Ya sabemos un poquito más sobre el nuevo Subaru Forester. Conocemos lo que la marca nos ofrece en los concesionario y todas las mejoras que el interior ha recibido en esta cuarta generación. Ahora toca el momento de acomodarnos en el asiento del conductor, abrocharnos el cinturón y arrancar el motor. En la presentación tuvimos la oportunidad de probar los dos motores menos potentes, el diésel de 147CV y el gasolina de 150 con cambio CVT. Por muy poquito nos quedamos sin probar el turbo, que aunque sea el más interesante y deportivo es también el menos relevante, ya que la marca no espera comercializar muchas de estas unidades.
El primer motor que pudimos catar fue el gasolina. Pulsamos el botón de arranque y el cuatro cilindros bóxer cobra vida con un sugerente sonido. Al principio, como todo motor el frío, es un poco ruidoso, al girar un poco alto de revoluciones, pero una vez en su temperatura de trabajo al ralentí no suena nada. Es más desde fuera puedes pensar incluso que está apagado. En marcha la rumorosidad mecánica también es inexistente, salvo que giremos altos de vueltas o pisemos con fuerza el acelerador, momento en que la caja Lineartronic nos pondrá una relación más corta. En estos caso si que hay un ruido notable, pero tampoco molesto. Las claves para la baja rumorosidad a velocidades de crucero está en las relaciones extralargas que puede tener la caja automática. A 100-120km/h giramos en torno a las 2.000 revoluciones. Esto es poquísimo para un motor de gasolina, así que falta par y en los repechos la caja de cambios actúa para seguir manteniendo la velocidad, en ese momento las revoluciones aumentan. El girar tan bajo es una de las claves para su bajo consumo. El anterior Forester se ofrecía con caja manual de cinco velocidades o con una prehistórica automática de convertidor de par con cuatro, que eso sí, era un portento en fiabilidad.
Y hablando un poco de la caja de cambios. Cuando no se está acostumbrado a una CVT se puede hacer extraño, pero rápidamente te acostumbras y las ves con buenos ojos. No es una caja de cambios para competir, pero un Forester tampoco es para eso. Si quieres correr, corre, eso sí. Es una caja cómoda, orientada a rebajar los consumos, y que deja algunas concesiones a la diversión con las levas situadas tras el volante, que nos permiten elegir entre seis velocidades prefijadas. Sorprendentemente la caja de cambios es rápida cambiando con las levas. Pero lo más sorprendente de esta combinación motor caja son los consumos. En un recorrido extraurbano de autovía y carretera la cifra rondó los 7.0 litros, llegando a marcar 6.8 durante un buen período, pero si uno quiere hacer trabajar a la caja Lineartronic, verá que no beneficia a los consumos. Este consumo es increíble. Recordad que hablamos de un coche de más de 1.500 kilos, 4×4 permanente y con un motor gasolina atmosférico. Cualquier crossover diésel en las mismas condiciones gastaría lo mismo, o incluso más. De sus rivales con motor gasolina 2.0 y caja automática es el que menos consume, con abultadas diferencias.
¿Y que tal el motor diésel? Subaru ha trabajado duro para reducir la sonoridad y las vibraciones de este motor, que es el que previsiblemente más demanda tendrá. En la tercera generación el mix de ventas era del 90% a favor del diésel, pero la diferencia de consumos era grande y la diferencia d precio no tanto. Ciertamente el motor es más fino, aunque se nota claramente su ciclo diésel. En frío es típicamente tractoril, mientras que en caliente es bastante silencioso, aunque audible a bajas velocidades. Si viajamos a velocidad de crucero, la rumorosidad mecánica está próxima a la del motor de gasolina. El motor tiene una buena respuesta, aunque por debajo de las 1.800 vueltas es perezosillo. Luego empuja con fuerza suficiente y lo mejor de todo, de forma bastante progresiva hasta las 4.700 revoluciones. Aquí jugamos con una caja manual, con un accionamiento un poco rudo, aunque me ha dado la sensación de ser más refinada que en el XV. Como es habitual en muchos coches, entre la segunda y la tercera hay un salto tal vez demasiado grande. Los consumos marcados por el ordenado rondaron los siete litros en el recorrido inverso del 2.0 CVT. También se le exigió con fuertes aceleraciones. De todos modos estoy convencido de que ese consumo es muy rebajable.