Prueba Dacia Lodgy 1.2 TCe 115 Laureate, diseño exterior e interior

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Se dice que de las pequeñas historias, nacen las grandes leyendas. La historia que os comienzo a contar no tiene un final épico, pero da un giro inesperado que traerá consecuencias sorprendentes… pongamos las gomas en la tierra y arranquemos.

En 1966, nace al sur de Rumanía una empresa de automóviles llamada Dacia. La modesta marca se pasa prácticamente toda la mitad del siglo XX fabricando modelos de Renault hasta que, rozando el nuevo milenio, en 1999, la marca francesa decide hacerse con los derechos de ésta. La filosofía era tan llana como directa: hacer un vehículo con lo imprescindible. Señores, señoras, el low-cost, se hizo coche…

Las cosas comienzan a funcionar. En 2004, el Dacia Logan se presenta como el salvador del más necesitado. Era sincero, ofrecía lo justo pero a un precio sin competencia… y funcionó. Casi una década después, Dacia se ha convertido en uno de los fabricantes generalistas más rentables. En la actualidad, disfruta de la nueva cara del Logan y el Sandero, una más que decente representación SUV con el Duster, los funcionales Dokker, y por fin, nuestro protagonista, el Dacia Lodgy.

¿Quién lo iba a decir?

Se preguntarán aquellos que vieron con recelo la filosofía de Renault para con Dacia. “Si hasta es bonito”, dirán otros sobre el Dacia Lodgy. Pero, ante todo, yo te seré sincero diciéndote que ni la pregunta, ni la afirmación, ha volado en mi cabeza. El buen momento de la marca rumana se debe, más bien, a un cúmulo de contratiempos y, cómo no, al fruto de un trabajo bien hecho. Por otro lado, mi opinión sobre su estética ha cambiado más de rumbo que una pluma a manos del aire más violento de la tierra.

Pongamos las cartas sobre la mesa y definamos sus intenciones. Monovolumen compacto de 4.498 mm. de largo, 1.661 mm. de alto y 1.751 mm. de ancho. Limitado por fuera, desmedido por dentro: las apariencias siempre engañan. Pero no adelantemos acontecimientos, comencemos por la imagen del sexto modelo que la marca ofrece en nuestro país, y eso que su objetivo eran los países en vías de desarrollo…

Fotografía: Carlos Curado

Fotografía: Carlos Curado

Sencillamente engañoso

No seré yo el que te aburra con el típico sermón, “un monovolumen puede ser atractivo”. Y sí, el espacio está reñido con la deportividad. Pero es que es como decir que se puede ir elegante con unos pantalones rotos: cuestión de gustos. Lo cierto es que el intento de las compañías por hacer que el producto sea atractivo, es el verdadero éxito de éste.

No babearás con este Dacia Lodgy, no es su cometido, su propósito es bien diferente. Aún así, el aspecto que luce es bastante correcto. La nueva identidad de marca disfruta de líneas más perfiladas, cromados más interesantes y una presencia orgullosa. El frontal es sencillo: dos grandes ópticos afilados comandan un morro cabezón. Este equipo de iluminación, se une a través de una llamativa banda que anticipa la estrecha parrilla. Más abajo, el Lodgy nos enseña algo de garra con las protecciones que, salvando las distancias, recuerdan al famoso Nissan Qashqai.

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Un triste tono colorea la carrocería de esta unidad de pruebas que tendré entre mis manos y que disfruta del apellido “Laureate”. Un tinte que intenta aportar distinción pero que en mi opinión no hace más sino que desmerecer. La amplia superficie acristalada agradecerá la sensación de espacio por dentro, pero se lleva prácticamente todo el perfil donde el tímido diseño es distintivo. Por su parte, la zaga arriesga más con unos pilotos de complicada descripción que concluyen una cubierta sobria y recta, muy de acuerdo a sus intenciones que termina convenciéndome gracias a las llantas de aleación de 16 pulgadas.

Tan previsible como desconocido

Me propongo entrar en él sin pensar que podrá ser previsible lo que me voy a encontrar, y acierto. Está bien, todo el conjunto es tosco pero no llega a ser lo primitivo que alguno puede afirmar. Para empezar, mi trasero descansa sobre un desmesurado trono. Las banquetas son enormes y el mullido cómodo: primer reto superado.

Fotografía: Carlos Curado

Fotografía: Carlos Curado

Entre tanto desorden, encontramos la consola central presidida por la pantalla táctil de 7 pulgadas cedida de Renault, un espacio que parece no casar con la sobria armonía pero que mejora la presencia. Por su parte, el cuadro de mandos es simple y el volante, aunque tenga un grosor minúsculo, tiene un buen tamaño. Además, cuenta con la posibilidad de manejar el limitador y, si buscamos detrás de él, podremos controlar el sistema multimedia.

Será verdad que los zapatos que calzamos no son de gigantes, pero el espacio interior es simplemente espectacular. En la posición de conductor, girar la cabeza para mirar hacia atrás es como ponerte a observar el horizonte. Sorprende lo grande que puede llegar a ser este peculiar “Minibus”. Tanto en las plazas delanteras, como en las traseras, todo aquel que viaje se sentirá en su salsa. Es su premisa y es su valor más cuidado.

Fotografía: Carlos Curado

Fotografía: Carlos Curado

También, es destacado recordar que, además, podemos incluir dos asientos más añadiendo una tercera fila por 500€. Si bien es cierto que no viajarás igual, comprende una opción muy interesante. Si decides hacerlo, no olvides que el maletero, con un escalón de carga bajo y un sistema de apertura arcaico propio del antiguo R5, reducirá su cifra de cubicaje de 634 a 207 litros. Un problema totalmente asumible contando con que podrás invitar a dos personas más. Eso sí, si no son integrantes del Circo del Sol que se preparen para hacer malabarismos si quieren acceder a ellas.

Así se nos presenta el nuevo Dacia Lodgy. Un modelo que defenderá su candidatura a los premios CAI (Coche del Año en Internet) con armas baratas pero igual de letales que cualquier otro. Acompáñanos mañana y sigamos conociendo cómo es este Dacia Lodgy.

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