El anticongelante es el elemento clave del sistema de refrigeración del vehículo. Sin él, la transferencia de calor sería imposible y el motor de combustión acabaría por sobrecalentarse y dejar de funcionar. Por eso, si tenemos cualquier fuga de este líquido, hay que saber cómo solucionar el problema de forma segura.
La respuesta rápida y sencilla es llevar el coche al taller para que lo reparen. Sin embargo, conviene tener unas nociones de mecánica por si quieres ahorrarte un dinero o, por lo menos, para salir del paso en una situación de emergencia.
Las pérdidas de anticongelante más comunes suelen ser por el radiador del coche, los tapones o por algún manguito del circuito de refrigeración. Por suerte son las averías más fáciles de solucionar y en muchos casos podemos subsanarlas nosotros mismos. Las fugas a través del bloque motor y la culata son un problema mucho más serio y difícil de reparar, pero por suerte son mucho menos frecuentes.
Lo primero que hay que hacer, antes de ponerse manos a la obra, es localizar dónde se encuentra la pérdida de anticongelante y analizar su gravedad. Abre el capó y echa un vistazo por todos los huecos por si la pérdida de anticongelante está a la vista. Ayúdate de una linterna para tener visibilidad en las zonas más escondidas de la luz. Mira los manguitos del vaso de expansión y todos los que tengas a tu alcance.