245CV están esperando a que los saquemos a galopar por la carretera con el Audi A7 Sportback. El potente diésel TDI de seis cilindros en uve y 3.0 litros de cilindrada está disponible para hacer gala de toda su potencia y los 500Nm de par motor que ofrece en el amplio rango de entre las 1.400 y 3.250 revoluciones, posibilitando un 0-100 en 6.3 segundos y 250km/h de máxima. En esta ocasión se trata de un Clean Diésel con inyección de urea en el escape (AdBlue). Si a esto sumamos una caja de doble embrague S-Tronic y la tracción total Quattro, mal no pinta la cosa.
Basta pisar el freno y pulsar el extrañamente ubicado botón de encendido para que el motor cobre vida. No se muestra ruidoso aunque es perceptible su ciclo, disimulado por los seis cilindros que hacen que el trabajo se reparta más, haciendo el funcionamiento mucho más placentero y generando un sonido que no resulta tan traqueteante como un cuatro cilindros.
Este motor va asociado a una caja de cambios S-Tronic de doble embrague con siete relaciones. La gestión de esta caja de cambios es, como viene siendo habitual, excepcional. Los cambios de marcha son muy rápidos, casi imperceptibles. En algunas ocasiones, al reducir fuertemente a segunda si que puede resultar un poco mas brusca de lo habitual, nada reprochable tampoco.
En ningún momento nos faltará potencia bajo el pie derecho, a pesar de tener que mover los casi 2.000 kilos y la tracción Quattro de este estilizado Audi A7. La caja de cambios es más rápida que una tradicional de convertidor de par en el kick-down, aunque saliendo desde parado a tope nos da al principio una pequeña sensación de lentitud. El funcionamiento motor-transmisión es francamente bueno, pero hay una gran pega llamada Stop-Start. No resulta suave y notamos claramente cuando el gran motor TDI arranca y se detiene en forma de sacudida. Incluso pasajeros no entendidos en coches decían que se notaba mucho, y es que en muchos coches con la música puesta jamás notaremos si el sistema se activa o no, algo que no pasa en este A7, ni con el equipo de sonido Bose de 1.500 euros a tope.
Una berlina polifacética
La unidad probada contaba con el Audi Drive Select y una excepcional suspensión neumática autoadaptativa que es una opción realmente interesante, aunque cara (2.200 €). El coche ofrece diversos modos de conducción: Efficiency, Confort, Auto, Dynamic y personalizado. Estos ajustes actúan sobre la respuesta del acelerador, del cambio, la dirección y la suspensión y las diferencias se aprecian. No da igual circular en cualquier modo.
En ciudad o autovía a ritmos relajados el modo confort (o al menos la suspensión en este modo) el Audi A7 resulta increíblemente cómodo. La suspensión neumática se traga los baches como si nada y los badenes a penas son molestos, y eso con neumáticos de muy bajo perfil. A pesar de sus dimensiones de 4,97 metros de longitud y 1,91 de anchura sin espejos, el Audi A7 no resulta excesivamente aparotoso por ciudad, aunque no es idóneo para manejarse por calles estrechas en algunos pueblos.
Para facilitar las maniobras hay cámara de visión trasera y sensores de proximidad perimetrales. Si aparcar no es lo nuestro tenemos el Park Assist, que funciona en linea como en batería en huecos bastante pequeños. Conviene vigilar las llantas para que no rocen con los bordillos, porque de no ser así en mas de una ocasión las hubiese rozado. Si cambiamos entre D y R en mitad de la maniobra el coche recalcula, así que es posible evitar los llantazos, que en estas preciosas llantas de 20″ opcionales duelen mucho.
Una vez en autovía el confort es inmejorable. Viajamos en total silencio y la sensación de velocidad es mínima incluso a velocidades que podemos considerar temerarias. El mayor ruido es el de rodadura, no hay que olvidar que el Audi A7 Sportback probado calza unas ruedas 265/35 R20. Si queremos ir abonados al carril izquierdo dando largas para que nos abran paso, es mejor ir en el modo Dynamic, ya que en confort la suspensión es más rebotona, y el coche parece algo más inestable y no da la misma seguridad a altas velocidades.
Las carreteras de curvas no son el hábitat de esta gran berlina de casi cinco metros de longitud y su anchura. A pesar de ello no siente muy torpe. Si que son perceptibles las transferencias de peso y los balanceos de la carrocería. En un primer momento puede parecer que vamos más rápido de la cuenta, pero enseguida vemos que cuando el coche apoya, apoya firmemente. Si vamos muy pasados el coche puede llegar a sobrevirar, aunque se corregirá rápidamente por la electrónica, no demasiado intrusiva pero muy efectiva. Como todos los Audi, resulta muy fácil de conducir rápido.
Para el Audi A7 el no ser el más ágil en revirados puertos de montaña no es una pega. No es un coche concebido para ello y quien tenga este coche en su garaje, con una tarifa de prácticamente 100.000 euros, tenga algún coche de aspiraciones más deportivas.
El depósito no grande para el tipo de coche que es, son 65 litros (ampliable como opción), pero no se queda pequeño gracias a unos consumos bastante comedidos. El total de los 1.500 kilómetros de prueba fue de 8.6 litros a los 100, haciendo una conducción muy diversa. En autovía a ritmos sostenidos a velocidades legales el consumo se situará en unos 6.7 litros. Hablamos de una berlina grande y pesada, con tracción Quattro y siempre con una gran reserva de potencia. Conduciendo en carreteras con curvas sin miramientos con los consumos, llegar a los 10 litros o más es cosa de niños.
De este Audi A7 Sportback, equipado con más de 30.000 euros en extras cabe destacar la excepcional iluminación de los faros Full LED con conmutación automática entre cortas y largas. Siendo de noche, es lo más parecido a circular de día que jamás haya visto. El problema es el mismo que tiene la suspensión neumática, el precio, de 2.385 euros. Es la tónica habitual, ya que cualquier opcional resulta costoso. Mañana repasaremos todos los extras equipados por esta unidad, viendo cuales son los «must have»
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