«Manías» al volante que pueden asustar…

Usando el teléfono móvil y conducciendo

De todos es sabido que la conducción perfecta no existe. Esto es tan cierto como que todos los conductores creen que ellos conducen bien y que son los demás los que conducen mal. Todos los conductores tenemos manías o vicios al volante que en ocasiones pueden llevarnos a situaciones peligrosas que, sin necesidad de terminar en accidente, sí pueden hacernos pasar un mal trago.

Con esto no quiero decir que la falta de perfección en la conducción sea censurable ni mucho menos, pero sí es cierto que los conductores debemos aprender a reconocer estos pequeños vicios que todos tenemos al volante y, en la medida de lo posible, erradicarlos. La importancia de conducir bien es clave para nuestra integridad y para nuestros bolsillos, porque si bien las manías que cada uno tenemos al volante no son sancionables sí podemos llegar a cometer alguna falta por la que quizás nos puedan multar.

A través de este artículo quiero ir contando todas aquellas acciones cotidianas que todos cometemos y que deberíamos ir eliminando de nuestra rutina.

Dentro del coche

Un primer punto muy importante que no podemos dejar pasar al hablar de las manías es el uso del cinturón de seguridad. Sé que teoría la conocemos todos, pero considero que es un poco vergonzoso que en España aún haya usuarios a los que les cueste ponerse el cinturón, tanto por el “despiste” que supone la falta del hábito en su uso como la negación sistemática a usarlo, sobre todo en los asientos traseros.

Cinturón de seguridad

Cierto es que en los asientos delanteros sí se suelen usar gracias a los avisadores acústicos que equipan la gran mayoría de los vehículos que circulan por nuestras carreteras pero es justo reconocer que a día de hoy aún cuesta que muchos usuarios se abrochen el cinturón de seguridad en el asiento trasero, algo que en caso de accidente repercute no sólo en su seguridad sino también en la de los pasajeros de los asientos delanteros. De hecho, en caso de un accidente frontal a 80 km/h de un turismo actual contra un obstáculo fijo, la supervivencia del conductor depende de que el pasajero situado detrás de él lleve el cinturón de seguridad según se explica en la siguiente secuencia:

Momento del impacto

A las 26 milésimas de segundo del choque, el vehículo frena en seco mientras que los pasajeros de las plazas delanteras siguen moviéndose a 80 km/h dentro del habitáculo. Esta velocidad será “amortiguada” por los cinturones de seguridad y por las bolsas de aire frontales (airbags).

Retroceso del impacto

A las 110 milésimas de segundo, el vehículo retrocede ligeramente y los pasajeros delanteros recuperan su posición en los asientos delanteros con amplias posibilidades de supervivencia.

Pasajeros traseros sin cinturón

Sin embargo si algún pasajero de los asientos traseros no llevaba el cinturón de seguridad correctamente instalado, la velocidad inercial de su cuerpo seguirá siendo 80 km/h en el sentido del desplazamiento inicial del vehículo y contrario al movimiento de los pasajeros delanteros, por lo que impactará con su cabeza en los asientos anteriores o en la cabeza de los pasajeros delanteros, causándole daños que producirán la muerte instantánea a ambos.

Además, la fuerza con la que se desplaza este pasajero trasero hace que el peso de su cuerpo produzca lesiones en la espalda de los pasajeros de los asientos delantero que en muchas veces son incompatibles con la vida o, en el mejor de los casos, dejan a éstos postrados en una silla de ruedas.

A las 150 milésimas de segundo posteriores al siniestro todo ha terminado. En ocasiones, realmente todo.

Con esto no pretendo dar una imagen trágica de la vida, tan sólo contaros las cosas tal como son, sin maquillajes ni adornos que puedan dar a equívoco. Y que nadie se llame a engaño, que sin intención alguna de dar clases sobre la física de los choques elásticos y los coches inelástico, os aseguro que la mayor parte de los accidentes frontales que se suceden en nuestras carreteras se producen a más velocidad que la descrita en el ejemplo anterior.

Uso correcto del cinturón

Cualquier lector observador se habrá dado cuenta de las veces que al hablar del cinturón de seguridad he insistido en que esté “correctamente abrochado”. Esto sólo sucede cuando la banda horizontal sujeta con cierta firmeza los huesos de la cadera (nunca el abdomen) y la banda diagonal pasa por la clavícula a medio camino entre el hombro y el cuello. Nunca se debe colocar la banda por debajo del brazo por riesgo de heridas graves incluso en un simple frenazo en seco.

Cómo debemos sentarnos

Para que un cinturón de seguridad correctamente abrochado cumpla su cometido de forma eficaz se debe prestar especial atención a dos puntos:

  • El respaldo del asiento debe ir en la posición más vertical posible que garantice la comodidad del pasajero. No es cómodo un respaldo a 90 grados con el asiento, pero excesivamente reclinado es muy peligroso: en caso de accidente el cuerpo podría desplazase hacia adelante por la parte inferior (efecto submarino) y la banda superior del cinturón causaría lesiones en el cuello. Además, en este caso, los airbags no recogerían correctamente el cuerpo.
  • Los pasajeros no deberán llevar un número excesivo de prendas: lo ideal es llevar una o dos prendas. En caso de llevar más prendas, sobre todo en el caso de abrigos o chaquetas de tejidos con textura plástica, la banda superior del cinturón podría resbalar sobre ellas y provocar lesiones en el cuello.

Postura correcta al volante

Realmente me siento incluso ridículo dando consejo de cómo se ha de poner el cinturón de seguridad a estas alturas del siglo XXI, pero la observación del entorno me recomienda que lo vuelva a hacer.

La comunicación con los demás

Siempre he sostenido que gran parte de los incidentes que se producen en nuestras carreteras se deben más a una peligrosa mezcla entre soberbia, mala educación y despistes más que a un desconocimiento de las normas.

Sin ningún lugar a dudas, el “descuido” más frecuente que se puede observar en las carreteras es el uso incorrecto de los intermitentes. Son muchos los españoles que se olvidan que en una circulación fluida la única comunicación posible entre vehículos es el uso correcto de los indicadores de dirección. Y sobre esto se pueden establecer tres tipos de errores claramente identificados:

  • Por un lado están aquellos conductores que limitan al máximo su uso, a veces hasta olvidarlos totalmente. Esta manía se puede observar tanto tramos urbanos al efectuar un giro o en vías de alta capacidad al cambiar de carril. En ambos casos es una actitud deplorable, peligrosa y no exenta de peligro. Como es de esperar, en este grupo de personas que no usan los intermitentes incluyo también a los que los usan de forma muy limitada, como con miedo a que se desgasten. Cabe recordar que la señalización debe mantenerse mientras dure toda la maniobra y que tampoco pasa nada por hacerlos destellar con un poquito de antelación para que el resto de usuarios de la vía puedan conocer nuestras intenciones. En este aspecto deberían prestar especial atención a aquellos conductores que aprovechan la opción de intermitentes de confort (parpadean tres veces con una sola pulsación) porque suelen quedarse cortitos en muchas ocasiones.
  • Contrarios a los anteriores, en vías de alta capacidad podemos encontrar también a aquellos conductores que circulan por el carril izquierdo con el intermitente izquierdo conectado. ¿A dónde van? ¿A la mediana? ¿No les molestará el avisador acústico? Como he dicho anteriormente, el intermitente debe estar operativo mientras dure la maniobra que estamos señalizado, pero se supone que una vez terminada la maniobra ya se debe finalizar también la señalización. Curiosamente estos conductores que circulan por el carril izquierdo con el intermitente izquierdo operativo, cuando circulan por el carril derecho no dejan encendido el intermitente derecho (menos mal).
  • Un tercer grupo de conductores que se pasean por las carreteras españolas y que es más peligroso y molesto que los dos grupos anteriores, es el conformado por aquellos conductores que creen que el señalizar la maniobra otorga algún tipo de prioridad en la carretera. Suelen verse sobre todo en ciudad, suelen señalizar un cambio de carril cuando ya han iniciado la maniobra y suelen no tener ningún reparo en bajar la ventanilla y preguntar a los demás si no han visto el intermitente. Por último, también suelen salirse con la suya.

Uso correcto intermientes

Realmente, el (extraño) uso que se hace en España de los intermitentes daría para escribir miles de artículos y, aún con la Ley en la mano, nunca llegaríamos a un acuerdo porque todos queremos tener razón.

Las luces

Otro punto muy discutible sobre el conductor español tiene que ver con las luces, sobre todo con el reglaje. A día de hoy, los proyectores de descarga de gas o con tecnología led suelen incluir un mecanismo de nivelación automático que ajusta la altura del haz luminoso según la carga del vehículo, pero los vehículos con faros halógenos no cuentan con este sistema. En su lugar hay una regulación manual desde el interior que, en la mayoría de los casos, no se toca durante toda la vida útil del coche. Da igual que ese conductor circule un día él solo y al día siguiente con el coche a reventar de maletas y, por tanto, deslumbrando a todo el mundo. Regulación en altura de los faros

Siendo claros, el hecho de que las luces de un coche nos deslumbren de vez en cuando no es peligroso en absoluto para nuestra vista, tan sólo molesto.

¿Cómo somos hacia los demás?

Todos los conductores podemos sentirnos más o menos molestos antes los errores de los demás, pero si hay algo que es muy español es la falta de empatía hacía los demás, la irascibilidad con la que se puede llegar a actuar al volante y, sobre todo, el afán justiciero que muchos conductores parecen tener ante el que ha errado. Ejemplos de esto los podemos encontrar con sólo salir a la calle:

  • Si por carretera un vehículo circula con las luces mal reguladas, siempre habrá un conductor que circule en sentido contrario que le “clave las largas”…
  • Si un circulación densa un conductor pretende cambiar de carril siempre habrá quien se pegue al coche precedente para no dejarle pasar…
  • Si en una vía de un único carril por sentido alguien circula a la velocidad legal y reglamentaria siempre habrá quien se le pegue por detrás y, como no, comience a hacer aspavientos…

Conductor de mal humor

En este sentido conviene aclarar un detalle muy importante que todos hemos sufrido: el típico espabilado que te adelanta y luego frena de forma contundente con el único motivo de hacer frenar a ti. A este respecto conviene aclarar y que tengáis muy claro que en caso de accidente por alcance el responsable es el conductor del vehículo precedente, que además puede ser acusado de conducción temeraria y sancionado con la retirada del carné de conducir e incluso con la cárcel.

¿Por qué tanta maldad? ¿Por qué en ocasiones tenemos el insulto tan ágil y la memoria tan perezosa? Antiguamente un conductor sólo chillaba con la ventanilla bajada para piropear a una chica bonita y hoy en día puedes oír de todo excepto un piropo.

Las rotondas

Me imagino que muchos de vosotros os estaréis imaginando si hay algún lugar en nuestra geografía dónde se pueda observar el mal uso del cinturón de seguridad, gente conduciendo con abrigos y bufandas, mal sentadas en sus asientos, sin señalizar correctamente los cambios de carril, dando luces y tocando el claxon y encima chillándose los unos a los otros. Pues sí, las rotondas.

El fenómeno de las rotondas es algo tan inexplicable como su origen porque, de hecho, ya existían antes de que inventasen

Seguro que muchos de vosotros habréis estado u odio hablar de la parisina place Charles-de-Gaulle. ¿No? Pues no me extraña porque, aunque se llama así desde hace casi 50 años, todo el mundo la conoce como place d’Étoile, Étoile a secas o simplemente “la del arco del Triunfo”. Pues bien, esta plaza que muchos creen que se llama así por las forma de estrella al confluir en ella nada más y nada menos que doce calles no se dan cuenta que París del 1777, cuando se inauguró esta plaza, era algo más pequeño que el actual y que la plaza realmente recibe el nombre de la decoración en forma de estrella de su pavimento.

Place Charles-de-Gaulle de París

A pesar de esto, de forma histórica se toma como la primera rotonda la construida en Letchworth (Hertfordshire – Inglaterra) en el año 1909 y curiosamente no se hizo para regular el tráfico como hacía la place Charles-de-Gaulle de París, sino que era una isleta para que los viandantes que cruzasen la vía principal de la localidad pudieran descansar en un lugar seguro y no ser atropellados por los carruajes. A España las rotondas llegaron en 1976 en Palmanova (Baleares), pero no se generalizaron hasta los años 90, convirtiéndose en muchas ciudades en un signo de avance que a menudo eran inauguradas con todos los honores por autoridades tanto civiles como políticas.

No quiero ser vasto ni basto, pero antes de nada conviene dejar bien claro que el Código de Circulación determina que una rotonda tiene consideración de vía, por lo que se aplica toda la normativa vigente en cuanto a cambios de carril, entrada y salida, señalización de las maniobras. Dicho esto, circulando por una rotonda, se debe usar siempre el carril situado más a la derecha, se usarán los carriles adyacentes para adelantar y se sale de ellas de ellas como saldríamos de cualquier otra vía, desde el carril situado más a la derecha y señalizando la maniobra con el intermitente derecho.

Sin embargo podemos tener algún que otro problema para aplicar la teoría cuando nos encontramos ante una rotonda sin los carriles correctamente delimitados y con varios carriles de entrada como de salida, como por ejemplo la plaza de España en Barcelona. ¿Qué hacer en estos casos? Ante todo, estar tranquilos.

En este caso también se puede hacer una pequeña distinción entre los distintos conductores que nos podemos encontrar en una rotonda…

  • El más común es el que pretende salir desde un carril interior sin respetar la prioridad que tiene el vehículo que circula por el carril más exterior, no por el hecho de circular por un carril u otro, sino porque al tener la rotonda la consideración de vía, para cambiar de carril es obligatorio observar que el carril que se pretende ocupar esté libre y señalizar correctamente la maniobra. En cualquier caso, este conductor suele recriminar verbal y gestualmente al conductor que, circulando correctamente, se interponga en su camino.
  • En muchas rotondas de varios carriles puede darse el caso de que haya más de un carril reservado para el giro mediante señalización horizontal en la calzada. Pues siempre habrá quien circule por un carril exterior reservado al giro con la intención de continuar circulando por la rotonda, cortando el paso a un vehículo que circule por un segundo carril reservado también al giro. En este caso también hay una alta posibilidad de que este conductor también responda con ofensas y aspavientos.
  • En cualquier tipo de rotonda, con independencia de su tamaño, siempre habrá quien entre directamente al carril más interior, circule por él y salga también desde el mismo carril. Esto es mucho más frecuente en rotondas interurbanas y también es muy frecuente que si algún vehículo le corta el paso le “salude” también de malos modos.
  • Y por último, ¿qué pasa en las rotondas con los intermitentes? Hay quienes ponen el indicador izquierdo para acceder y circular por ellas y lo quitan para salir, hay quienes no lo ponen para entrar y sí para indicar su salida, hay quienes no lo ponen… Personalmente debo reconocer que yo no lo pongo para entrar y uso el derecho para salir.

Como habéis podido observar, creo firmemente que muchos de los problemas de tráfico que hay en las rotondas se solucionarían con un poco más de educación, paciencia y cortesía por nuestra parte, sin esas ganas tan españolas de ajusticiar al que se equivoca y no olvidando nunca que todos alguna vez nos hemos podido equivocar.

Plaza de España en Barcelona

El un uso real, la forma en la que los vehículos circulan por las rotondas y la señalización que usan depende muchos de los hábitos locales. A pesar de que la legislación es la misma para todo el territorio español, cómo se circula por una rotonda cambia mucho de unas comunidades a otras y, sin exigir un estado policial, sí considero que esto es debido a la dejadez y falta de control o vigilancia por parte de las autoridades competentes, cuya máxima preocupación es sembrar las vías de radares recaudatorios disuasorios y parecen olvidar que hay muchos más artículos del Código de Circulación a respetar…

Aunque en España aún no han llegado, en muchos países europeos han desarrollado una especie de rotondas de mínimo tamaño (a veces una simple farola) que obliga a los conductores a reducir la velocidad en todos los cruces al no haber vías prioritarias. Por el contrario, obliga al conductor que quiera tomar la salida a 270º (izquierda) o 360º (dar la vuelta) a realizar una maniobra rápida de giro total del volante para no quedar bloqueado en la “mini-rotonda”.

Estas mini-rotondas la he visto en Francia y en Suiza y ha sido en este último país donde más me ha llamado la atención sobre el uso de los indicadores de señalización: cuando los conductores se acercan a la rotonda ponen el intermitente izquierdo y lo quitan para “señalizar” que salen, pero no ponen el derecho, porque éste sólo lo usan para indicar que tomarán la primera salida de la derecha… Extraño; es algo así como el juego de la silla musical, que cuando para de sonar la melodía hay que sentarse rápidamente. Pues los suizos hacen lo mismo con intermitente izquierdo: mientras esté encendido siguen circulando por la rotonda y cuando lo quitan, pues todos a salir.

Cambios de carril

Los atascos o la circulación lenta son el gran enemigo del conductor. Da igual que uno sea un manojo de nervios o un remanso de tranquilidad: a nadie les gustan.

En una conducción civilizada y educada se supone que en caso de una situación de alta densidad circulatoria no se debe ir cambiando de carril porque esto repercute negativamente en la fluidez, a parte de estar expresamente prohibido en el Código de Circulación. De hecho es habitual en los atascos ver algún coche que al pretender cambiar de carril queda atravesado y bloqueando su carril de origen. Además, en la gran mayoría de las ocasiones, este cambio de carril no atiende a la necesidad de tomar un desvío o una próxima salida sino más bien a la (falsa) creencia de que el otro carril va más rápido. Ojo, que tampoco podemos olvidar al conductor que viendo la intención de un tercero de cambiar de carril se limita a pegarse al coche precedente para impedir la maniobra.

Atasco o tráfico denso

En un sentido práctico, y pensándolo con la cabeza, si llevamos más dos horas para salir de Madrid por la A6, ¿cuánto tiempo se pierde por favorecer que un vehículo se incorpore a nuestro carril por delante de nosotros? La respuesta es clara: nada. Con esto no quiero disculpar en absoluto a los de conductores tan molestos como peligroso que, hablando de cambios de carril, nos podemos encontrar en nuestras carreteras.

Por un lado están los que cambian de carril cuando les da la gana y porque sí. Da igual que los carriles adyacentes estén ocupados porque si él quiere cambiar de carril, lo hará. Suele verse más en ciudad que en vías interurbanas y sobre todo en circulación lenta o en semáforos. Me refiero al típico conductor que empieza a invadir un carril adyacente poco a poco y a pegarse a los coches casi acosándolos.

También muy molestos aquellos conductores que ante el fin de un carril, en vez de hacer el desplazamiento de forma progresiva y prudente, se mantienen en el carril que va a desaparecer hasta el último momento para luego meterse de forma un tanto precipitada. Esto no sólo ralentiza la circulación sino que puede ser altamente peligroso en autopista y autovías.

Carriles de aceleración

Si todos los conductores sabemos lo que es un carril y lo que es acelerar, ¿por qué siempre hay el que por falta de previsión se detiene casi al borde de la incorporación? El uso correcto de este carril es acelerar lo suficiente para incorporarse a una vía a la velocidad y momento adecuados y no convertirse en un estorbo para el resto de usuarios. Además el Código de Circulación deja bien claro que en caso de que la incorporación no pueda hacerse con seguridad, se debe parar el vehículo en el inicio del carril para que llegado el momento podamos acelerar lo suficiente e incorporarnos de manera segura y sin molestar a los demás usuarios de la vía. Y eso es así por mucho que el vehículo que circule detrás de nosotros comience a tocar el claxon, dar luces y a mover los brazos dentro del coche: hay que parar al principio del carril y sólo hay una excepción que encima es discutible: cuando hemos previsto incorporarnos y en el último momento consideramos que es mejor no hacerlo. Y digo que es discutible porque si hubiéramos analizado correctamente la situación, no tendríamos que haber parado. Carril de aceleración o incorporación a una autopista

En el caso de las incorporaciones hay un porcentaje de conductores que en vez de detenerse al final del carril de aceleración si es que no se pueden incorporar, continúan la marcha por el arcén hasta que puedan acceder ya a la calzada (recordad: calzada + arcén = plataforma). En esos casos, de veras, que no sé qué decir porque en la mayoría de las ocasiones su incorporación al carril suele ser poco prudente. Además, diciendo las cosas como son, no vamos a descubrir nada afirmando que los arcenes suelen estar sucios, llenos de grava y basuras que pueden deteriorar los neumáticos. Por otro lado, el conductor que circula correctamente puede asustarse al ver un vehículo circulando por el arcén a una velocidad muy inferior.

No olvidemos nunca a los que, ante la intención de un tercero de incorporarse a su vía, no sólo incumplen la obligación de cambiar de carril si el tráfico así lo permite, sino que encima aceleran para pegarse al coche precedente para evitar a toda cosa que el vehículo que quiere incorporarse lo haga. Realmente censurable y muy peligroso tanto para el que se quiera incorporar, que tendrá que frenar, como para el mismo conductor incívico que deja de respetar la distancia de seguridad sólo por una cuestión de orgullo mal entendido.

Bloqueos de la vía

Ya sea por avería o por accidente, el bloqueo de la plataforma (calzada + arcén) debe estar siempre correctamente señalizado. El Código de Circulación determina que esta señalización debe correr a cargo de los triángulos reflectantes, que se pondrán a una distancia de 50 o 100 metros por detrás del coche y, en calzadas de doble sentido, también por delante. En cualquier caso, deben situarse también de forma que sean visibles por otros conductores con suficiente antelación, lo que deja la exigencia de la distancia un poco en el aire, pero una cosa está clara: no se necesita tener un amigo topógrafo para saber que si lo apoyamos el triángulo en el paragolpes trasero del coche quizás nos estemos quedando cortos con los 50 metros…

Accidente de tráfico

También es una manía muy molesta ver cómo hay conductores que aminoran la velocidad sólo y exclusivamente para cotillear si se trata de un accidente. Dios les libre de bajarse de su coche y prestar ayuda, porque en el mundo egoísta en el que vivimos parece que eso está mal visto, pero el cotillear y el hacer fotos que no falte. Esta actitud no sólo es causante de gran número de accidentes derivados sino que está específicamente penado en el Código de Circulación tanto en lo que se refiere a la obligación de prestar ayuda como de no entorpecer la circulación en caso de que los accidentados ya estén siendo atendidos por personal sanitario.

Vehículos en servicio de urgencia

La legislación deja bien clara la obligación que tenemos todos los conductores de apartarnos antes la llegada de un vehículo de urgencia y su interpretación no da lugar a dudas. Sin embargo una de las cosas que más me llama la atención de la vida moderna, sobre todo en las grandes ciudades, es que siempre habrá el que no se quiera apartar. Aunque el semáforo esté en rojo, si viene una ambulancia en servicio de urgencia, se “salta” el semáforo con precaución y se aparta a un lado, que no pasa nada de nada.

Maquetas Mini de vehículo policía y de bomberos

Cierto es que en la grandes ciudades no es extraño ver como algunos vehículos de emergencias hacen sonar sus sirenas sólo para librarse de un atasco y que un par de calles más adelante las apagan en un acto bastante censurable. También es rechazable aquellos conductores que aprovechan las “ventajas” que tiene un vehículo en servicio de urgencia respecto al tráfico rodado para circular detrás de ellos y adelantar a los que educada y solidariamente se hayan apartado. Normalmente esto sucede sólo con las ambulancias ya que estos valientes no suelen atreverse con los coches de alguna policía o de la Guardia Civil.

Como última manía muy española en relación con los vehículos de las fuerzas del estado, quiero hacer una meditación: ¿por qué cuándo un vehículo policial o de la Guardia Civil va circulando, los conductores que le siguen aminoran la velocidad, se ponen en fila india y les inunda el pánico a adelantar? Si un conductor circula correctamente y el vehículo de la policía o de la Guardia Civil circula también correctamente pero más despacio, ¿por qué ese miedo a adelantarlo?

Manías peligrosas… pero admitidas

Hay dos manías tremendamente extendidas y que a pesar de su peligrosidad parece que están socialmente admitidas, que no permitidas. Por un lado no podemos olvidar a aquellos conductores que en vías de alta capacidad con tres o más carriles se “olvidan” de circular por el carril derecho.

A pesar de los cambios introducidos en el Código de Circulación a lo largo de los años siempre se exigió que se condujese por la derecha y salvo para el supuesto de adelantamiento o de selección de carril recomendado, siempre se debe conducir por el carril de la derecha. Incluso en muchos paneles luminosos de recuerda la obligación de circular por la derecha mediante un mensaje escrito, pero siempre hay quien no lo hará.

Llegados a este punto, puedo entender que aquellos conductores que salen de una gran ciudad pueden circular por un carril distinto al de la derecha por ¿despiste?, pero que lo sigan haciendo una vez pasados el primer panel luminoso de advertencia o que se incorporen a una vía y pasen directamente al segundo carril, ¿cómo debe ser interpretado?

El teléfono móvil

No se puede terminar un artículo sobre las manías al volante de los españoles sin hablar de nuestro querido teléfono móvil. A día de hoy no sabría decir si es instrumento que ha pasado a formar parte nuestras vidas… o son nuestras vidas las que han pasado a formar parte del teléfono móvil. Sea como sea, increíble que con todas las campañas de publicidad que se han hecho, algunas especialmente impactantes, aún haya quien use el teléfono al volante. Y ya no es que haya gente que lo use para establecer comunicaciones de voz, a veces incluso en coches equipados con manos libres. El problema creciente es que hay quien lee y escribe mensajes de texto al volante. ¿Es que es necesario en pleno siglo XXI recordar que el uso del teléfono móvil está detrás del 25% de los accidentes de tráfico? Y siendo más objetivo aún y para que cada uno de nosotros haga una pequeña meditación: ¿Realmente es tan importante esa llamada o mensaje que hemos recibido como para desviar nuestra atención de la carretera? Si aún así la respuesta es positiva, ¿no sería interesante instalar un sistema de manos libres?

No usar el teléfono móvil al volante

Una cosa sí debemos recordar todos: el uso de un dispositivo manos libres reduce pero no minimiza el riesgo de accidente. Esto es así porque al usar estos dispositivos mantenemos, o se supone, las dos mandos en el volante mientras hablamos, pero según la llamada se vaya dilatando en el tiempo nuestra mente comenzará a prestar más atención a la conversación que a la carretera.

Para no terminar este artículo con un tono tan alarmista o dramático, sino con un poco de humor, hay que reconocer que el teléfono móvil ha colaborado en cierta manera a luchar contra el sexismo en nuestras carreteras. Siempre se dijo que las mujeres aprovechaban los semáforos para maquillarse y que los hombres los aprovechaban para hurgar en las narices. A día de hoy, la sociedad ha eliminado esas barreras y sin quererlo todos hacen lo mismo: enviar mensajes.

¿Manías o imprudencias?

En este apartado podemos incluir dos tipos de conductas bastante censurables a la vez que peligrosas. Por un lado están aquellos conductores que de forma sistemática no respetan los pasos de peatones. Da igual que nos digan que en España se atropella a 27 peatones cada día, de los uno fallecerá y cinco quedarán con secuelas de por vida. No podemos olvidar las imprudencias que en muchas ocasiones cometen los mismos peatones, pero eso no es excusa para que los conductores no respeten los pasos de peatones.

Paso de peatones

Es llamativo también ver como en un país que se está levantando contra la tauromaquia hay tantos conductores que «rejonean» a los peatones cuando éstos están cruzando por un paso de peatones. La norma es clara y el vehículo tiene la obligación de detenerse antes de la línea horizontal de detención, antes de sobrepasar la horizontal de la señal que indique la existencia del paso de peatones o antes de invadirlo. En definitiva, un poco antes de llevarse al peatón por delante…

Semáforos en rojo

Si bien el Código de Circulación es un poco ambiguo a la hora de explicar cómo se ha de reaccionar ante un semáforo en ámbar, cuando se trata de un semáforo en rojo es muy claro: detenerse.

Semáforo en rojo

Cualquiera que se dé un paseo por una ciudad podrá observar dos conductas tan peligrosas como extendidas:

  • Cuando un semáforo está en ámbar hay muchos conductores que tienden a acelerar para no tener que detenerse, lo cual no es falta siempre que no se supere la velocidad máxima permitida. Lo que sucede es que en ocasiones siempre hay alguno que lo llega a pasar en rojo y esto sí es una falta.
  • También se puede observar a conductores que deciden iniciar la marcha en cuanto el indicador luminoso que regula el paso de los peatones comienza a parpadear.

Es fácil entender y bastante frecuente saber lo que sucede cuando se coinciden en un cruce un conductor del primer ejemplo con otro del segundo, ¿verdad?. En este caso no tengo claro si deberíamos hablar de manía o directamente de imprudencia porque en ambos casos estamos ante unas acciones claramente premeditadas en las que es el conductor es el que toma una decisión u otra. Si un conductor acelera en un semáforo en ámbar para no detenerse o sale del semáforo antes de que éste se ponga en verde no se está «despistando»: está «actuando».

Moraleja

De una manera u otra, el errar es de humanos. Pero si hay algo que diferencia al ser humano del resto de animales es el tener la capacidad de raciocinio y una inteligencia algo más desarrollada. Dicho esto debo suponer que también es muy humano el aprender de los errores y evitar que nuestros despistes al volante acaben convirtiéndose ya en una manía o, lo que sería peor, en un accidente.

Una vez más, no se puede exigir la perfección en la conducción pero sí al menos que lo intentemos. Así que al respecto, ¿qué haces tú? Yo sólo puedo añadir que hace años una frase que me gustó mucho y que decía algo así como «pierde un minuto en la vida, pero no la vida en un minuto«.


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  1.   Dídac dijo

    Os olvidais de los que utilizan el volante por la parte de dentro o interna al girar, quien les ha enseñado ésa barbaridad ? En las autoescuelas no lo hacen.