El Grupo Volkswagen usó monos para experimentar sus motores diésel

El escándalo de las emisiones de los motores diésel del Grupo Volkswagen, Dieselgate, parece que va a traer más cola de lo inicialmente previsto por el consorcio alemán. A las últimas acusaciones que ha sufrido Audi, desde la KBA alemana, por haberse descubierto un nuevo software ilegal en varios motores Euro6, se suma la denuncia que el New York Times hace contra el propio grupo alemán, Daimler AG y BMW Group.

Según este medio de comunicación, los tres constructores bávaros financiaron varias investigaciones científicas para conocer las consecuencias que tendría para la salud la exposición a sus mecánicas diésel. Sin embargo, estos estudios parece que no se realizaron de forma limpia, pues los coches que se habían facilitado para estas pruebas ya estaban trucados, por lo que los resultados plasmados en los informes finales tienen nula validez científica.

Uno de los estudios más polémicos fue el que realizó el propio Grupo Volkswagen. Para ello empleó una unidad del actual Beetle que previamente montaba el software ilegal para manipular las emisiones contaminantes y diez primates (que tienen muchos rasgos en común con los seres humanos) de la familia de los macacos. La mecánica del experimento fue la siguiente: sentaron y cerraron a los primates (les pusieron dibujos animados para entretenerlos) en una sala donde estaba el vehículo en marcha durante cuatro horas para someterlos a la exposición de los gases tóxicos que expulsaba el vehículo.

El resultado de este experimento fue que el impacto en la salud de los animales era bajo, pues el vehículo era limpio y no contaminante. En todo caso, el New York Times deja claro que estos estudios fueron un completo fraude, orquestado para lavar la imagen de estos tres grupos automovilísticos y sus prácticas industriales fraudulentas. De cualquier forma, ya está demostrado que las prácticas, al menos del Grupo Volkswagen, fueron ilegales, aunque la legislación europea sea tan buena y benévola con ellos que no les haga pagar por este engaño.

Si los monos pudieran hablar, a buen seguro que nos contarían las cosas que vieron, y seguro que no serían muy buenas para el grupo alemán.

Fuente – New York Times