Prueba Mitsubishi Outlander 220 DI-D Kaiteki, motor, conducción y consumos (con vídeo)

Mitsubishi Outlander

Con la llave en el bolsillo pulsamos el botón de la manilla y se abre el nuevo Mitsubishi Outlander. Nos acomodamos en el agradable asiento de cuero y pulsamos el botón de arranque. Cobra vida tras unos instantes el motor diésel de 2.2 litros y 150CV que hay bajo el capó. La caja de cambios es automática. Es el mismo motor que en la generación anterior, pero pierde 27CV, a pesar de ganar prestaciones y reducir consumos. Se queda por el camino el sistema de alzado variable de válvulas MIVEC del que tanto presumía Mitsubishi en su momento. La caja de cambios es de convertidor de par y no de doble embrague. Muchos cambios, como podemos apreciar.

No puedo calificar este motor de silencioso, ni en frío ni en caliente. Además el soplar del turbo de oye con mucha claridad. Podemos pensar que sea una anomalía de esta unidad en concreto, pero me confirmaron en un servicio técnico de la marca que era algo totalmente normal. No hay stop&start (en los manuales si), así que en los semáforos conviviremos con el ruido, a pesar del cual no hay vibraciones en el interior.

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La pena del ruido del motor se esfuma rápidamente cuando comprobamos sus andares. Los 27CV adicionales de la generación anterior los habrá perdido en ficha, porque lo que es sobre asfalto, este motor se muestra más cercano a los 180CV que a los 150 que declara. Hay una excelente sensación de empuje, que incluso hace un pequeño amago de pegarte al asiento. Este es el único motor disponible en el Outlander y es francamente agradable de conducir (ruido al margen) y eso que el automático es el menos prestacional de todos.

Y hablando del cambio automático. Pasamos del antiguo de doble embrague, rápido en los cambios, a uno más conservador (al gusto americano) con transiciones más suaves y algo más lentas. En cualquier caso el funcionamiento es agradable y suficientemente rápido, incluso manejándolo con las excelentes levas de magnesio situadas tras el volante. No hay posibilidad de manejo secuencial con la palanca. Notaremos que le cuesta despertar un poco cuando aceleramos a tope desde parado.

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En el salpicadero hay un botón ECO que modifica la respuesta del motor y la caja de cambios. Activado vamos siempre en la marcha más larga posible y cuesta ganar velocidad, aunque beneficia a los consumos.

Un buen rutero

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Tras unos 1.500 kilómetros de prueba, nos ha quedado muy claro que el Mitsubishi Outlander es un coche realmente cómodo. Si a su potente motor y al cambio automático le sumamos una buena insonorización en marcha y unas suspensiones confortables, podremos viajar y viajar sin apenas fatigarnos.

Si en cambio buscamos dinámica probablemente el Outlander no sea nuestro coche. Las cómodas suspensiones dejan balancear bastante la carrocería en las curvas y a los asientos les falta algo de sujeción lateral. A pesar de las inclinaciones, el Outlander no resulta inseguro porque el nivel de agarre es realmente bueno, y la tracción 4WD ayuda a mantener la situación controlada con una mayor motricidad.

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En ciudad circulamos en una posición privilegiada que nos permite observar nuestro entorno y tener una buena visibilidad sobre el tráfico. A la hora de aparcar hay que tener en cuenta que con 4,65 metros no es pequeño, aunque no es tampoco demasiado aparatoso. La cámara de aparcamiento será de gran ayuda. Unos sensores delanteros estarían bien, aunque podemos ver parte del capó desde nuestro asiento, y es fácil intuir el límite delantero. Deberemos tener cuidado de no rozar las preciosas llantas de 18″ con los bordillos. En maniobras la visibilidad del tercio trasero es mejorable.

La dirección es cómoda y no está muy desmultiplicada, además el volante es muy agradable al tacto. Los frenos son dosificables.

Todocamino, que no todo-terreno

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Durante la prueba pudimos comprobar por algunos kilómetros el comportamiento del Outlander fuera de asfalto. No íbamos muy confiados, sobre todo al llevar neumáticos 100% de asfalto con 17.000 kilómetros a las espaldas. La altura libre es buena, de 19 centímetros, pero los ángulos no lo son tanto, con una entrada y salida de 22,5º debido a unos largos voladizos. El ángulo ventral no es del todo malo, con 21º, siendo superior al del Jeep Wrangler Unlimited que probamos semanas atrás.

Antes de avanzar por el campo, repasaremos los distintos modos de funcionamiento de la tracción 4WD de este Mitsubishi. Hay tres modos: 4WD Eco, donde se prioriza la tracción delantera y entra el eje posterior en caso de perdidas de motricidad; 4WD Auto, donde siempre hay reparto al eje trasero (máximo del 50%) a pesar de que se prioriza el delantero; y por último 4WD Lock, modo en el que va algo más de par al eje trasero y bloquea el diferencial central. El último modo es el que escogemos para andar por el campo.

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El Outlander tracciona bastante bien cuando están todas las ruedas en el suelo, pero veremos que es fácil que alguna de las ruedas, sobre todo del eje trasero, queden al aire debido a unos recorridos de suspensión cortos (para offroad). Si nos encontramos en un cruce de ejes, la cosa se complica y probablemente no avancemos si no es con inercia, ya que se va el par por las ruedas al aire. Intenté hacerlo desde parado y el coche me advirtió que no siguiese intentándolo con algunos chivatos de avería que se apagaron al instante.

Mitsubishi Outlander cruce de ejes

Pérdida de tracción total en un cruce de ejes

A la hora de salvar obstáculos, si vamos despacio, casi detenidos, encontraremos que el coche no avanza, pero tiene truco. Basta con mantener durante un breve rato el acelerador a carga constante pero suave y el coche traccionará.

En definitiva, es un crossover que con mejores neumáticos podría ser más eficaz, pero que en ningún caso hay que contemplarlo como una opción todo-terreno. Con estas llantas de 18″ hay que tener cuidado de no acercarnos mucho a piedras grandes, porque podemos rayarlas, o lo que es peor, rajar el neumático, que no tiene los flancos tan reforzados como unos M+S o de campo.

Consumos de SUV

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De este Mitsubishi Outlander no podemos decir que sea un mechero. Tampoco gasta mucho, ojo, está en un termino medio. Los primeros 480 kilómetros , mayoritariamente de autovía y carreteras con tres personas y algo de equipaje, arrojó una cifra real de 7.5 litros reales.Con un solo ocupante sin carga y sin A/A podemos bajar la cifra en más de medio litro.

Hasta ahí normal, pero cuando nos metemos en ciudad, siempre con el modo ECO activado y haciendo una conducción eficiente es fácil rondar los 10,5 litros, que no es algo exagerado en un SUV automático de 1.610 kilos de peso (el 2WD manual pesa unos 100 kilos menos). No hay stop&start, y sale perjudicado en este aspecto. Un consumo mixto realista es de 8.4 litros de ordenador.

Mañana concluiremos la prueba de este SUV con un análisis de su equipamiento y de la gama. Te esperamos.

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