Recuerdo de pequeño cuando corría a ver el marcador de ese coche que acababa de aparcar en la plaza de mi pueblo. No puedo olvidar como alucinaba cuando podía leer 260 km/h o incluso 280 km/h en el cuadro de instrumentos. Con el tiempo entendí que el velocímetro no estaba en todos los casos relacionado con la velocidad máxima, y que a pesar de marcar 240 km/h ese coche en la mayoría de ocasiones no llegarían a los 210 km/h. En este caso, todos los modelos de los que hablamos superan los 250 km/h, pero por alguna razón están limitados a esa velocidad. ¿El motivo? Sigue leyendo…
Aunque pienses que es en la actualidad cuando más importancia se le da al medio ambiente, el compromiso por el mundo ecológico nace hace varias décadas. Si bien, es cierto, que hasta este nuevo siglo los gobiernos de diferentes países no han aprobado normativas más restrictivas, motivo por el cual nació el temido para los puristas “downsizing”. En Alemania, allá por los años 70, varios colectivos presionaban al gobierno para que endureciera las leyes en protección del medio ambiente, naciendo organizaciones como El Partido Verde.
Esta misma organización aseguraba que la contaminación del país estaba directamente relacionada con la velocidad en las Autobahn, las conocidas autopistas alemanas en donde no hay velocidad limitada. El Partido Verde exigió poner una velocidad máxima a este tipo de vías, una petición que finalmente no llegó a aprobarse. Pese a ello, las empresas dedicadas al mundo del motor tomaron nota, y organizaron diferentes reuniones para llegar a un acuerdo.
Aunque las cosas no serían tan sencillas y debían de pasar unos diez años para que el acuerdo se hiciera oficial. En solo una década, la velocidad máxima de los coches alemanes había aumentado notablemente, con coches como el BMW M5 E28 que rodaba a alta velocidad por las Autobahn. Esto no hacía más que aumentar, temiéndose porque afectara de manera significativa a la mortalidad en carretera. En 1987 se decidía limitar la velocidad máxima a 250 km/h, llegando a un acuerdo las principales marcas del país, BMW, Mercedes, Audi y Volkswagen.
A pesar de que el Gobierno de Alemania vio con buenos ojos esta propuesta y agradeció a los fabricantes esta iniciativa, muchos aseguran que no fue tanto un tema de responsabilidad social. Esta misma versión asegura que los fabricantes decidieron llegar a este acuerdo para «callar» a los partidos ecologistas, además de evitar ser señalados si las víctimas mortales aumentaban de manera considerable. Y es que las citadas marcas competían por lanzar los modelos más rápidos, una competición peligrosa. De la misma manera, con esta iniciativa evitarían que finalmente las autoridades restringieran la velocidad en las Autobahn.
No todas las marcas firmaron el pacto, siendo el caso de Porsche, que no limita a sus coches a 250 km/h. En aquello época, la marca alemana de deportivos tenía una oferta limitada, y sus coches buscaban sin cesar estar entre los deportivos más rápidos. Igualmente, hay ciertos modelos como el Audi R8 V10 Plus o Mercedes-AMG GT que no cuenta con limitación, una decisión de la propia marca para evitar perder en la lucha contra sus enemigos. Y es que si luchas contra Ferrari o McLaren… la velocidad máxima es clave.
Precisamente, la primera marca que lanzó un modelo limitado a 250 km/h es la única marca que se mantiene más estricta en este sentido. El BMW 750iL del año 1988 llegaba hasta los 300 CV, potencia suficiente para pasar de los 250 km/h. La limitación se hizo de forma electrónica, el mismo medio utilizado hoy en día.