Repasamos los 50 años de Porsche 911, la generación que saludó al turbo

Porsche 911 Carrera 2.7

Seguimos con nuestro particular repaso a la historia del Porsche 911, que este año celebra su 50 aniversario. Si la última vez descubrimos el nacimiento del deportivo, esta vez nos centraremos en la segunda generación, desde 1973 hasta 1989.

Nada menos que 16 años de vida para una modelo que estéticamente no se desmarcaba apenas del 911 de una década atrás, pero que en el tiempo fue ofreciendo nuevas carrocerías y, sobre todo, acabó incorporando el turbo, elemento con el que Porsche había estado jugando en la competición.

Así, en 1973 apareció el nuevo Porsche 911, una mera evolución del 901, que se diferenciaba a primera vista por los nuevos paragolpes de fuelle con los indicadores integrados. Una solución tomada para superar las pruebas de choque en Estados Unidos, mercado vital para la marca. Siguiendo con las mejoras en seguridad, el nuevo 911 incorporaba cinturones de seguridad de tres puntos y reposacabezas integrados en el respaldo.

Porsche 911 Carrera Cabriolet

Sin embargo, las mayores novedades se situaban bajo el capó. El motor del 911 pasaba de los 2.4 litros a los 2.7 ofreciendo 150 caballos en la versión básica y 173 caballos en el 911 S. Era básicamente el motor del Carrera RS descafeinado. Las cifras parecían suficientes para catapultar al 911 de 0 a 100 km/h en poco más de 8 segundos.

Sólo un año después de su presentación, en 1974, vería la luz el máximo exponente de la gama, el Porsche 911 Turbo. A día de hoy uno de los más deseados de la saga, el 911 Turbo montaba tras su eje trasero un motor bóxer de 6 cilindros y 3 litros sobrealimentado capaz de rendir 260 caballos.

Este deportivo de insinuantes caderas y monstruoso alerón trasero aceleraba de 0 a 100 km/h en apenas 6 segundos, alcanzando una punta de casi 250 km/h. Si podemos resaltar alguna característica sería su indomable potencia. Los que lo han podido disfrutar advierten de una entrega de potencia especialmente brusca, principalmente debido a un excesivo retardo del turbo, ganándose el apodo de «Widowmaker».

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No contentos con ello, tres años después, Porsche puso a punto su 911 Turbo con un nuevo motor de 3.3 litros y un nuevo intercooler situado en el alerón de tipo «cola de ballena». El resultado eran 300 caballos de potencia pero una entrega algo más suave que en el 3 litros. No sería hasta 1989, en su última etapa comercial que se instalaría una caja de 5 velocidades en vez de 4, algo muy criticado en la época.

Como curiosidad, a principios de la década de los 80, la marca de Stuttgart ofreció un kit para el 911 Turbo denominado «Flachbau», lo que viene a ser nariz plana dadas las nuevas formas del frontal, con faros escamoteables y un perfil más aerodinámico y bajo inspirado en el 935 de competición.

Porsche 911 Flatnose

En 1978 aparecía el 911 SC 3.0, con el motor del 911 Turbo sin el sobrealimentador. Rendía 180 caballos y fue evolucionando en los años siguientes hasta alcanzar poco más de 200. Pero como hemos mencionado al principio, el 911 de segunda generación también dio la bienvenida a nuevas carrocerías. Corría 1982 cuando nacía el 911 Cabriolet, un descapotable con techo de lona que venía a completar la gama que ya contaba con el 911 Targa de techo duro desmontable.

Un año más tarde la gama 911 se reordenaba abandonando el motor 3.0 del 911 SC y recibiendo un nuevo motor de 3.2 litros y 231 caballos. Un modelo disponible en todas las carrocerías y que en opción podía equipar el paquete «Turbo look» que añadía los ensanches y alerón del 911 Turbo.

Para finalizar con esta larga etapa, la más larga dentro de la historia del 911, Porsche lanzó dos versiones muy especiales y cotizadas. El 1987 se presentaba el 911 Carrera Clubsport, una versión que tomaba el testigo del 911 Carrera RS de primera generación, con 100 kilos menos a base de prescindir de asientos traseros, elevalunas e incluso del parasol del acompañante. No en vano, el motor sólo recibía una puesta a punto a nivel de respuesta pero ofrecía la misma potencia que el resto de 911 3.2. Sólo se fabricaron 340 unidades.

Porsche 911 Speedster 1988

En 1988, sólo un año antes del relevo generacional, Porsche revivía el espíritu del 356 Speedster de mediados de siglo con el 911 Speedster. Un parabrisas recortado o una joroba donde guardar la capota en lugar de plazas traseras eran sus señas de identidad. El motor seguía siendo el 3.2 litros.

Llegamos a 1989, cuando se pone fin a la vida del 911 de segunda generación, pero sería el momento para, sin lugar a dudas, el mayor relevo generacional de la historia del mito, el 964. A partir de este momento el 911 se convierte en el deportivo que hoy todos conocemos, apareciendo las versiones de tracción total y afianzando el Turbo como tope de gama (versiones especiales aparte) hasta nuestros días. Lo veremos, como no, en los próximos días.


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