En Europa hay una gran cultura automovilística y hay grandes mecas del automóvil a las que casi es obligatorio peregrinar alguna vez en la vida. Según que tipo de coches nos gusten algunos sitios nos llamarán más o menos la atención, pero en Galdames, Vizcaya, hay un lugar llamado Torre Loizaga que no dejará indiferente a nadie.
A mediados de los años ochenta el empresario y artista Miguel de la Vía comenzó a restaurar el bastión de la familia Ochoa García de Loyzaga, que data del siglo XIV. Cuando las obras fueron concluyendo abarcó un proyecto todavía más ambicioso, el de reunir alrededor de la Torre Loizaga una de las mejores colecciones de coches particulares del mundo. Hasta el fallecimiento del empresario, esta colección fue completándose hasta llegar a la cifra de 75 vehículos, 45 de los cuales pertenecen a la marca Rolls-Royce. El resto no es menor importante, ya que hay algún Hispano Suiza, Bentley, Isotta Fraschini e incluso algunos más modernos como Porsche, Ferrari o Lamborghini. Absolutamente todos los vehículos se encuentran en perfecto estado y en orden de marcha.
La colección, que está dividida en seis pabellones, es indescriptible. Todos los coches son auténticas joyas, los hay para todos los gustos, pero todos los visitantes coinciden en que lo mejor es la colección de Rolls-Royce. Están absolutamente todos los modelos hasta que la marca pasó en la década de los 90 a manos de Volkswagen, que posteriormente se la vendió a BMW, su actual propietaria.
Sentiremos el espíritu del éxtasis en nuestro cuerpo contemplando auténticas obras de ingeniería británica, algunas realmente exclusivas como el Rolls-Royce Phantom IV que perteneció al Emir de Kuwait. Fue uno de los coches que más quitaron el sueño al señor de la Vía. Solo se fabricaron 18 unidades de las que quedan 17. Lo curioso es que cuatro están en España, ya que tres unidades están en manos de la Casa Real Española como legado de Franco.
Rolls-Royce Phantom IV
Pero lo más sorprendente no es la colección en sí, ni el espectacular sitio en el que se encuentra, lo más increíble es que absolutamente todos los coches los funcionan. Día a día, entre las paredes del recinto José Ángel y su hijo son los encargados de poner a punto estos coches, que según el propio mecánico, un apasionado de su trabajo, es como cuidar de 75 niños muy especiales. Podemos imaginar que su trabajo puede llegar a ser realmente complicado, teniendo que reparar coches históricos para cuyas reparaciones no hay ni limite de tiempo ni de presupuesto, ya que muchas piezas requieren ser hechas a mano por artesanos.
El museo Torre Loizaga abre sus puertas al público los domingos y festivos de 10 de la mañana a 15 de la tarde. Además, para fomentar la afluencia de visitantes cada día (salvo inclemencias meteorológicas) sacan varios coches a rodar por los terrenos de la torre, para demostrar que efectivamente, todos funcionan, aunque a la hora de arrancarlos algunos se hagan de rogar. En nuestra visita pudimos disfrutar de dos purasangre italianos, como el Ferrari Testarossa y el Lamborghini Countach, así como de un auténtico Lord inglés, el Rolls Phantom I y un elegante Hispano Suiza K6.
Podríamos pasar horas hablando de cada modelo que se encuentra en el museo, pero lo mejor es verlo y disfrutarlo con calma. Nosotros os dejamos un vídeo y una extensa galería con casi 100 imágenes para que veais que realmente merece la pena la visita. En la página web del museo también podéis ver fotografías de todos los coches, con su historia explicada.
Especial agradecimiento al Museo Torre Loizaga y a todos sus empleados, así como a José María García por su plena colaboración para este reportaje.
Más información – Entrevista a Luis María de Palacio, entusiasta del Citroën 2CV (vídeo)
