El futuro pasa por la electrificación. Lo podemos ver en la Fórmula 1, la cual a partir de 2014 implementó un sistema híbrido en todos los monoplazas, o en la Fórmula E, la máxima categoría de monoplazas eléctricos. Los motores eléctricos no sufren retardo a la hora de entregar todo el par, y eso lo hace muy valioso en sistemas híbridos.
Aston Martin se podría unir al club de fabricantes de superdeportivos que utilizan la potencia eléctrica para llevar a sus modelos a un nuevo nivel, como ya han hecho McLaren, Ferrari, Porsche o Mercedes. La firma británica apostaría por reemplazar el propulsor V8 de origen Mercedes-AMG por un seis cilindros en línea con apoyo eléctrico.
Según fuentes cercanas a los británicos, el primer modelo que podría aprovechar esta nueva tecnología sería el Aston Martin DBX, su primer todocamino. Este tipo de sistemas, además de aportar una gran potencia desde el primer instante en el que pisamos el acelerador, resultan más beneficiosos para el medio ambiente, permitiendo a la marca cumplir las normativas de emisiones, y a su vez, reduciendo a su vez el consumo del vehículo.
A su vez, es probable que este nuevo proyecto de Aston Martin se esté desarrollando bajo el programa Rapide E. Según afirman desde la firma, la experiencia no es del todo premium todavía, por lo que todavía tardaría en llegar al consumidor final. Como consecuencia, los británicos tendrán que seguir utilizando el motor Mercedes-AMG V8 de 4 litros turbocargado que utilizan modelos como el DB11 y el Vantage.
Un sistema híbrido bien implementado, como el que podemos ver en modelos como el McLaren P1, el Ferrari LaFerrari o el Mercedes-AMG One, resultan muy beneficiosos para una entrega de potencia inmediata, acercando al usuario, aun más, a la experiencia que se puede conseguir en un vehículo del WEC o en un Fórmula 1.