Volkswagen Golf y Honda Civic. Dos auténticos mitos en el segmento de los compactos. Vale, está bien, el Honda Civic nunca ha llegado a cuajar tanto como el Volkswagen Golf en nuestro mercado, pero la rivalidad entre ambos modelos ha sido máxima desde que vieran la luz por primera vez allá por la lejana década de los años 70. El alemán nunca ha transmitido la deportividad del nipón, pero el Civic tampoco ha sabido encandilar de lleno al mercado como sí lo ha hecho el Golf. Pese a ello, hemos querido realizar una pequeña comparativa a modo de ver los diferentes caminos que han tomado.
Hace unas semanas daba la casualidad de que mi compañero Alejandro y yo probábamos los Honda Civic y Volkswagen Golf durante los mismos días. Aunque son coches y versiones no equiparables – el Civic es un 1.0 de gasolina y el Golf un 2 litros diésel, además de la diferencia de concepto actual – queríamos mostraros esas rutas tan diferentes que han tomado uno y otro en los últimos años, por lo que esta comparativa es un tanto especial. No hablaremos de prestaciones, sino de conceptos.
¿Pasar desapercibido o hacer girar cabezas?
Salta a la vista. Probablemente el comprador que esté pensando en adquirir un Volkswagen Golf nunca se planteará la compra del Honda Civic, y lo mismo ocurrirá a la inversa. Se parecen como el sabor del tomate y la mahonesa, como la sal y el azúcar. Nada. Además, y aunque los dos dicen pertenecer al segmento C, las proporciones son muy distantes. Mientras que el Golf se conforma con 4,26 metros, el Civic supera ligeramente los 4 y medio. Los casi 30 centímetros que los separan son un mundo para tratarse de una misma categoría.
El compacto alemán por excelencia peca, a mi gusto, de sobriedad. Es un coche bastante tradicional, que no quiere llamar la atención, que se conforma con mantener la reputación lograda en estas más de cuatro décadas y que no quiere evolucionar excesivamente su diseño. Líneas horizontales, una tradicional silueta de compacto y ni un solo rasgo que busque una mayor distinción.
Parece un chico tímido. Si echamos la vista atrás, pocos cambios presenta en cada salto generacional. ¿Para qué cambiar si la receta lleva funcionando en la casa Volkswagen cuarenta años? El salto más notable llegaba de la cuarta a la quinta generación, pero desde entonces hasta nuestros días muy poco ha variado su estética. ¿No creéis?
El japonés es todo lo contrario. Busca llamar la atención, aun a sabiendas de que igual no le gusta a todo el mundo. El cambio total llegaba en su octava generación, el modelo que muchos calificaban estéticamente como una nave espacial. Traía diferencias brutales en sus líneas, en su tamaño y, sobre todo, en su filosofía.
Con la novena y la décima generación ha ocurrido lo mismo. Entre estas tres últimas versiones el Civic ha variado notablemente, aunque es cierto que se han mantenido ciertos rasgos como las líneas de los faros delanteros o ese característico alerón ubicado a mitad de la luneta trasera que la dividía en dos. Alerón que, por cierto, ha sido objeto de muchas críticas por reducir la visión desde el espejo retrovisor interior. En el modelo actual se ha buscado una silueta intermedia entre berlina, compacto y coupé, obteniendo una imagen muy personal.
¿Qué hay del habitáculo?
Prácticamente todo lo dicho del exterior se puede llevar al interior. En materia de diseño, el Golf mantiene una ubicación muy lógica y ordenada de todos los mandos, con un esquema muy tradicional. Mientras tanto, el Civic se separa notablemente de la mayoría de compactos europeos. Destacarán una prominente consola central, una pantalla táctil cuyo manejo es algo cuestionable y una distribución de algunos huecos portaobjetos un tanto extraña.
Si estamos acostumbrados a cualquier coche europeo, en el Volkswagen Golf todo nos resultará bastante sencillo e intuitivo, mientras que en el Honda Civic nos llevará un tiempo de adaptación. No decimos que el diseño de uno u otro sea mejor o peor (a excepción del hueco portaobjetos central del Civic, que es grande pero poco accesible), simplemente son polos opuestos.
Respecto a los puestos de conducción, debo reconocer que el del Civic me resulta más atractivo. Vamos sentados muy bajos y la palanca de cambios, que por cierto tiene un tacto y recorridos muy agradables, queda muy cerca del volante. La visualización del cuadro de relojes siempre es un apartado muy importante al que no siempre se le presta la atención que se debería a la hora de adquirir un coche. En este caso, irá en los gustos de cada uno, pues aunque el nipón tiene un cuadro muy futurista, el Golf probado utiliza el eficaz Digital Cockpit.
Por espacio en estas plazas delanteras, no nos podremos quejar en ninguno de nuestros protagonistas, aunque reconozco que me he sentido más cómodo en el japonés, no queriendo decir que en el Golf haya ido incómodo. Espacio hay de sobra para personas que superen el 1,80 de altura. Ambos coches ofrecen reglajes suficientemente amplios en asiento y volante, por lo que adoptar una postura adecuada es pan comido.
Si pasamos a la segunda fila de asientos, nos daremos cuenta de que ninguno de los dos es precisamente de los mejores. Del Civic nos esperábamos un mayor espacio, pues aunque en anchura y en longitud tenemos hueco de sobra, la distancia en altura es más comprometida, algo en lo que también influye el techo solar. De todos modos, la nueva silueta de su carrocería hace que pierda mucha practicidad en este sentido. El Golf no es tan bueno en piernas, pero sí ofrece un mayor confort en estas plazas posteriores por su mayor distancia al techo como vemos en la imagen superior.
Abrimos los maleteros y aquí sí que hay goleada. Los casi 30 centímetros extras del compacto asiático consiguen un espacio de carga muy superior al del europeo. El Golf nunca ha destacado en este aspecto y, actualmente, se encuentra muy ligeramente por debajo de la media; mientras que el Civic es de los más grandes junto con el Skoda Octavia, que también tiene unas dimensiones exteriores que lo dejan a medio camino entre los segmentos C y D.
Conducción
Como hemos dicho al inicio, el Civic recurre a un motor totalmente nuevo en el modelo. Honda ha aguantado todo lo posible pero finalmente también ha decidido pasarse al turbo en sus versiones de gasolina. El modelo probado es un tricilíndrico de 1 litro con sobrealimentación por turbo, apoyándose también en el famoso sistema VTEC de distribución variable.
Tradicionalmente, estos motores han destacado por ser puntiagudos, de los que exigen llevarlo alto de vueltas si queremos reacciones vivas. Con el nuevo propulsor todo ha cambiado. Ahora es muy suave y lineal, con una amplia zona de par máximo y consumos ajustados. Esto mejora el confort de marcha y evita tener que recurrir al cambio con frecuencia, pero a cambio hace que pierda buena parte de su esencia deportiva que siempre lo ha caracterizado.
En el Golf no hay cambios (para no variar). La unidad probada equipa el 2.0 TDI de 150 CV, un motor diésel de bajo consumo con un refinamiento mejorable pero con una entrega de energía que parece ser mayor de la declarada. Recupera con celeridad y los adelantamientos no serán un problema, pues eroga 340 Nm de par. Eso sí, la rumorosidad en frío y en fases de aceleraciones se deja notar en el habitáculo.
En cuanto al chasis, ambos son muy eficaces. Tanto el Honda Civic como el Volkswagen Golf te permiten realizar largos viajes de forma cómoda y con una gran sensación de seguridad por su buen aplomo, aunque el Civic tiene cierta ventaja por su mayor distancia entre ejes. Ambos filtran bien las irregularidades y contienen las inercias de la carrocería cuando practicamos una conducción alegre entre curvas.
En este último apartado, al acercarnos a los límites de la física, el japonés es más gratificante. El Volkswagen Golf acepta un altísimo paso por curva, de forma que nos pone todo muy fácil; sin embargo, no transmite el placer y la deportividad del Civic. Una vez superamos el límite, aparece un claro subviraje, pero si llegamos a tal punto es que vamos muy pasados.
El Civic, por su postura de conducción y por su configuración, se muestra más ágil, más deportivo y más divertido en esta comparativa. Aunque el ritmo sea idéntico, éste nos transmite más sensaciones y un mayor placer de conducción. Sí, resulta más placentero fluir entre curvas, bien sea a un ritmo elevado o bien a una marcha normal. El tacto de la dirección – aunque tiene asistencia eléctrica – y del cambio, nos hacen disfrutar más que con el Golf. De todos modos, no penséis que es la panacea, que para eso está el Honda Civic Type R con sus 320 CV y una puesta a punto muy radical.
Resumen comparativa Volkswagen Golf vs Honda Civic
Como habéis visto, son dos conceptos de vehículos muy opuestos, a pesar de que hace unos años eran bastante más similares. El Volkswagen Golf ha preferido seguir su camino y línea continuista, mientras que el Honda Civic ha preferido desmarcarse y crear un producto muy llamativo y diferenciador. Además de esto, la principal diferencia entre ambos coches es su tamaño, con casi 30 centímetros en longitud entre uno y otro.