Probablemente, sobre todo los que viváis en zonas más frías, habréis notado como vuestro vehículo consume algo más de carburante en las estaciones frías del año, éstas son algunas de las razones.
La principal, y más conocida, es el uso de aditivos en los combustibles. Cuando las temperaturas bajan demasiado, los carburantes ven modificadas sus propiedades, y muchas veces dejan de cumplir las normas de la ASTM.
Para evitar esto las compañías añaden aditivos a los carburantes, esto provoca que la gasolina esté más diluida, y en consecuencia habrá menor cantidad de energía por litro de combustible, y esto se traduce en que el motor necesita más gasolina de la normal para mantener la misma potencia.
Otra de las razones son los lubricantes que, en invierno, ven aumentada su viscosidad, lo que provoca que no sean capaces de lubricar como lo harían a temperaturas normales, y esto se traduce en un menor rendimiento del motor.