta como ā€œambicioso, equilibrado y pragmĆ”ticoā€: concede mĆ”s margen a la combustión, pero refuerza al mismo tiempo el apoyo a la cadena de valor elĆ©ctrica y a la producción interna de tecnologĆ­as limpias, con la vista puesta en que Europa no pierda pie en la próxima dĆ©cada.

El ciudadano ante el cambio de reglas

Para el comprador medio, la nueva hoja de ruta tiene una lectura relativamente sencilla: los coches de combustión no desaparecerÔn bruscamente en 2035, pero el peso de los modelos eléctricos e híbridos enchufables serÔ cada vez mayor en la oferta. El futuro catÔlogo combinarÔ tecnologías muy diversas, aunque la regulación empujarÔ de forma clara hacia las cero emisiones.

Las asociaciones del sector en España subrayan que la decisión de Bruselas introduce mayor realismo regulatorio y se ajusta mejor al ritmo económico de los hogares. Sin embargo, también advierten de que sin un fuerte estímulo a la demanda y sin una red de recarga densa y fiable, el objetivo de electrificación seguirÔ encontrando resistencias, especialmente entre la clase media y en el Ômbito rural.

Al mismo tiempo, el mercado de ocasión y el envejecimiento del parque automovilístico siguen siendo un reto en países como España: sin ayudas estables al cambio de vehículo y sin una estrategia clara para renovar los coches mÔs antiguos y contaminantes, los avances sobre el papel pueden tardar en traducirse en mejoras reales de calidad del aire.

La suavización del veto a los coches de combustión en 2035 refleja el delicado equilibrio que intenta mantener la Unión Europea: no renuncia a la neutralidad climÔtica ni al coche eléctrico como apuesta principal, pero reconoce que la transición necesita mÔs tiempo, mÔs flexibilidad tecnológica y un mayor acompañamiento a la industria y a los ciudadanos para no dejar a nadie atrÔs.

EEA contaminación
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