Uno de los modelos de altas prestaciones que más han dado que hablar en este año 2018 ha sido la nueva generación del BMW M5, con código interno F90. Su principal novedad es que cuenta con un sistema de tracción integral, pero para que los más puristas no se enfadaran, es posible desacoplar el tren delantero pulsando un botón y disfrutando así de un comportamiento más al estilo BMW, solo con propulsión trasera.
Este nuevo BMW M5 utiliza un bloque V8 sobrealimentado de 4.4 litros, el cual desarrolla una potencia de 600 CV y 750 Nm de par. La versión Competition rinde 625 CV. El caso es que el preparador alemán G-Power ha decidido dar unas cuantas vueltas de tuerca a la berlina deportiva bávara y extraer nada menos que 800 CV.
G-Power nos ofrece tres versiones de potenciación diferentes; tres etapas, como se suele conocer. En la primera, el BMW M5 pasa de los 600 a los 700 CV, en la segunda rinde 750 y en la más extrema de todas lleva su rendimiento hasta los 800 CV. ¿Quién dijo miedo?
La stage 1, eleva las prestaciones de origen en 100 CV y 90 Nm, obteniendo así un total de 700 CV y 840 Nm de par. Esta mejora se realiza simplemente a base de modificaciones en la electrónica, no variando las características mecánicas del vehículo. Además, el conductor lo puede activar cuando desee, pudiendo volver al mapa original del modelo cuando en un instante.