Hace escasos meses que el nuevo Mitsubishi Outlander llegó al mercado Español. Hablamos de la tercera generación de un modelo que destacó en su segunda generación. La primera, que data 2001, no tuvo gran acogida, dado que no había llegado el auge SUV y probablemente a la gente no le atraían sus mecánicas de gasolina. La segunda generación de 2006, contó además con dos hermanos gemelos en el grupo PSA, los Citroën C-Crosser y Peugeot 4007. Ahora ha llegado la tercera y lo hace con buenos argumentos.
Con motivo del CAI Coche del Año en Internet 2013, nos ponemos al volante de la tercera generación del SUV nipón. Por tamaño es un SUV de segmento D, situado por encima del ASX y similares, y que tiene la misión de rivalizar con modelos como el Captiva o el Hyundai Santa Fe en cuanto a tamaño. La versión elegida para esta prueba es el acabado Kaiteki, el más alto de gama, que va asociado al único motor disponible, un 2.2 diésel de 150CV y un cambio automático de seis velocidades. Vamos a conocerlo.
Este nuevo Outlander estrena imagen de marca. Atrás queda la parrilla Jet Fighter tan característica de Mitsubishi en los últimos años. Tenemos una imagen frontal mucho menos agresiva, con una falsa parrilla entre los faros delanteros, si bien la refrigeración se obtiene de la zona inferior del paragolpes. Hay quien dice que el Outlander ha perdido personalidad, y puede que así sea, aunque yo me quedo con la nueva cara del modelo. Las antinieblas hacen de luces diurnas, un detalle desfasado en otros modelos en favor de luces LED.
En la vista lateral vemos que se pierde la musculosidad de los pases de rueda, y la tercera ventanilla, a la que nos conduce la linea de cintura ligeramente ascendente, pasa de tener una inclinación hacia atrás a tenerla hacia delante, resultando más conservador. Las barras de techo ahora están mas integradas y son menos llamativas. A mi juicio es en la zaga donde decae esta tercera generación del Outlander. Con unos grupos ópticos similares en forma a los delanteros, resultan pequeños y dan la sensación de estar muy separados, dado que están a los lados del portón, algo más inclinado que antes. Entre los pilotos traseros hay un aditamento plateado que los une. Toda la agresividad de la segunda generación se pierde.