Prueba Mercedes CLA 220 CDI, motor, conducción y consumos

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El más puro entusiasmo afloró cuando contemplé por primera vez esta obra, el Mercedes CLA. Los alemanes se habían gustado con este lienzo, pinceladas de frescura impregnaban todo este meditado cuadro. Pero no estamos en un cuento de hadas, y tal y como sucede en la vida real, todo tiene su parte buena y su parte mala.

El análisis a su diseño exterior e interior, nos ha desvelado tanto soles como una casa, como oscuras sombras. Pero basta de utilizar vagamente los ojos y abramos el corazón. Estoy a punto de hacer despertar el motor de 2.143 cc. que esconde entre sus entrañas el Mercedes CLA 220 CDI. Su apellido lo delata, estamos ante la versión más potente de la gama diésel. Cuatro cilindros para una mecánica que desarrolla 170 caballos de potencia y viene asociada al cambio 7G-DCT… por fin, es hora de sentir.

Bonita llave para bonito coche, girémosla y entablemos conversación con él. Antes de sacarlo de su madriguera, me viene a la mente su naturaleza de tracción delantera. Éste comparte la plataforma MFA con sus hermanos el Clase A, Clase B y GLA, apostando así por transmitir toda la fuerza al eje delantero. Una elección que restará sonrisas sí, pero que como vengo diciendo, tendrá su cara amarga, y su cara dulce.

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Nada más rodar con él, encuentro sensaciones que te regala una berlina bien construida. Ya vimos que sus medidas, pese al segmento al que pertenece, no eran demasiado compactas, y de primeras, podría pasar desapercibido en nichos superiores. Los primeros compases de esta prueba ratifican estas impresiones y además, confirman que tampoco es miedoso a la hora de adentrarse en la caótica urbe.

Es aquí donde la dirección, asistida electrónicamente, nos tiende su mano. La luna trasera nos la aparta, poca visibilidad pero más de la que me esperaba. En cambio, el consumo vuelve a tendérnosla, rondando los 6,7 litros a los 100 kilómetros en modo eficiente y bajando notablemente cuando me adentro en la autovía. El pequeño galán alemán se relaja, el modo eficiente brilla en el cuadro de instrumentos en una verde E ecológica, y los números descienden hasta los 5,7 l/100 km en un paseo de más de 400 kilómetros.

Al llegar casa, cuando el germano duerme, algunos detalles de la travesía comienzan a rondar mi cabeza. El recorrido ha sido plácido, no puedo quejarme, pero el comportamiento de la caja de cambios automática ocupa la mayoría de mis pensamientos. Funcionando de maravilla, la esperaba incluso más suave y, pese a que las comparaciones son odiosas, con la DSG no tuve esa impresión. Todo percepciones aún sin contrastar a la espera de jugar con él de verdad.

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Ni podía hacerle esperar, ni yo quería hacerlo. La cotidiana carretera nacional se convierte esta vez en el juez de todo este embrollo, pero aún queda para que se dicte la sentencia. En concreto kilómetros y kilómetros que continúan revelando datos. El tráfico se agolpa y es cuando el modo Sport te pide entrar en escena. Sumergidos en la S roja, el Mercedes CLA se despierta, sonríe, y se mueve con más agilidad. Si no eres brusco tampoco lo encontrarás tragón, dejando números que acarician los 6,3 l/100 km.

Pero no basta. Hasta ahora el teutón ha sido eso, muy alemán, y no he sentido atisbo de un desmelene. A lo lejos la calzada comienza a enredarse como los rizos de Bisbal, las levas que aguardan detrás del aro parecen llamarme a gritos. Pulso de nuevo el botón y el manual se activa, los siete cambios que ofrece la transmisión escuchan las indicaciones de mis dedos y comienzo a formar más parte de la historia.

Los 1.525 kilogramos que declara, parecen ser de mentira. La soltura con la que manotea entre enlazadas el CLA es asombrosa. El chasis no parece inmutarse, ni rastro de subviraje, ni rastro de sobreviraje, al menos, en los límites que te permite la seguridad vial. La suspensión, rozando la dureza del paquete AMG pero sin llegar a esa rigidez, no permite que el balanceo enseñe ni si quiera el “flequillo” y, los giros, se completan con sencillez con una zaga que te persigue como una mosca, sin ser por supuesto esta un completo incordio.

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Cantando sobre la lluvia, aunque nunca llueva a gusto de todos. Y es que es una pena que el Mercedes CLA oculte en un cuerpo de guerrero espartano, un corazón tan domesticado. Me he enamorado perdidamente de sus cualidades dinámicas, pero su motor no ha rematado el cortejo. Los 170 caballos de potencia parecen haber sentado la cabeza, no están para fiestas, es como si un niño de dos años pataleara pero pidiéndole permiso a la madre. Llegar llegan a ponerse nerviosos, el problema es que no te guste que lo hagan sin llamar la atención.

Pero no me malinterpretéis, su empuje, comandando por los 350 Nm de par, son suficientes para pasarlo bien. Esta bailarina de curvas sensuales es recatada, aunque no aburrida. Sus frenos también te lo advierten, basta con rozar el pedal para que las pinzas muerdan sin piedad los discos y tú te quedes sin respiración. Del mismo modo, la música que produce el motor no es precisamente de «chico vergonzoso». Siendo una completa contradicción por lo antes expuesto, el Mercedes CLA es ruidoso cuando la aguja del cuentarrevoluciones asciende con alegría. Unas notas que entusiasman, que sorprenden en un diésel. No discutiré si todos suenan a tractor o no, pero si lo hacen, este es un tractor rabioso.

La dirección, pese a no ser todo lo directa que podría, tiene un comportamiento correcto. Además, una vez que hayas acariciado ese volante, es complicado que algo te moleste. Y si ese día te has levantado con el pie izquierdo, prueba a ver los giros de cuello que la gente hace por las aceras al ver la bonita estampa del Mercedes CLA.

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El de la marca de la estrella se enfrenta a otro examen más, y parece continuar por una prometedora senda. Las paradojas afloran, y necesitamos concluir la prueba. Será mañana, cuando, además de finalizar, repasaremos sus niveles de equipamiento y el precio al que se vende.

Más información – Prueba Mercedes CLA 220 CDI, diseño exterior e interior (con vídeo)


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