Ya sabéis que la conducción en invierno siempre se hace más complicada de lo habitual. Vientos, lluvias, heladas y nieves son factores meteorológicos que nos obligan a adaptar nuestra conducción para mantener los estándares de seguridad, tanto para nosotros mismos, como para el resto de usuarios de las vías. Para que os encontréis más seguros en estas condiciones, hemos elaborado una serie de consejos.
Todo gira alrededor de los siguientes puntos principales: Previsión, precaución, anticipación, mirada lejana y mantener la calma. Muchas personas pueden tener miedo a conducir en este tipo de situaciones, pero con tranquilidad y siguiendo los consejos que os vamos a dar a continuación, veréis que no hay prácticamente nada que temer.
Previsión
Hoy en día todos tenemos un smartphone en el que consultar, en unos instantes, las previsiones meteorológicas de las próximas horas e incluso de los próximos días; además de las informaciones y avisos que se suelen dar por medios de comunicación de televisión o radio. Si creemos que podemos tener un trayecto complicado, en unos segundos sabremos qué nos vamos a encontrar a nuestro paso.
Si nos vamos a encontrar con nieve en nuestro viaje, tendremos que tomar la decisión de si seguiremos adelante con nuestros planes o si, por el contrario, sería mejor evitarlo y dejarlo para otra ocasión. En caso de aventurarnos es imprescindible llevar el depósito lleno, comida, agua, ropa de abrigo y alguna manta; por si, como ocurrió a muchas personas el Día de Reyes, quedáramos atrapados en nuestros coches durante varias horas.
Precaución
Con las bajas temperaturas ambientales, aunque ni siquiera haya llovido, los neumáticos no se agarran al asfalto de la misma forma que lo hacen en pleno verano. Si tenemos lluvia, nieve o huelo, el coeficiente de adherencia es muy inferior. Por tanto, perdemos agarre lateral y motricidad al arrancar, y la distancia de frenado aumenta. Las pautas básicas son aumentar la distancia de seguridad, tomar las curvas a menor velocidad y actuar suave sobre el volante y los pedales.
Anticipación
La anticipación lo es todo a la hora de conducir, pero si además conducimos en unas condiciones adversas, lo es aún más. Además de la distancia de seguridad y precaución citadas, debemos prestar atención a nuestro entorno. Por ejemplo, si vemos que el coche que circula dos o tres vehículos por delante de nosotros frena de forma algo brusca, aunque estemos a 100 metros, es conveniente que dejemos de acelerar y reduzcamos nuestra velocidad, pues no sabemos si habrá sido algo momentáneo o una larga frenada que nos obligará prácticamente a detenernos.
En el mismo sentido, aunque en un caso muy diferente, esa anticipación podemos utilizarla al detectar zonas con mucha sombra donde pueda haber una placa de hielo. Reducimos notablemente la velocidad antes de llegar a ella y, cuando lo sobrepasemos, lo haremos de forma muy suave intentando evitar tocar los pedales. Hemos dicho una zona de umbría en la que pueda haber hielo, pero igualmente para, por ejemplo, un gran charco o arena.
Mirada lejana
Pero solo podremos anticiparnos a los posibles obstáculos o situaciones complicadas si miramos lejos, cuanto más lejos mejor. Si con nuestra mirada nos fijamos a lo que vamos a sobrepasar en pocos instantes, no tendremos margen para detectar los posibles con suficiente tiempo de reacción y acción. Por ello, y especialmente en carretera, se recomienda ir con el asiento en una posición baja, para que obligatoriamente a miremos al frente, es decir, lejos. En una curva, por ejemplo, siempre debemos buscar la salida de la misma con nuestra mirada.
Mantener la calma y sangre fría
Como hemos dicho al principio, muchas personas pueden tener miedo a conducir bajo condiciones meteorológicas adversas, ya sea frío, nieve o lluvia. El miedo no es un buen compañero cuando queremos hacer las cosas bien, y créeme que conduciendo hay que hacer todo lo mejor posible y apartándonos de nuestros miedos. En caso de que se produzca una situación muy complicada, como un deslizamiento del eje delantero o trasero, si actuamos de forma brusca y limitándonos a hundir el pedal de freno, será complicado salvar la situación.
Subviraje, el coche gira menos de lo que indicamos con el volante: Si perdemos adherencia de la parte delantera del coche tendremos que enderezar suavemente la dirección (aunque el instinto nos diga lo contrario) hasta recuperar adherencia y, una vez sintamos nuevamente control sobre el volante, volver a girar de forma suave hacia el sentido de la curva.
Sobreviraje, el coche gira más de lo que indicamos con el volante: Si el coche pierde adherencia de atrás, tenderá a girar más de lo que nosotros queremos. En esta situación tenemos que enderezar la dirección, y si el sobreviraje es muy acusado, girar incluso en sentido opuesto. Es decir, si tenemos un sobreviraje en una curva a izquierdas, guiaremos parcialmente nuestras ruedas delanteras hacia la derecha. Si nuestro coche es de tracción delantera, acelerando con suavidad ayudaremos a los neumáticos a recuperar la adherencia perdida.
Tu seguro de coche
En ubicaciones donde las condiciones meteorológicas son complicadas durante varios días o semanas al año, es recomendable tener un seguro a todo riesgo o un seguro todo riesgo con franquicia. ¿Por qué? Pues porque con la nieve o el hielo es fácil ver golpes leves a muy baja velocidad, pero recordemos que la simple rotura de un faro y un paragolpes ya eleva la factura por encima de los 1.000 euros en la mayoría de turismos.