Ayer empezamos analizando la mecánica, la estética y el diseño interior del Mercedes SLK 350. Hoy en la segunda parte de la prueba vamos a comprobar que tal se comporta el roadster alemán y su afinado motor de gasolina. Si queréis saber como se mueve este «cacharro» por autovías, ciudad y carreteras reviradas sigue leyendo.
Empieza el viaje
Ya con el freno pisado coloco la palanca de cambios en la posición D. Suelto el freno y el Mercedes Benz SLK 350 inicia el camino. Tras los primeros metros me doy cuenta de la suavidad de marcha, se nota que es un Mercedes, no cabe duda.
El cambio automático de 7 velocidades empieza a engranar una marcha tras otras sin apenas brusquedades, aunque en alguna que otra ocasión sí que sentí algún que otro tirón incómodo, eso sí, nada alarmante. Los Kickdown son un poco agresivos, pero ¿a quién no le gusta sentir la deportividad?
La dirección a baja velocidades se muestra suave, como tiene que ser, y la suspensión se traga los badanes de una forma muy digna, es decir, no te parte la espalda. Parte de la culpa la tiene la suspensiones de serie que tienen una orientación más enfocada al confort que el tren de rodaje deportivo que es de carácter opcional.
Tras unos cuantos metros por zona residencial, toca incorporarse a la autovía y todo el mundo que conozca la zona de Calahonda, Málaga, sabrá lo pequeñas y peligrosas que son las incorporaciones a la autovía.
Pero si disponemos de un coche potente no tendremos ningún problema, o al menos eso me ha mostrado el Mercedes SLK 350. Gracias a sus 306 Cv y 370 NM de par, este biplza abate el 0 a 100 en sólo 5,6 segundos y si sigues acelerando llegarás hasta los 250 Km/h. No está mal ¿verdad?
Veo un pequeño hueco tras un camión y decido pisar con ganas el acelerador. El SLK sale como una exhalación a pesar de que tenemos puesto el modo E(eficiente) en el cambio de marchas. El motor empieza a subir de vueltas, a ganar velocidad a un ritmo endiablado, el empuje es lineal pero contundente y un agradable sonido grave y ronco se cuela por mis odios. Me gusta esto.
Una vez incorporados a la vía decido dejar tranquilo el pedal derecho, no quiero acabar en la cárcel, este coche corre demasiado para los límites legales y todavía me quedan muchos kilómetros por recorrer.
Cuando estamos saliendo de Málaga dirección Granada, un fuerte viento azota las carreteras. Lo noté debido al ruido del viento, a los movimientos de los árboles y sobre todo por los movimientos que realizaba el tráiler que iba delante de mí.
Estas situaciones no me gustan, así que decido probar de nuevo la aceleración del SLK 350 para adelantar al tráiler. En menos de lo que dura un parpadeo ya había dejado a atrás a ese inmenso amasijo de hierro. A pesar de seguir en el modo E, la respuesta a las solicitaciones del acelerador es casi instantánea.
El Mercedes SLK 350 parecía inmune a las ráfagas de viento. No noté ningún movimiento brusco o peligroso y no creo recordar tener que hacer ninguna corrección con el volante. En este sentido el SLK 350 es una tabla.
Además, su dirección se endurece progresivamente con la velocidad, es directa y te transmite mucha confianza. Se afrontan las curvas sin problemas y las dilataciones o juntas de la carretera no son ningún escollo en lo referente a comportamiento.
Pero todo no van a ser alabanzas para este pequeño biplaza con techo duro retráctil. Una cosa que me ha sorprendido han sido los ruidos o grillos procedentes del techo al pasar por algún que otro bache o badén pronunciado. A su favor tengo que decir, que estos no creo que aumenten mucho con el tiempo, lo sé por experiencia propia.
Después de una hora y media llegamos a Granada y sorprendentemente no estamos cansados. El SLK 350 es un coche cómodo debido al compromiso de sus suspensiones, a la comodidad de sus asientos y al buen aislamiento que presenta a pesar de ser un descapotable.
Ya circulando por Granada me sigo dando cuenta de lo sencillo, cómodo y simple que es circular con este coche en la jungla urbana. A pesar de tener un gran morro, el coche es muy compacto y es fácil saber donde están sus límites. Aparcar no es ningún problema ya sea en la calle o en cualquier parking. Hay que ser muy torpe como para encontrase incómodo con este coche.
Después de comer en Granada y dar una vuelta toca volver a casa. Salimos de Granada y para entrar en Málaga decidimos pasar por el peaje. Allí le pregunte a mi amigo si lo podía poner en modo Sport y la respuesta fue afirmativa.
Pago el peaje, se abre la valla y piso a fondo el pedal derecho. Si antes me parecía que el coche corría, ahora vuela. Las marchas se estiran casi hasta el corte, el motor empuja de manera progresiva pero con contundencia y en pocos segundos ya rodaba a … Km/h.
Después de sobre pasar el límite legal toca frenar un poco. Al pisar el pedal del freno te das cuenta de lo directo que es. No hay recorrido muerto, por lo tanto nada más tocarlo el Mercedes SLK 350 comenzará a detenerse. En este sentido, el anterior Mercedes SLK poseía un freno más progresivo y dosificable, ideal para el punta tacón, pero como éste es automático qué más da.
Después de andar con el SLK 350 por ciudad y autovías, lo único que me faltaba era probarlo en una buena carretera de curvas y con el modo manual activado. Cogemos rumbo dirección a Ronda, por allí hay unas buenas curvas y el SLK nos mostrará de que pasta está hecho.
Empezamos a acelerar y si no somos previsibles con el cambio llegaremos al corte puesto que este es un poco lento, es decir, cuando tocas la leva tarda como un segundo en obedecerte. A pesar de ser lento tiene un punto positivo, es casi manual de verdad. Sólo cambia a una marcha superior si tú se lo ordenas, pero si vas en séptima y empiezas a detener el coche, éste reduce por ti.
Tras afrontar los primero virajes me percato de la dinámica del coche. Es un coche neutro aunque tirando algo a subvirador y a pesar de ser un poco más gordito que la anterior generación (1540 kg) sigue siendo muy ágil. Este coche como mejor va en las curvas es traccionando. Me explico, si llegas a la curva y la afrontas frenando cargarás el morro y puedes perderlo, pero si frenas bien antes de la curva, metes el coche y empiezas a acelerar progresivamente verás como el SLK y sus neumáticos se adhieren al asfalto como Spiderman a las paredes.
Es muy complicado sacarlos de sus casillas, incluso si reduces en plena curva, porque el SLK es un coche con una puesta a punto excepcional, pero si lo que quieres es ir cruzado con él podrás. Sólo tienes que desconectar las ayudas y pasarte con el pedal derecho, entonces sus 306 CV y sus 370 Nm se desbocarán aunque gracias a los chicos de Mercedes, sus reacciones son muy nobles y predecibles.
Tras haberlo conducido durante bastante kilómetros la conclusión que he sacado sobre esta tercera generación, es que el SLK se ha ido convirtiendo poco a poco en un pequeño GT, eso sí, con unas grandes dosis de diversión y deportividad.
Lo último que me queda por comentar es el apartado de consumos. Aquí el Mercedes SLK 350 se lleva un diez gracias a sistemas como el Start/Stop. El ordenador de abordo marcaba una media tras casi 1.000 km sólo 8,3 litros.
Una auténtica pasada teniendo en cuenta que rodamos por ciudad, por autovías y por carreteras reviradas. Además no fui muy cuidadoso con el pie derecho, pise más de una y de dos veces con fuerza el acelerador y la velocidad de crucero se situaba por encima de 120 Km/h.
Más información – Prueba Mercedes SLK 350 BlueEFFICIENCY (Parte I)