Hoy hace 20 años de aquel fatídico accidente que nos privó de ver los últimos años de Ayrton Senna, aquel piloto brasileño que se dejó la vida en una de los muros del trazado de Imola, en San Marino. Senna, abandonó el mundo de los mortales a los 34 años de edad en una de las épocas en las que muchos la consideran como la época dorada de la Fórmula 1, o más bien el fin de aquella gran época en la que pilotos de gran calidad deleitaban a los aficionados, jugándose la vida en cada una de las curvas del Campeonato del Mundo.
Pero Senna no se fue sin dejar huella. Ya desde las Fórmula de promoción, en la Fórmula Ford 1600 dejó constancia de su talento, adjudicándose el Campeonato con mano de hierro. Hizo lo propio en la Fórmula 3 británica, y como no podía ser de otro modo, en 1983, cuando se aventuró en el majestuoso Gran Premio de Macao, se llevó la pole y la victoria. Aquellos fueron los pasos previos de uno de los mejores pilotos brasileños de la historia del automovilismo.
El paulista estaba predestinado a aterrizar en la Fórmula 1. Lo hizo en 1984 con 24 años de edad de la mano de Toleman, lo que hoy en día conocemos como Lotus F1 Team. Ese mismo año disputaría la prueba de Nürburgring del Campeonato del Mundo de Resistencia (WEC) con el equipo Joest a bordo de un Porsche 956. El año de debut en la Fórmula 1, como era de esperar, no obtuvo ninguna victoria pero acabaría sorprendiendo, de nuevo. El brasileño se adjudicaría una vuelta rápida y tres podios. Aquel año acabaría en noveno lugar.
El talento de Senna no iba a ser pasado por alto y la siguiente temporada iba a cambiar de equipo, firmando por el John Player Special de Lotus para las siguientes dos temporadas en las que conseguiría un total de cuatro victorias, diez podios y quince poles. Tanto en la temporada del 85 como en la del 86, se adjudicaría con la cuarta posición del Campeonato, consagrándose en la categoría reina del automovilismo. El año siguiente iba a disputar la temporada de 1987 con el equipo Camel Lotus Honda y acabaría en posición de podio, concretamente tercero a final de temporada.
Aquello fue el preludio de lo que sería su tercer, y más importante cambio en la Fórmula 1. A partir de 1988 y hasta 1993, Ayrton Senna ficha para McLaren Honda, equipo con el que cosecharía más éxitos en su carrera deportiva de la Fórmula 1. En 1988, el recién llegado a McLaren iba a conseguir coronarse como Campeón del Mundo tras cosechar ocho victorias, once podios y 13 poles de un total de 16 carreras. Senna entraba definitivamente en la élite del automovilismo al conseguir su primer Campeonato, pero aquello solo era el principio de un dulce momento para el paulista.
Las batallas en pista entre los dos pilotos de McLaren fueron un auténtico espectáculo y aquello no iba a terminarse en la temporada del 88. En 1989 se las volvieron a ver en pista, pero esta vez fue Alain Prost quién se acabó coronando Campeón, dejando sin opciones a los demás equipos. La década de los 90 empezó con un movimiento en las filas de McLaren. Prost fichó por Ferrari y Ron Dennis se trajo a su equipo a otro de los grandes, ni más ni menos que Gerhard Berger. De esta forma, los británicos y los italianos intercambiaron sus pilotos. De nuevo, la lucha por el Título se centró en Senna y Prost, donde, de nuevo Ayrton se llevó la victoria por tan solo siete puntos, coronándose bicampeón del Mundo.
Pero en 1991, Senna no tuvo oposición y se adjudicó su tercer Campeonato con mano de hierro al conseguir siete victorias y doce podios. Por detrás de él, un Prost que no pudo hacer más acabó la temporada en quinto lugar por detrás de los dos Williams y del compañero de Senna, Berger. Después de aquel glorioso año, el brasileño no iba a conseguir ningún Campeonato más, debido a su irregularidad de los últimos años.
En el 1992, fueron los dos Williams los que acabaron más arriba, pero fue Nigel Mansell quién acabó en primera posición. Senna, debido a sus altibajos, apenas logró cosechar tres victorias y siete podios. En la siguiente temporada iba a mejorar un poco sus números, pero no fue suficiente para evitar un nuevo Campeonato de su eterno rival, Alain Prost. Ayrton acabaría anotándose cinco victorias y siete podios.
En su última temporada de la Fórmula 1, Ayrton Senna fichaba por un equipo Williams motorizado por Renault. Aquel año se vio manchado con la muerte del brasileño, donde tan solo consiguió tres poles. En la tercera carrera puntuable, disputada en el circuito de Imola, el brasileño saldría desde la primera posición en la parrilla de salida pero para nada podría haberse imaginado como acabaría la historia. En el mismo lugar donde en los entrenamientos libres, Rubens Barrrichello sufría un duro accidente, Senna perdió la vida cuando uno de los muelles de la suspensión de su Williams se salía, atravesando la carcasa de su monoplaza y atravesando también su cuello, muriendo asfixiado.
Fueron momentos complicados en Imola, donde la tensión se podía cortar con la hoja de una navaja. No solo murió aquel fin de semana Ayrton Senna, también lo hizo Roland Ratzenberger. A raíz de todo ello se abrió un juicio por homicidio involuntario contra Frank Williams, Patrick Head y Adrian Newey, todo ellos integrantes de Williams. Pero también fueron juzgados Federico Bendenelli (representante del circuito), Giorgio Poggi (director del circuito) y Roland Bruynserarde que fue el director de carrera.
Finalmente, se estableció que la causa de la muerte del piloto de Williams fue debido a que se rompió la barra de dirección de su Williams FW16. Barra que fue resoldada a petición del brasileño, haciéndose responsable de lo que pudiese ocurrir. Por ello, los imputados en el juicio fueron absueltos de cargo alguno. Aquello hizo que se replantearan muchas cosas, y fue un punto de partida para empezar a tener mucho en cuenta la seguridad de los monoplazas.
“No tengo ídolos. Admiro el trabajo, la dedicación y la competencia”, este era el lema bajo el que competía Ayrton Senna, llevándolo a cabo hasta ese fatídico 1 de mayo de 1994, donde se dejó la vida en la carrera del Gran Premio de San Marino, disputado en el trazado de Imola. Fue un punto de partida para que, después de dos muertes, una el sábado 30 de abril y la otra el 1 de mayo para que la FIA y la FOM se replanteasen la seguridad en la Fórmula 1. Desde 1994 hasta día de hoy, la competición ha sufrido grandes cambios y hoy en día resulta casi imposible que un piloto pueda perder la vida dentro de su monoplaza, aunque algunos opinan que aún se puede mejorar en términos de seguridad.
Hoy se celebran las dos décadas del fallecimiento tanto del austríaco como del brasileño, pero por lo general, nos acordamos más del Tricampeón de Sao Paulo. Sus encarnizadas luchas con Alain Prost, su gran trayectoria en la Fórmula 1 y en las categorías inferiores son dignas de ser recordadas como si Ayrton aún estuviese presente en el mundo de los mortales. Aquella carrera de 1994 acabaría ganándola un desconocido Michael Schumacher, que por cosas del destino, a día de hoy, él también mantiene un pulso contra la muerte, del cual esperemos que salga vencedor.
Aquel año, el propio Schumacher iba a conseguir su primer Título que le acreditaba como Campeón del Mundo, que de nuevo por curiosidades del destino, ganó por solo un punto respecto a Damon Hill, compañero de equipo del fallecido Ayrton Senna. Sin lugar a dudas de no haberse producido aquel accidente mortal, y con el ímpetu y ganas de hacerlo bien del alemán de Bennetton y del brasileño de Williams, hubiésemos podido ser testigos de luchas como las protagonizadas por Prost y Senna, con el permiso de Damon Hil, por supuesto.
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