Carlos Tavares, quien hasta ahora ocupaba el puesto de director ejecutivo de Stellantis, ha presentado su dimisión de manera inesperada y con efecto inmediato, lo que ha sorprendido tanto a la industria como al propio entorno empresarial. La salida del directivo portugués, prevista originalmente para 2026, ha sido aceptada por el Consejo de Administración del grupo. Mientras se busca a su sucesor, será John Elkann, presidente de la compañía, quien se haga cargo temporalmente al frente de un comité ejecutivo interino.
La dimisión de Tavares, líder clave en la creación de Stellantis en 2021 tras la fusión de PSA y Fiat Chrysler, llega acompañada de tensiones internas en los altos niveles de la dirección. Además, los resultados financieros recientes del grupo no han sido favorables, especialmente en Norteamérica.
Un periodo complicado para Stellantis
La industria automovilística global se encuentra atravesando un momento de transformación hacia la electrificación, y Stellantis no ha sido inmune a los desafíos de este cambio. Durante 2024, los márgenes operativos del grupo han caído significativamente, afectando especialmente a mercados clave como América del Norte. Las ventas en esta región, tradicionalmente una de las más rentables para la empresa, registraron un descenso del 18% durante el primer semestre del año, afectando a su capacidad para dar salida a un importante stock de vehículos.
En cuanto a Europa, las tensiones comerciales con China también han impactado los planes estratégicos del grupo. La decisión de la Unión Europea de imponer aranceles a vehículos eléctricos fabricados en China ha ralentizado la colaboración de Stellantis con empresas chinas como CATL para proyectos clave, como una gigafactoría de baterías que podría haberse instalado en España.
Proyectos clave en España en el aire
La dimisión de Tavares deja en el aire dos grandes proyectos destinados a España. Por un lado, la posible asignación de la producción de nuevos modelos eléctricos de la plataforma STLA Small para las plantas de Vigo y Zaragoza. Por otro lado, la construcción de una gigafactoría en Figueruelas, Zaragoza, que sería una de las mayores de Europa y podría suponer una inversión conjunta de unos 4.000 millones de euros.
El ex-CEO había llevado a cabo intensas negociaciones con el Gobierno español para garantizar la competitividad de estas fábricas y asegurar un nivel de ayudas públicas significativo. De hecho, se reunió con el presidente Pedro Sánchez hace apenas unos días en la Moncloa.
Un estilo de gestión que marcó diferencias
La gestión de Tavares al frente de Stellantis (y de PSA, previamente) ha estado marcada por su firme compromiso con la reducción de costes y la maximización de sinergias. Este enfoque le permitió recuperar PSA de su delicada situación financiera en 2014, liderar la adquisición de Opel y consolidar la fusión con Fiat Chrysler.
Sin embargo, no estuvo exento de enfrentamientos políticos. En Francia e Italia, Tavares se encontró con reticencias sobre decisiones estratégicas que favorecían a las plantas españolas frente a las de sus países de origen. A pesar de las críticas, siempre defendió la importancia de la viabilidad económica como factor clave para las decisiones empresariales.
El legado de Tavares y el futuro de Stellantis
La búsqueda de un nuevo líder para Stellantis ya ha comenzado, con la promesa de anunciar un nuevo director general permanente en la primera mitad de 2025. Por ahora, John Elkann ha asegurado que el comité ejecutivo interino trabajará para garantizar la continuidad de la estrategia de la compañía, con una visión a largo plazo que beneficie a los accionistas y trabajadores. Eso sí, todavía queda por ver cómo afectará esta transición a los proyectos estratégicos que Tavares había iniciado, especialmente en mercados clave como el español.
Imágenes – Stellantis