La llegada al mercado del Citroën C3 AirCross suponía un soplo de aire fresco para la gama del fabricante galo. El veterano C3 Picasso ya no gustaba y día tras día veían como los clientes se iban a la competencia. Pues dicho y hecho, supieron crear un modelo que aunara las virtudes de su veterano monovolumen envueltas en una carrocería de tipo SUV. Desde ese momento, a pesar del número de rivales que tiene el mercado, no ha dejado de triunfar.
Ahora, cuando estamos a meses de que cumpla cuatro años de vida, el Citroën C3 AirCross se renueva. Su imagen, aunque juvenil, se ha quedado rezagada respecto a sus hermanos. El mejor ejemplo es el nuevo C4, que ha supuesto el regreso de Citroën al segmento compacto. Por tanto, los responsables del B-SUV han decidido que era el momento de actualizar su imagen y mejorar sus argumentos de venta. ¿Tendrá el éxito que se merece?
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La imagen del Citroën C3 AirCross MY21 es más agresiva y «barroca»
Si la imagen del nuevo C4 es arriesgada y muy atrevida, con el C3 AirCross la firma gala se ha quedado en un punto intermedio. Es más agresivo y eso se nota en la evolución de la parrilla o los grupos ópticos principales. Ahora abandonan el formato cuadrado del anterior en favor de unos rectangulares que, además, pasan a emplear la tecnología LED. El conjunto forma una «X» que confluyen en el centro, donde los chevrones ganan en presencia.
El paragolpes inferior también es nuevo, presentando una toma de aire de mayor tamaño. En su interior hay un nuevo patrón que coincide con el que estrena la parrilla. Ya, en la parte baja aparece protector en color plata que refuerza la robustez del conjunto. Si pasamos a la vista lateral apreciamos menos cambios, aunque también los hay. Ahora las ventanas de custodia traseras son transparentes, dejando atrás las «cortinillas» de la anterior versión.