Antes ya traté el tema del aceite lubricante, ahora le toca el turno al líquido de frenos. A menudo ignorado y subestimado, frente al anticongelante o refrigerante y al lubricante, pero que no hay que olvidar que es un componente crucial del sistema de frenado de tu vehículo, por tanto, para la seguridad.
Este fluido hidráulico juega un papel fundamental en la transmisión de la fuerza aplicada por el conductor al pedal del freno hacia las pastillas, deteniendo el vehículo de manera segura y eficiente. El sistema depende del sistema hidráulico, y aquí podrás aprender un poco más sobre él…
¿Qué es el líquido de frenos?
El líquido de frenos es un fluido sintético o mineral que se utiliza en el sistema hidráulico de frenos de un vehículo. Su función principal es transmitir la fuerza aplicada por el conductor al pedal del freno a las pastillas de freno, creando la fricción necesaria para detener las ruedas y el vehículo.
Su funcionamiento es sencillo:
- Cuando el conductor pisa el pedal del freno, se empuja un pistón en el cilindro maestro del freno, se aplica presión al circuito del líquido de frenos.
- El líquido de frenos, incompresible en la práctica, por tanto, al ser presionado, transmite esta presión a través de los conductos de freno hasta los cilindros de cada rueda.
- La presión del líquido empuja los pistones en los cilindros, y estos mueven las pastillas contra ambos lados del disco de freno.
- La fricción o rozamiento entre las pastillas y los discos, genera la fuerza necesaria para detener las ruedas y el vehículo.
¿De qué está hecho el líquido de frenos?
El líquido de frenos está compuesto por diferentes componentes esenciales. Por un lado tiene una base, que es un líquido sintético o de origen mineral. Estos líquidos ofrecen mayor rendimiento, resistencia a las temperaturas, son más baratos, y no se degradan tanto como otros orgánicos. Además, se les suelen agregar aditivos como los inhibidores de corrosión, para proteger el sistema hidráulico por dentro, especialmente los componentes metálicos. Otros componentes pueden ser útiles para cambiar la viscosidad, el punto de ebullición, o incluso para que actúen también como lubricante de los componentes, y no solo para la presión.
¿Por qué esta composición? Pues el motivo es que el líquido de frenos tiene que tener unas características muy específicas para funcionar bien, que son:
- Punto de ebullición: es la temperatura a la que el líquido comienza a hervir. Un punto de ebullición alto es crucial para evitar la formación de burbujas de vapor que podrían afectar la eficiencia del frenado. Si se dieran estas burbujas, la presión podría verse alterada, haciendo que el sistema de frenado no frene correctamente.
- Viscosidad: la viscosidad determina la fluidez del líquido, y garantiza una transmisión de presión suave y rápida a las pastillas de freno.
- Higroscopicidad: el líquido de frenos absorbe humedad del aire. Un alto contenido de agua puede reducir el punto de ebullición y afectar el rendimiento del frenado.
¿Cuándo se debe cambiar el líquido de frenos?
La frecuencia de cambio del líquido de frenos depende del tipo de líquido, las recomendaciones del fabricante del vehículo y las condiciones de conducción. Se recomienda consultar el manual del propietario para conocer el intervalo de cambio específico. En general, se recomienda cambiar el líquido de frenos cada 2 o 3 años, o cada 40.000 a 60.000 kilómetros, algo que no muchos hacen, con sus correspondientes peligros. Algunos solo se acuerdan de él cuando tienen que pasar la ITV…
El cambio del líquido de frenos es un proceso no es demasiado complicado, en ocasiones es simplemente rellenar el depósito. Pero no se recomienda mezclar entre distintos líquidos o marcas, ya que pueden tener propiedades diferentes y afectar a la frenada o que incluso sean incompatibles entre sí, pudiendo generar alguna reacción química indeseada…
Además, lo ideal para el cambio es sangrar o purgar el sistema, para eliminar todos los restos del antiguo líquido y luego usar el nuevo para rellenar nuevamente el sistema. Por tanto, por seguridad, lo mejor es que lo hagas en un taller.
Síntomas de que hay problemas con este elemento
Señales que indican que tu líquido de frenos te está pidiendo atención, pueden traducirse en síntomas que no hay que ignorar, y ponerse en manos de un profesional cuanto antes, ya que de ello dependerá tu seguridad y la de los demás, no es un sistema secundario. Entre los síntomas de alarma están:
- Pedal de freno esponjoso o hundido: esto, si eres aficionado a las carreras, seguro que lo habrás oído más de una vez, cuando los pilotos se quejan de ello por radio. Si al pisar el pedal del freno sientes que está blando, sin ofrecer la resistencia habitual, o que se hunde hasta el fondo sin apenas fuerza, es una señal clara de que hay un problema con el líquido de frenos, probablemente por alguna fuga de líquido o por burbujas en el sistema.
- Distancia de frenado aumentada: si notas que tu vehículo necesita más distancia de lo normal para detenerse, podría ser un indicio de que el líquido de frenos no está funcionando correctamente. Unas pastillas de freno desgastadas también pueden causar este problema, por lo que es importante realizar un diagnóstico completo. Pero es posible que necesites renovar también el líquido o prestar atención por si existen fugas, mirando bajo el coche para ver si gotea.
- Ruidos extraños al frenar: chirridos, roces o ruidos metálicos provenientes de los frenos pueden indicar que hay aire en el sistema o que las pastillas están desgastadas. En algunos casos, estos ruidos también pueden estar relacionados con un problema diferente, como cristalización en las pastillas o discos de freno, etc.
- Testigo de freno encendido: la mayoría de los vehículos modernos tienen un testigo de freno en el tablero de instrumentos. Si este testigo se enciende, significa que hay un problema en el sistema de frenado y es necesario revisarlo lo antes posible.
- Desgaste irregular de las pastillas de freno: si las pastillas de freno se desgastan de manera irregular, esto puede ser un indicio de que hay un problema con el líquido de frenos, como una distribución desigual de la presión, no siempre se debe al líquido, pero podría ser un motivo.