2010 fue el año elegido por Citroën para iniciar su andadura DS. El primer modelo de la gama más exclusiva de Citroën fue el DS3. Sus argumentos son una carrocería de aspecto deportivo, múltiples opciones de personalización, unos buenos acabados y las múltiples posibilidades de equipamiento. Más adelante llegaron los DS4 y DS5.
Este mismo 2013 la marca gala ha presentado una nueva variante del DS3, la carrocería Cabrio. No es un descapotable al uso, ya que los pilares del coche se quedan donde están. Recurre a la misma idea que el 2CV en su época o el Fiat 500C actual, dejando la vista lateral del DS3 exactamente igual a la de una versión cerrada. Afortunadamente no tiene nada que ver con el C3 Pluriel, su único punto en común es que ambos son Citroën.
Desde luego que no llega en el mejor momento. El DS3 ya es ciertamente un coche capricho, sobre todo al confrontarlo con el más práctico C3, así que en este aspecto el DS3 Cabrio está un paso por encima, también en precio. Eso sí, en los días que hemos convivido con este vehículo, equipado con el motor diésel de 92CV y cambio pilotado (la única opción con este combustible) nos ha demostrado que tiene muchos argumentos a favor y que es un buen producto, con una pega importante relativa a la boca de carga del maletero.
Como comentaba antes, estéticamente es casi calcado al DS3 cerrado. El frontal es igual, con una imponente parrilla en forma de boca y luces LED diurnas en forma de branquias a los lados de los paragolpes. En la vista lateral sigue destacando el pilar B cortado, que le confiere un aspecto muy dinámico y que queda reforzado con un detalle cromado en la parte inferior de la carrocería. La zaga del DS3 Cabrio es la que más cambios recibe, ya que aunque conserva el mismo paragolpes, emplea un portón diferente, adaptado para la capota, y la propia capota. A primera vista la zaga parecerá extraña por la luna trasera (de cristal) más estrecha, al contar con un marco de tela que forma parte del techo retráctil.